Cuando vio que no había sitio junto a la rubia hizo una cara de cachorro regañado que no pasó desapercibida por Noelia y Silas, los que estaban frente a ella, quienes intentaron llamar la atención de Gerard, el hermanastro de Silas, con muecas y golpes discretos en la mesa, pero el chico no espabilaba porque lo primero que hizo al sentarse fue coger el menú.
Jade no tuvo más remedio que sentarse junto a Gerard.
Creyéndose derrotada se desplomó sobre la mesa poniendo toda su mejilla contra ella.
Comenzó a mover la mesa, que parecía coja, con su pie, haciendo presión en una de sus patas.
Todos parecían tener conversaciones interesantes, pues ninguno, además de Silas y Noelia, reparaban en ella y lo que hacía su pie impaciente en la mesa, o eso creía, porque la dueña de unos ojos llenos de expresiones profundas no le quitaba un ojo de encima, mientras que con el otro ojo mantenía contacto con el chico a su lado que no paraba de hablarle.
Iba a quedarse bizca si Jade no levantada su rostro y le dirigía una simple palabra.
Había sido idea suya venir aquí, ahora por qué ni la miraba.
Pero Jade estaba enojada. Se estaba regañando mentalmente por haberse entretenido con la fachada del lugar.
Era un sitio nuevo, tal vez unas semanas de abierto, con varias decoraciones a base de luces de neón que causaban un aspecto y una atmósfera tan fresca que, se suponía, valía la pena quedarse a ojearlo unos minutos; eso creyó, creyó que el lugar valía la pena, pero luego, cuando vio que los demás habían tomado asiento y que todos los lugares al lado de Valesca estaban ocupados, su cara de asombro pasó a la tristeza y luego, al sentarse y poner toda la cara en la mesa, pasó al enojo.
Había sido idea suya estar ahí, compartir el mismo sitio con la otra chica, molestarla con sus malos modales en la mesa y, si se presentaba la oportunidad, tener una conexión, como normalmente les pasaba.
—Supongo que lo de siempre —escuchó a lo lejos. Levantó la cabeza y vio los ojos de Silas a un palmo de su cara—. ¿Verdad? —le estaba hablando a ella.
—¿Qué? —preguntó perdida.
—Que si vas a pedir la pizza que siempre pides, de jamón y pollo —explicó ante la cara de desconcierto de la chica.
—Eh, sí, claro —logró balbucear.
Poco le tomó para saber que ya los demás habían ordenado y la única que faltaba era ella.
Estaba tan distraída reproduciendo en su cabeza la escena donde aparecía ella con cara de idiota mirando el letrero Happypizza que se había olvidado dónde se encontraba y por qué había venido.
—Entonces otra de jamón y pollo. —Silas se hizo cargo de la situación sin dejar de mirarla. La conocía tanto como darse cuenta de que estaba más perdida que el balón de aquel naufrago en esa película.
—¿Ordenarán algo de tomar? —interrumpió la mesera con una gorra amarilla al igual que una camisa con el logo del lugar en negro. Un poco chocante con aquel lugar lleno de colores brillantes.
—Sí, ¿todos queremo coca-cola? —preguntó Gerard casi ausente de toda la situación sobre la chica a su lado que parecía ser el centro de atención en toda la mesa, pero él ni enterado.
Los ojos de Jade parecían rayos láser, pero el parecía tener aquellas gafas del cíclope en la película esa de los mutantes.
—Sí, una Coca-Cola. —Tomó el mando de nuevo Silas.
—Que sean dos, que a mí me gusta bastante —volvió a interrumpir el chico distraído.
—Es probable que pidamos otra —apoyó a su hermano menor con la mirada puesta en la mesera.
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El oculto significado de amar
Roman pour Adolescents... "No concordaban mucho. De hecho, casi nunca concordaban. Siempre se peleaban y se retaban uno al otro cada día. Pero, a pesar de sus diferencias, tenían algo importante en común: estaban locos el uno por el otro" (The notebook, 1996). Valesca t...