05. La nitidez de un negativo.

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En mi garganta un miedo cuál cuchilla se enterraba, casi salté de la cama cuando me percaté que, de nuevo era yo, los escalofríos y vacíos en el pecho eran mis fieles compañeros, pero hoy no, hoy no los quise a mi lado y trate de huirles, en la alacena, mis frascos combatientes me esperaban firmes, los tomé con decisión y tiré los guardianes de mi tranquilidad a mi garganta; esperando que la lucha interna dejarán como victoria la tranquilidad. Y aunque en parte pudo ser así, sentía el temor en la garganta cada vez más amplio en cada paso que daba camino a las escaleras de entrada del instituto, en mis manos, aquella caja plateada donde guardaba mi obsequio, temblaba conmigo, armábamos una danza de angustia que no cualquiera comprendería

"Es algo simple"

Me repetía

"Temes por cosas insignificantes"

Y aunque mi psicoterapeuta estaría descontenta por minimizar lo que siento, no podía evitarlo. No sabía si le vería, si su ausencia aún permanecería y mi negativo no llegaría a su meta, ahogaba la angustia entre saliva que pasaba con dificultad; para evitar caerme me senté en uno de los escalones viendo a la calle, cómo autos de todos colores, modelos y aspectos llegaban y de ellos descendian todo tipo de estudiantes, compañeros que de vista me tenían en su memoria dedicaban sonrisas a mi dirección, les respondía con un ademán de cabeza con incomodidad, sabía que la educación les hacía saludarme, quizá en su familia les acostumbraron a saludar a cualquiera que se cruzará en su camino tal como cuando les obsequias un "buenos días" o "buenas tardes" al chófer del bus, o a la señora que te atiende en la cafetería, un gesto insignificante, pero que te hace recordarte a ti y a ellos, que también son personas y aunque tales compañeros seguramente solo estaban siendo amables y educados conmigo, no podía evitar sentir una hipocresía de su parte, debido a la falta de comunicación o amistad que existía entre nosotros, no era por sonar ensimismado pero la única sonrisa que me parecía genuina era la suya, y ahí venía, a lo lejos de forma borrosa lograba divisar su altura, venía solo, con el cabello con un aspecto de recién despierto, su mochila de lado golpeaba su pierna al caminar, en un intento de pararla, la acomodaba con sus manos y la repegaba su ser, por su izquierda, Seungcheol lo interceptaba, saludando con un choque de manos y mientras más se acercaban mejor lo apreciaba, debajo de sus ojos cargaba con unas ojeras no muy pronunciadas pero si notorias, en su labio había un ligero rasguño rojizo, como un golpe cicatrizando, su cara subió y sé que sus ojos se encontraron con los míos, pero al instante los esquivó, los apartó y ni una sonrisa me dedicó.

La decadencia de mis emociones estaba por iniciar, pero no dejaría que sucediera, me había planteado un propósito y no cumplirlo me sentaría peor, decepcionaría a mí terapeuta y más importante, a mí. Cuando estaba a punto de rebasar mi posición me giré

- ¿Puedo hablar contigo?

Dudó. Su freno espontáneo hizo que se tambaleara, su acompañante hizo ceso de su caminata un metro más que él sorprendiendole igual mi llamado, observaba a su amigo esperándole una indicación o una continuación de su trayectoria en compañía.

-No te quitaré mucho tiempo

Reiteré para darle más confianza a quedarse. MinGyu asintió a su colega y así Cheol nos abandonó no sin antes dedicarnos una cara aburrida, mientras que el otro se giró a mí, me regaló un poco más de cercanía y sin verme a la cara se pronunció:

— Yo siento mucho todo, no fue mi intención que pasará lo que pasó

Tendí la pequeña caja logrando que me viera a los ojos y parara con su discurso que daba por iniciado, se le veía cansado y confundido, su entrecejo se arrugó demandando aquellas emociones; y por alguna razón me hizo gracia, gracia que no disimule y puedo asegurar que solo le avive más aquellos sentimientos.

Lonely Again ⚘ 𝙼𝙴𝙰𝙽𝙸𝙴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora