1. Tacones rojos

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Louis lo veía de arriba a abajo con cara de desagrado, y es que si bien no le han presentado correctamente al nuevo profesor de artes, desde ayer que llegó ese maestro pretencioso, Louis no ha hecho nada más que verlo con molestia y enumerar las razones por las que sus tacones y trajes llamativos lo hacen ver tonto.

Estaba ahí con un traje, algo ajustado, negro estampado de rosas rojas y unas botas de tacón bajo rojas, hablando y riendo, no, mejor dicho carcajeando con el Profesor Smith ¿De qué se reía tanto el Sr. Smith? ¿Qué le decía ese rizado larguirucho que le causaba tanta gracia?. La cosa está en que Robert Smith; un hombre negro de 70 años no muy alto, de complexión media, barba perfectamente rasurada y voz fuerte, es conocido como el maestro malhumurado y estricto de Historia. Solo Louis y la Sra. Smith lograban hacerle sacar una risa sincera (a palabras del mismo Robert). Él suele llamarlo "mi muchacho" y regalarle cigarrillos y chocolates amargos mientras le dice "muchacho, los momentos alegres se comparten con cualquiera pero los amargos, esos solo con quien tienes la seguridad que te sostendrá. Por eso comparto este chocolate amargo contigo porque sé que tantos en mis momentos dulces como amargos te tendré para ayudarme".

Sí, Smith es alguien especial para Louis, algo así como un guía desde el primer momento en el que entró a trabajar a esa escuela de gente rica. Pero pensar en todo eso solo hacía que la irritación de Louis hacia el joven docente, aparentemente muy conversador, aumentara.

Él debería estar ahí, contándole al Sr. Smith la nueva jugada que hizo o restregándole el hecho de que su equipo favorito de fútbol ganó contra el de el profesor, tal vez haciéndolo reír por la nueva ingeniosa forma con la que Louis rechazó por quinta vez la propuesta de la Sra. Morgan, maestra de Geografía, para salir con su "encantadora" nieta.

Sin pensarlo mucho y dejándose llevar por la ira del momento, se levantó del aterciopelado sillón color vino de la sala de maestros y cruzó el salón directo a donde estaba Robert.

-¡Smith! ¿Cómo está el día de hoy?- interrumpió Louis, mientras se ponía en medio de los dos profesores.

-¡Muchacho! qué tal, todo bien. Los adolescentes malcriados y sus proyectos mal hechos me sacan de mis casillas pero no me quejo- respondió el Señor Smith en un tono más alegre de lo usual- pero hombre, no seas grosero que has interrumpido mi plática con el profesor Styles.

-Sr. Smith, ya le dije que me llame Harry- dijo el hombre alto que estaba detrás de Louis.

Aquella voz era grave y lenta, Louis mentiría si dijera que no le provocó un pequeño escalofrío escucharlo. Rápidamente regresó a su enojo y se volteó a encarar al hombre, con una sonrisa fingida y ojos acusadores.

-¡Oh! lo siento, no me dí cuenta que estabas aquí, ¿y tú eres?- preguntó Louis viendo a los ojos al rizado con la voz más socarrona posible.

Lo analizó velozmente. Si bien, ayer lo vió de manera fugaz en el pasillo, ahora lo tenía de cerca, podía ver su cabello perfectamente cortado con rizos levemente marcados, la quijada dura y unos ojos de un verde claro, se fijó en sus hoyuelos marcados y dió un rápido vistazo a su boca delgada y rosa, la diferencia de estatura era evidente pero honestamente nada de eso hacía intimidar a Louis en lo más mínimo.

-Soy el nuevo profesor de artes, Harry Styles. Un gusto.- contesta el ojiverde después de unos cuantos segundos. Recargando su cadera levemente en el mueble de un lado mientras daba una sonrisa fingida.

Ese acto hizo a Louis tensarse de inmediato, este niño alto con ojos color pasto venía aquí con aires de superioridad, con trajes de estampados exagerados y ruidosas botas de tacón, como si su presencia no fuera suficientemente fastidiosa. Eso sin duda hacía molestar a Louis.

Jugadas al óleoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora