Prólogo- 𝓙𝓾𝓰𝓪𝓭𝓪𝓼 𝓪𝓵 ó𝓵𝓮𝓸

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Los tacones, esos ruidosos tacones y su estridente eco. Eran solo las 07:40 de la mañana, y como si no fuera suficiente la lluvia persistente con la que amaneció Londres, la cuál ya era bastante molesta como para arruinar el día de Louis, implicando que cualquier actividad al aire libre se vea cancelada y que como opciones le quedara mantener a sus alumnos en el salón o jugar básquet en las canchas techadas (Louis odiaba el básquet, no era una opción). Estaba ese fuerte sonido de zapatos pegando al pulcro piso de madera.

Así que sí, encerrado un lunes a las 07:40 am con adolescentes molestos por no poder salir y ese martillante tacón que parece hacerse más fuerte con cada paso que da. ¿Por qué hacía tanto ruido? ¿Y quién llevaba esos tacones?

House School Richmond, era una escuela prestigiosa, para gente de dinero y con maestros excelentes. Pero si algo era bien conocido es que, a excepción de Louis y Zayn el maestro de música, los profesores y profesoras eran personas de la tercera edad, demasiado cansados como para usar tacones en sus jornadas de trabajo.

Louis salió a echar un vistazo, o tal vez a reclamar el escándalo que hacía. Pero cuando abrió la puerta y dió el primer paso a fuera del salón, sus ojos enfocaron una alta figura de traje llamativo y mochila al hombro, demasiado formal para su gusto, dejándolo sin palabras y sintiendo solo el aire que el cuerpo ajeno provocó al pasar junto él.

No sabía quién era, ni porque su aroma a tabaco y vainilla, con un ligero olor a pintura, lo había dejado hipnotizado el resto de la mañana.


Jugadas al óleoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora