IV

469 43 9
                                    

Nota: El baile de Silver y Mephiles se los dejó a su imaginación.

•~•

Cuando el oxígeno volvió a sus pulmones por fin se permitió respirar con normalidad. Realmente le había hecho demasiado daño a Mephiles cómo para el oscuro estallara en total enojo para casi llevarlo a la muerte.

Quería asesinarlo.

Llevó sus manos a su cuello sintiendo el dolor punzante en aquella zona.

— ¡Silver!— Blaze acudió a el después de ver por un instante la sombra de Mephiles escabullirse por la oscuridad.

Inmediatamente se encontró a un albino en el suelo intentando recuperar aire.

— Estoy bien.

— ¡Por supuesto que no lo estás, por esa razón no quería dejarte solo! ¿Te hizo algo verdad?— Levantó al omega con dificultad observando cada detalle de su cuerpo con preocupación.

— Estoy bien tranquila, ¡Ay! ¡Cuida tus manos!—

La alfa había tocado por accidente la entrepierna del Omega. No era su culpa simplemente quería observar alguna herida o muestra de abuso.

— Blaze te fuiste.— Amy había llegado hacia ellos. Sus ojos analizaron la situación comprendiendo lo que había sucedido.

— Tranquilas, disfruten el baile. Voy al baño — Dijo con una sonrisa pero aún así Blaze no se creería esas palabras.

— Pero

— Nada de peros, estoy bien Blaze por favor no insistas — Suplicó, se limpió la suciedad de su pantalón y camino directo al baño.

— Tranquila Blaze, el estará bien — Reconfortó la omega rosada acariciando el hombro de la alfa.

Pero la verdad era que Silver no estaba bien, de hecho, estaba peor.

Entró al baño estrepitosamente ni siquiera se dio cuenta cuando las feromonas mezcladas de un alfa y un omega entraron a su cavidad nasal exhalando solamente el olor a café de un alfa en particular. Su vista empezó a nublarse.

Silver cayó de rodillas cubriendo su nariz.

Las puerta de un cubículo se abrió y en ella salió un erizo oscuro y una eriza color blanca, ambos con cuerpos sudorosos y con la ropa desarreglada.

— Mierda nos descubrieron — Dijo la omega arreglando sus púas. Mephiles chistó sin importarle realmente el cómo o el por qué de la aparición de Silver.

— Salgamos de aquí antes de que otra persona nos descubra —

Ambos salieron dejando a un indefenso Omega apunto de tener celo debido a las feromonas de cierto alfa pero, internamente Silver agradecía eso no sabría que hacer si Mephiles hubiera reaccionado a su olor.

Con dificultad buscó entre sus bolsillos su celular llamando al único contacto que sus ojos pudieron divisar. Y, al cabo de un rato Sonic llegó sudoroso con un frasco de píldoras.

— ¡Silver!—

El azulado acudió a él, agarró su mano y ambos se levantaron.

— Perdón por hacerte venir — Se agarró de la pared, Sonic niega y le da el frasco.

— No te preocupes, que bueno que llegué a tiempo. Imagínate que hubiera pasado algo, no me lo perdonaría, lo bueno es que Shadow tiene un gran oído para que logrará escuchar tu llamada.

𝐊𝐮𝐦𝐛𝐚𝐥𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora