Jared era el segundo hijo de Lord Gerald el grande, uno de los tres nobles más poderosos que existen, su hermano mayor, Christopher, se acababa de casar con la princesa Lily, la segunda hija del rey.
Jared y su padre nunca se llevaron del todo bien, Lord Gerald buscaba la absoluta perfección en su heredero y por eso dejó un poco de lado a su segundo hijo, quien se crió haciendo las travesuras que a su hermano le enseñaban que no debía hacer.
Fue una maldita maldición que Christopher se casara, porque sin duda ahora toda la atención recaía sobre Jared, quién no estaba acostumbrado a esa clase de exigencias.
-Recuérdame por qué estoy haciendo esto.
Jared estaba medio tumbado sin casi poder moverse, su pelo marrón bien peinado y con una de sus manos posando sobre su mentón. Su padre quería hacer enmarcar un cuadro que resaltara la mayor virtud de su hijo, su cuerpo y su cara, cosa que a Jared le parecía una tontería, no hacía falta que lo pintaran para recordarse que era apuesto.
Lord Gerald no le respondió y siguió mirando a su hijo, pensando que había sido una perdida de esperma el haber engendrado tal imbécil.
Cuatro horas.
Cuatro malditas horas que Jared tuvo que estar allí simplemente moviendose para beber vino y para orinar una sola vez.
-Es suficiente por hoy -bufó su padre-, tenemos que ir a ver a la hija de Lord Estion, debemos concertar una cita para que os conozcáis como dios manda.
-No me interesa -Jared se acabó la jarra que tenía en su mano, había estado tres horas aburridísimo, tenía veintisiete años y no pensaba malgastar más su tiempo con chorradas.
-¿A dónde crees que vas? -Gerald aparecía molesto, su hijo le había dado la espalda para ir hacia los arboles.
-Hubieras podido elegir un lugar mejor para que me pintaran padre y no la maldita naturaleza, porque te hago saber que tengo que mear.
-Si acabas de ir.
-Sí, hace tres horas y antes de beberme todo eso.
-No hay tiempo, ya irás cuando lleguemos.
-No soy un crío, no necesito tu permiso.
-Lady Esmeralda está esperando, si llegas tarde vas a echar a perder todo esto, y si, como bien has dicho, no eres un crío, compórtate como tal y aguanta.
Jared entornó los ojos, su padre era un capullo, pero podía aguantarse de todos modos así que subió al carruaje y los caballos empezaron a caminar.
Había baches en el camino, pero no fueron una molestia tan grande para la vejiga de Jared, en cuanto llegaran a casa del noble podría vaciarse con tranquilidad.
Pasó media hora y Jared casi había olvidado que tenía ganas de ir al baño cuando su padre sacó un jarrón con agua y la vertió en un vaso. El liquido pareció caerse a cámara lenta, provocando un sonido desagradable al chocar contra el cristal.
-¿Quieres? -le ofreció.
-No.
Le apartó la mirada y durante esos cinco minutos mirando el paisaje al menos pudo olvidarse de su creciente incomodidad.
El carruaje se paró y ambos, padre e hijo, salieron.
-Solo serán cinco minutos para que el padre de ella te vea -le informó Lord Gerald.
-Que sean quince, en cuanto hayamos acabado la charla...
-Ni se te ocurra ser descortés, no pidas usar los baños en la mansión de tu futura prometida, vas a dejarme en ridículo.
Jared bufó, pero fingió una sonrisa cuando su supuesta futura esposa apareció del brazo de su padre, era bonita, de pelo castaño, ojos azules, pestañas largas y mofletes rosados.
La charla duró quince largos minutos y maldito fuera su padre por lanzarle miradas cada vez que cruzaba ligeramente las piernas, a ese hombre no se le escapaba ni una, y si no paraban de hablar al que se le iba a escapar algo era a Jared. Dejó de prestar atención a la aburrida conversación, todo lo que podía pensar era en poder orinar tranquilamente y la gran fuente que había en los jardines no ayudaba en absoluto.
Maldito ruido, solo concentrarse en no relajar sus músculos lo mantenían ocupado en ese momento.
-Bueno, debemos irnos -se excusó su padre.
-¿Entonces dentro de tres días?, Lord Jared -le preguntó Lord Estion, todavía cogiéndole el brazo a su hija.
Jared dejó de mirar la mini catarata de agua caer de la boca de esa horrible rana de piedra. Estaba sudando.
-Por supuesto señor.
Y el joven se dio la vuelta casi descaradamente, sin pensar en sus malditos modales y en la riña que le dio su padre cuando el carruaje partió, porque maldita fuera, su vejiga ya lo amenazaba en vaciarse sola.
Cruzó sus piernas y evitó pensar en los jodidos baches que ahora lo amenazaban con mearse encima. Su abdomen se contrajo e hizo una mueca.
-Que los caballos se detengan en cuanto puedan, necesito mear de verdad -volvió a recordarle a su padre, ignorando sus malas caras.
-Menudo desperdicio Jared, me humillas, los haría parar si, al menos, hubieras besado la mano de la joven al despedirte.
-¡Joder! ¿Qué quieres que haga?
-Una reverencia el menos.
-Tengo-que-mear.
El carruaje se detuvo en seco.
"Bien, es mi momento de suerte" pensó el joven noble, descruzando las piernas y relajándose un poco.
-Quédate aquí, voy a ver lo que ha pasado.
Su padre salió y acto seguido alguien lo golpeó en la cabeza, Jared se olvidó de sus ganas instantáneamente y fue a agarrar la espada que tenía al lado. No tuvo tiempo de cogerla, alguien entró y lo golpeó en la cabeza, no tan fuerte como para dejarlo inconsciente, pero sí para poder encadenarlo sin que opusiera resistencia.
-¡Lo tenemos! -gritó el desconocido.
El grupo que los había asaltado gritó de alegría y lo arrastraron fuera como si fuera un trofeo.
-¡Soltadme!
Sus ordenes y su intento por escapar no sirvieron de nada, solo para que golpearan su barriga con agresividad. Jared cruzó las piernas como acto reflejo, malditos fueran todos ellos y su padre por no haberle dejado ir al baño, porque un chorro salió disparado y menos mal que pudo contenerlo a tiempo para no mojarse por completo los pantalones.
Uno de ellos se rió al ver la mueca, el joven había puesto sus manos sobre su vejiga y las piernas colocadas de una manera un tanto graciosa. El hombre tiró de su atadura obligándolo a caminar.
-Pobrecillo -se burlo-, ¿el chico rico tiene que hacer pipí?
Y después de risas y otro intento por parte de Jared de escapar se lo llevaron a rastras hasta que dejó de resistirse. Nada bueno podía salir de esa situación, y si no dejaban que se vaciara conscientemente... Jared temía el momento en que su vejiga tomara el control y sus músculos dejaran de apretar.
No podía hacerlo.
Era un hombre de honor y no podía mearse y humillarse delante de todos.
Aguantaría hasta morir si hacía falta.
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Esta historia no acaba aquí y pienso seguir subiéndola, se que escribir este tema omorashi es un poco nuevo para mi, pero quería compartirlo porque seguramente hay otras personas a las que les puede gustar.
Intentaré subir la continuación lo antes posible y también me gustaría saber qué tal os está pareciendo🙊
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LORD OMORASHI
Fiction générale(Esta historia tiene contenido omorashi, si no sabes qué es búscalo antes de leer) ¿Qué pasaría si tuvieras que aguantar más de la cuenta? ¿Serías capaz si tu vida estuviera en juego? Jared es el segundo hijo de uno de los nobles más poderosos del r...