CAPITULO 3

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En Seúl, a pesar de que los rumores podían ser inclusive más fuertes, todo era más tranquilo, a excepción para algunos empleados, sobre todo para los de una empresa en específico, la compañía de tecnología, había empezado desde los suelos, y poco a poco se había convertido en un imperio, uno que fue gobernado por un alfa, el señor Choi Min Ho, quien al haber recibido la noticia de que tendría un heredero, había sido la más maravillosa de todas, el hombre era temido, uno de los alfas más imponentes, impacientes y al que no le podías dar una respuesta negativa como tal y que él la aceptaría a la primera.

El hombre era respetado al máximo por todos a su alrededor, y por supuesto no dejaría que su hijo, su primogénito se dejase mangonear por otros, no permitiría que su hijo se volviera un alfa débil, por eso desde niño, Choi Yeon Jun, aprendió a que la debilidad de todo alfa no debían ser sus sentimientos, debía de comportarse como todo un hombre, no debía de dejar que los demás lo pisotearan, debía imponer su mando a como de lugar, y cuando su padre vio que su hijo estaba listo para tomar el mando de la empresa, no dudo en retirarse.

Ahora Choi Yeon Jun era dueño, y jefe de Choi Technologies Corporation, y como había prometido, jamás iba a decepcionar a su progenitor quien le había dado y enseñado todo lo que debía para poder convertirse en una versión mejor que él.

Por eso mismo, que ahora su mano derecha estuviera frente a él diciéndole que todavía no han podido obtener respuesta alguna para poder continuar con el proyecto del nuevo edificio en Ansan para poder expandir la compañía a todo el país, sólo estaba haciendo que se sintiera irritable.

—¿Señor Choi? —pregunto Chang Bin, casi en un hilo de voz, detesta su trabajo cuando se trata de dar las nuevas noticias, y más cuando no son a favor de la empresa.

—Se suponía que habían ofrecido la mayor cantidad de dinero posible a aquel maldito que se niega a venderme su estúpido local —gruño haciendo que el beta frente a él temblase ligeramente.

—S-sí, señor Choi —dijo Chang Bin, carraspeo su garganta, esto era más difícil de lo que pensó—, pero, el hombre se niega a darnos una respuesta, sólo... él sigue ignorando las cartas que le enviamos.

Yeon Jun soltó un largo resoplido, esto era el colmo, ¿acaso aquel hombre no veía lo beneficioso que era para él y su familia? ¡Era una cantidad de dinero enorme! Ni siquiera su local valía ni la mitad de la suma de dinero que le estaba ofreciendo. Ese hombre se trataba de una persona sumamente estúpida que no sabía con quienes se estaba metiendo.

—Envía una nueva carta, pero, está vez adviértele que, si no acepta esta oferta, me veré en la obligación de hacerlo entrar en razón por mi cuenta.

—Señor Choi —el mencionado miro al beta—, n-no podemos obligar a nadie a...

—¿Qué has dicho? —de nuevo un gruñido poco contenido salía por los labios de Yeon Jun, Chang Bin sabía que se metería en problemas si decía algo como eso, sabía que a Yeon Jun no le gustaban las respuestas negativas.

—D-dije que lo h-h-haré... —dijo por fin Chang Bin, haciendo que Yeon Jun diera un asentimiento aprobando las palabras de su mano derecha.

—Perfecto, no quiero margen de error, quiero ese edificio en Ansan lo más pronto posible, y quiero que ese tipo, deje de negarse a vender su local, adviértele que habrá consecuencias, ¿entendido?

—S-sí señor Choi.

—Bien —dijo Yeon Jun dando un asentimiento—, puedes irte.

Chang Bin dio un asentimiento antes de dar media vuelta y comenzar su camino para salir de la oficina principal del jefe, Chang Bin todavía se preguntaba si el padre de Yeon Jun había hecho bien en convertirlo en lo que es ahora, Chang Bin lo conoce desde que son niños, antes Yeon Jum solía divertirse y jugar mucho, a excepción de cuando su padre estaba cerca, después de que Yeon Jun había cumplido los siete años, su padre había decidido que los juegos eran tonterías y que debía enseñarle a su hijo que lo más importante eran sus estudios, su comportamiento y que los amigos eran sólo pasajeros, Chang Bin volvió a encontrarse con Yeon Jun cuando este ya tenía veintitrés años, y el cambio era notorio, de un niño alegre a un alfa imponente e inclusive mucho más agresivo que su padre.

A veces Chang Bin se preguntaba si acaso quedaba algo de compasión dentro de Yeon Jun, pero por lo que veía no era así, aunque quizás estaba perdiendo demasiado pronto las esperanzas, pero esperaba que no fuera así. En cuanto Chang Bin por fin cerro la puerta de la oficina, Yeon Jun se permitió soltar un resoplido.

Estaba cansado de tener que estar esperando tanto por un tonto local, hace dos semanas, si aquel hombre hubiese aceptado su oferta, ya estarían construyendo la mitad del edificio de la corporación, pero no, aquel hombre estaba reacio a querer vender aquel local, no entendía sus razones y no es como si quisiera saberlas, no estaba dispuesto a tener una conversación amena con un hombre necio, tenía suficiente con los demás asociados de su compañía.

Su padre tenía razón, había veces en que las personas parecían creer que tenían todo el poder para darle un 'no' como respuesta, pero definitivamente no dejaría que un tonto de clase más baja que la suya, fuera a darle una respuesta como esa, si tenía que ir allí para ponerlo en s lugar y obligarlo a aceptar el dinero para que se marchase, lo haría sin dudarlo, después de todo, a Choi Yeon Jun, nadie le da un 'no' como respuesta sin arrepentirse de hacerlo.

Su padre tenía razón, había veces en que las personas parecían creer que tenían todo el poder para darle un 'no' como respuesta, pero definitivamente no dejaría que un tonto de clase más baja que la suya, fuera a darle una respuesta como esa, si t...

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REBELDÍA PARA UN JEFE - YEONBINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora