–Si, lo soy.
–Ah, usted es la que lo va a defender al cura, me presento soy el comisario Fernando, uno de los pocos que no le cree nada.
– ¿Uno de los pocos? El único diría yo. –Él se ríe. –Si me disculpa, me voy comisario, hasta luego. –Se da media vuelta y se aleja de él.
Fernando se ríe y ve que la rubia se alejaba de él.
–Mira que linda abogada se consiguió el cura. –Muerde su labio y niega con la cabeza.
Gimena entro en su casa y dejo lo que compro en la mesada de la cocina, abriendo la heladera y poniendo las cosas que eran para comer.
–Creo que no me falta nada. –Revisa la bolsa y pone sus manos en la cabeza. –Los huevos, me quiero matar. –Saco la caja de huevos y estaban todos rotos.
Tiro los huevos a la basura y escucho el timbre.
– ¿Quién será? –Pensó por un momento, camino hasta la puerta y la abre. –Ay Dios. –Suspiro.
Fernando vio a la mujer que estaba delante de él, rubia y de ojos azules, tenía un lunar en su mejilla derecha y de tez blanca.
–Quería darte esto. –Le entrega la caja de huevos. –Sabía que se te habían roto y te compre una.
–Gracias señor. –Dijo.
–Dígame Fernando y es más hasta somos vecinos, ¿Su nombre? –Quiso saber.
–Gimena.
–Mucho gusto. –Sonríe. –Y perdón si la hice enojar.
–No importa, me tiene sin cuidado si me peleo con usted o no. –Lo mira. –Y muchas gracias, que tenga un buen día. –Él quiere hablar, pero le cierra la puerta en la cara. –Hoy no es mi día. –Suspira.
Era la tarde y ella merendó en la sala mientras estaba mirando la televisión, agarro su celular para revisar los mensajes y lo dejo en su lugar.
Puso su ropa en el los muebles de su habitación y se puso una crema humectante en su piel blanca, en su rostro tenía poco maquillaje y salió de su casa con unos lentes de sol.
Camino por las calles del centro de la ciudad y miro que había en las vidrieras.
Sus largas piernas recorrieron todo lo que pudo hasta que anocheció, se paró en un lugar donde había una hermosa playa y se sentó en la arena.
Miro a ambos lados y vio que no había nadie, se quitó la ropa y se metió desnuda en el agua.
–Ay que frío. –Temblaba hasta que se zambullo y saco su cabeza, su pelo estaba completamente mojado y nado un poco para entrar en calor.
El padre Lucas estaba caminando por la calle iluminada metido en sus pensamientos, tenía su ropa para salir a correr, con una mano se peinó su pelo oscuro y vio una sombra al final de la calle, se detuvo y vio que una mujer estaba en el agua y desnuda, camino hasta la arena y tratando de no ver nada raro, la mujer se dio vuelta y le pareció la mujer más hermosa que nunca había visto.
– ¿Esta loca? ¿Pero que hace bañándose desnuda? –Le grito.
Gimena no lo podía creer, se sentía muy incómoda y corrió hasta la arena para ponerse la ropa.
–Se nota que usted es nueva aquí y esto que hizo es una falta de respeto.
–Lo siento, solo quería nadar un rato y como no había nadie. –Aterrada.
–No me interesa señorita, no se hace eso. –Temblaba.
–Le pedí perdón, no me importa si estuvo mal o no señor, así que salga de mi camino.
Ella camino en la arena y se trastabillo haciendo que el taco de su zapato se rompa.
–La que me faltaba. –Grita.
– ¿Esta bien? –Preocupado.
–Si, estoy bien señor entrometido. –Sale de ahí rengueando.
Lucas se queda mirándola irse y corre hasta ella para ayudarla.
–Déjeme ayudarla. –Dijo.
–No, yo puedo sola.
–Si usted no hubiera echo eso, no hubiera pasado nada. –Ella lo mira y el traga saliva.
–Cierre la boca. –Sigue con su camino.
Más tarde, ella entra a su casa y le dolía los pies, se recostó en su cama.
–Hoy no fue mi día y que exagerado que es, como si fuera la primera vez que vio a alguien desnudo. –Enojada y después se ríe. –Ya me oirá cuando lo vuelva a ver.
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Ley prohibida (Ahora en Dreame)
Storie d'amoreGimena es una bella abogada que tiene un nuevo caso: defender a un sacerdote que es acusado de un problema que no cometió. Ellos se conocen por un conflicto que sucede entre ambos, y a partir de allí todas las estructuras en las que ellos creían se...