Joyas.
Dinero.
Poder.
Mujeres.
Tanto que puedo tener sin el mas mínimo esfuerzo y resultaste ser tú mi luz rosa al otro lado del lago.
Temo morir sin haberla podido alcanzar.
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Damian...
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El frío invierno había llegado a la academia Edén, los jóvenes adolescentes apenas podían concentrarse con la nariz helada y los dedos entumecidos.
Bueno, esa era la razón de la mayoría para no poder prestar atención a la lección; Damian Desmond, un joven inteligente, alto y popular por su parte parecía tener toda su atención en una compañera que cabeceaba en una de las primeras filas. Anya Forger, siendo tan susceptible a las distracciones como suele ser, no necesitaba un motivo en específico para no importarle las lecciones de sus profesores. Todos creían que era un milagro que haya logrado ser académica imperial con su bajo rendimiento escolar (exceptuando la clase de lengua clásica que se le daba de maravilla) casi al mismo tiempo que su amigo Desmond.
Damian podía verla luchar con la pereza de su cabeza trazando círculos enderezandose únicamente cuando Becky le pedía que se mantuviera despierta o justo antes de que él profesor le preguntara algo.
Se veía tan tierna y graciosa con sus ojos viscos por el sueño, su pelo rosa por su cara y si se descuidaba soltaba un ronquido suave que en el silencio del aula la hacia destacar haciéndolos a todos reír.
Estaba enamorado y cada acción, por tonta que fuera, él no podría evitar encontrarla adorable y encantadora. Ya tenía dieciocho, prácticamente un hombre (según él). No podía seguir negando su enamoramiento por la chica Forger, lo aceptó hace ya un tiempo creyendo que asinserarse calmaria sus emociones; incrédulamente estos solo aumentaron.
— ... Debo recordarles, jovenes, — Alzó la voz el profesor Henderson despertando mentalmente/literalmente a Damian y Anya ambos enderezandose en sus lugares. — que están a año y medio de graduarse de esta academia, un gran logro para todos. — Los murmullos no se hicieron esperar, la emoción y felicidad por terminar esa etapa envolvió a los estudiantes obligando al docente a callarlos para poder continuar. — Pero luego serán los rostros de Edén y deben ser y actuar como tales; íntegros, educados, organizados y sobre todo elegantes. Comportase de manera vulgar es impensable. — El decano dirigió su mirada a una de las primeras filas.
"¿Por qué me mira a mi?" Pensó Anya al sentir los viejos ojos de su profesor sobre ella.
— Aunque les parezca apresurado... — continuo. — quiero que me entreguen un reporte de como visualizan su futuro, lo que desean ser, lo que desean lograr, en lo que desean convertirse. — Se pudo escuchar unas cuantas quejas por lo bajo ante la asignación. — Es imperativo esta clase de trabajo. — Aclaró. — Si mi memoria no falla, hace varios años atrás les pedí que investigarán de una profesión que fuera de su interés, ahora como jóvenes adultos, deben ver el panorama completo. ¡Investiguen quién desean ser!
Desde este punto Damian dejo escapar un pesado suspiro haciendo oídos sordos al resto de la explicación y resolución de dudas que su querido profesor hacía.
Era una tarea molesta y hasta cierto punto deprimente.
Su vida por controversial que se había vuelto desde que su padre fue encarcelado por atentados contra la paz en Ostania no había cambiado demasiado. Esto mayormente gracias a la diligencia de su hermano mayor, Demetrius, liderando la familia.