Memorias de una Geisha. Es una de mis películas favoritas y no me cansaba de verla. Estaba echada en una de las esquinas del sofá apoyando la cabeza en un cojín. Natsu se encontraba sentado en la otra esquina y parecía un poco tenso. Sonreí mirando a la televisión. No me había cambiado de ropa y en esa postura se me veía además parte del estómago.
Llevábamos como quince minutos de película cuando me acordé de un detalle.
-Me alegro de que te gustase mi regalo.-continué mirando la película a la espera de su respuesta.
-¿Qué?- Me preguntó con un tono de voz sorprendido y sonreí para mis adentros. Si pensaba que no me iba a fijar estaba muy equivocado.
-He visto que llevas puesta la pulsera que te regalé al poco de llegar aquí.-En realidad estaba encantada de que la llevara, pero eso no se lo iba a decir.
-Ah, bueno si, me gusta. – Sin embargo había una nota extraña en su voz.- Aunque en realidad no lo has comprado tu, lo han pagado mis padres.
Aquello realmente me enfureció. Me incorporé y me senté para poder mirarle con la peor mirada que fui capaz de poner.
-¿Quién te crees que eres para decir eso? Que tus padres corran con mis gastos no quiere decir que me aproveche.- según iban saliendo las palabras de mi boca sentía como mi rabia aumentaba.- No he utilizado la tarjeta para ninguno de tus regalos.
-¿Ni siquiera para el reloj? Es un modelo bastante caro Lucy. –me miró ligeramente sorprendido frunciendo el ceño.
-Lo he pagado yo. Quería tener un detalle contigo a ver si salías de tu habitación.- me levanté sin saber muy bien para qué, pero no podía seguir sentada.
-Lucy.- me llamó Natsu con la expresión mas seria que le había visto hasta ahora. Si bien es cierto que no le había visto mucho.- ¿Cuánto te pagan mis padres por estar aquí?
En ese momento sentí un calor muy distinto al del placer recorrer todo mi cuerpo. Me sentía como un volcán a punto de estallar. Y no sé de donde saqué el valor pero en ese momento me acerqué a Natsu. Una vez que estuve en frente de él le solté un sonoro bofetón que le ladeó la cara.
-No me pagan nada. Volveré a subirte la comida a tu habitación como antes. Prefiero no tener que volver a verte la cara.
Me fui de ahí lo más rápido que pude mientras sentía como las lágrimas se agrupaban en mis ojos. Corrí escaleras arriba, entré en mi habitación cerrando la puerta y me tiré en la cama. ¿Quién se cree que es? No tiene derecho a hacer ese tipo de acusaciones. Estoy haciéndoles un favor a sus padres, nada más.
Me levanté y me fui al baño a lavarme la cara. Después de todo solo me quedaban dos meses y me iría de esa casa. El agua fría pareció aclararme las ideas pero la angustia que sentía no iba a desaparecer tan rápido.
Me puse el pijama y me metí en la cama decidida a leer un libro y a olvidarme del mundo. El que leía en ese momento se llamaba "Mírame y dispara", una historia de amor y acción que me atrapaba totalmente entre esas páginas.
Estaba totalmente absorta en el libro cuando llamaron a la puerta. Al principio me sorprendió hasta que al comprender quien se encontraba al otro lado de la puerta mi corazón empezó a desbocarse.
-Lárgate! –le grité. No quería verle y tampoco sabía como afrontarlo después de eso.
-Lucy, por favor, déjame pasar.-sonaba... ¿afligido? Me mordí el labio dudando. Se había pasado diciéndome eso. Pero si no le dirigía la palabra no podría ayudarle. Y había dado mi palabra. Y en realidad era su casa. Suspiré hondo para tranquilizarme antes de contestar. Solo sería un momento.
-Dos pasos, ni uno más! – continué leyendo mientras se abría la puerta. Así evitaría mirarlo a la cara más de lo necesario. Alcé la mirada cuando entró.
Dio exactamente dos pasos y se quedó parado deslizando la mirada por toda la habitación hasta que se encontró con mis ojos. Apartó la mirada bruscamente y se quedó con ella fija en el suelo. Pude apreciar como apretaba la mandíbula antes de hablar entre dientes.
-Siento lo de antes. – pues si se creía que con eso bastaría no tenía ni idea.
-No debes de sentirlo mucho cuando apenas puedes pronunciar las palabras.- devolví la vista al libro y fingí ignorarlo.- Vete, no tengo nada que hablar contigo.
No movió ni un dedo. Ni siquiera me miró cuando respondió.- No debería haberme acercado a ti, sabía que no era una buena idea. Pero lo hice de todos modos. – levanté la vista mientras escuchaba eso. Tenía la cabeza echada hacia atrás, mantenía los ojos cerrados y tenía arrugas de angustia en la cara.- Haré lo que dijiste y no saldré más. Pero no me gustaría que estuvieras enfadada. Pero era lo que pensaba en realidad. ¿Por qué estarías aquí por propia voluntad si no recibías nada a cambio?
Ahora si me estaba mirando y en contra de mi voluntad sabía que me empezaba a creer sus palabras. Mientras lo miraba debatiéndome sobre que hacer a continuación me fijé en que tenía la mejilla colorada donde le había pegado. No, no iba a ceder tan fácilmente. Yo no era así.
-¿Quieres respuestas? Que casualidad! Yo también. Pero no veo que estés dispuesto a dármelas.- apretó los puños a sus costados y se le endureció la mirada.- Pero no te preocupes. No me queda mucho tiempo aquí, me habré ido antes de que te des cuenta.
Ahora me miraba sorprendido. Nos mantuvimos en silencio durante unos minutos que se me hicieron eternos. No se que esperaba Natsu, pero yo no tenía nada más que decirle. Cogí el libro que había posado sin darme cuenta mientras hablábamos dispuesta a continuar leyendo cuando habló.
-No.- dijo abruptamente y yo me quede pasmada por un segundo. Eso no tenía ningún sentido.
-No ¿qué? –le respondí levantado una ceja extrañada. Y no pude evitar por más que lo intenté dejar de mirarle los labios mientras me decía.
-No te vayas. Quédate.
¿Qué les ha parecido? Realmente espero que este capítulo les haya gustado tanto como a mí.
Aunque claro que a mi me va a gustar...lo he escrito yo! x')
Nos vemos en el siguiente capítulo. :3
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Al borde de la desesperación
FanfictionLucy esta a punto de ayudar a una persona a la que no conoce. Una persona que no habla con nadie desde hace años. ¿Y todo por qué? Por hacerle un favor a la familia mas importante de todo el país. Pero se dará cuenta de que hay algo que ese chico es...