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❝ THE GREAT FOX AND THE BASTARD❞
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LA PEQUEÑA habitación era apenas abastecida por la luz de la mañana que atravesaba la pequeña ventana. El caliente clima hacía que dentro de la habitación, limpiaran su frente con el dorso de su mano mientras desayunaban, una acción recurrente cuando estaban en lugares con tan poco espacio.
"Tu padre pide verte", las palabras resbalaron de los labios de Deabh con facilidad cuando hubo terminado de comer, lo cual hizo que por el contrario, el rostro de Mercutio se contrajera en una mueca antes de soltar la comida con brusquedad sobre su plato, la molestia corriendo por su cuerpo entero ante la mención del hombre.
El desayuno definitivamente no podía ir peor para Mercutio. Llevaba pocas horas despierto y su día había sido arruinado por la mera mención de Suile Sionnach y una supuesta audiencia con él.
"Lord Sionnach no es mi padre, tú lo eres", dijo levantando la mirada con lentitud, chocolate y celeste encontrándose. Ninguno dispuesto a ceder.
"Y aún así no cargas con mi apellido", dijo el hombre de iris azules mirando a quien había criado como suyo. Cierta melancolía asomada en su mirada. Le habría gustado ser padre del joven sentado frente a él.
