Capítulo uno: La chica insoportable.

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"No concordaban mucho. De hecho, casi nunca concordaban. Siempre se peleaban y se retaban uno al otro cada día. Pero, a pesar de las diferencias, tenían algo importante en común: estaban locos el uno por el otro" (The notebook, 1996).

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Preparatoria Collins Ambrose.

A Valesca Koehler le encantaría decir que iniciaba su primer día de su último año de instituto con toda la actitud de quien va a dar el mejor paso de su vida, pero, por desgracia, lo iniciaría con toda la actitud que una chica de 17 años podía tener.

Nada.

Tampoco sentía ni un poco de emoción por ver a sus mejores amigos, y ni un poco de curiosidad por saber qué salón le tocaría y con qué compañeros compartiría tortura.

No lo consideraba como una típica rabieta de adolescente rebelde a la que no le gusta ir a clase. Al contrario, sentía que toda su mala leche era completamente justificada. Por lo menos por esta vez.

La causa de su mala actitud y su mal humor, que era completamente posible que si hablaba botaría un montón de fuego por la boca, tenía nombre y apellido, acompañado de una característica sonrisa sarcástica y una actitud muy burlona que llegaría a sacar de quicio a sus profesores, su maestro de yoga y hasta al mismísimo Dalai lama. No dudaba que el propio Tíbet entero la lincharía.

La noche anterior había pensado que sería como cualquier otra. Solo se acostaría como a las 11 pm después de leer un capítulo más de su actual lectura y dormiría plácidamente entre cobijas y almohadas casi enterrada en el colchón como todas las noches. Pero sus planes cambiaron drásticamente cuando cada tanto escuchaba un "bum bum". Solo que ese no era el sonido de un corazón, sino el estresante zumbido de un equipo de sonido que chocaba con la parte lateral de su casa, y las paredes y ventanas de su habitación impedían que el zumbido se prolongara.

Era un ruido fácil de detectar pues al pasar de los años a Valeska no le era nada difícil reconocerlo. Menos si tenías como vecina a la exuberante e insoportable Jade Marlowe, una adolescente que no sólo era su vecina, sino que también había sido su compañera de clase hace dos años atrás y rezaba a todo tipo de divinidades para que no la tuviera de compañera en su último año escolar.

Y así inició el problema, con el equipo de sonido que con el paso de las horas incrementó todo su volumen que esta vez ni las ventanas completamente cerradas impedían que escuchara la maldita música.

Bueno, el problema no iniciaba ahí.

La realidad era que el problema inició hace dos años cuando los Marlowe se mudaron al lado de su casa en una tarde de invierno días después de navidad.

Lo recordaba bien. Ese día había terminado de hacer la que sería su nueva agenda, la que llenaría de canciones, poemas, dibujos y más cosas.

Días antes había visto a personas concurriendo la casa. Entraban y salían carros y camiones de mudanza, pero hasta esa tarde la niña de cabello castaño claro, casi rubio, había hecho acto de presencia.

Con su singular forma de caminar y de pararse, y un libro en la mano bajó de un automóvil blanco observando todo a su alrededor.

La chica había pisado fuerte al llegar. Recordaba cómo observaba todo con demasiado detenimiento, como intentando ver más allá de lo que sus ojos abarcaban. Parecía hipnotizada por todo lo que rodeaba su casa, que era muy similar a las demás, pero la de ella era de un blanco con ventanas de marco celeste.

Y no sólo ella parecía hipnotizada porque a su lado derecho una chica de cabello rubio y ojos tan grandes azules la observaba con mucho detenimiento desde su habitación en el segundo piso de la casa de al lado.

El oculto significado de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora