Capítulo 4: Nuevas amistades

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Pov Akali

Tras llevar huyendo por más de la mitad de la noche, un corte en la ceja gracias a un kunai y haber perdido la mitad de su material de arte, la jóven ninja comenzaba a sospechar que quizás, no había sido la mejor idea el haber grafiteado la entrada principal de la 'Orden la sombra'...

*Cuatro horas antes*

La azabache se encontraba francamente aburrida, había casi finalizado su curso escolar y con ello vendrían muchísimas hora libres que poder dedicarle a acabar con los abusones que merodeaban por su ciudad; si bien no habían indicios de que la gentuza que allí se encontraba tuvieran las mismas intenciones genocidas de cuando vivía en Runaterra, ciertamente seguían siendo una desgracia y un peligro para el resto de la humanidad.

Zed se había afincado en un dojo cercano a la 'Orden Kinkou', bien para arrebatar a la clientela o para mantener la eterna rivalidad que tenía con sus contrarios. Si bien ya no habían guerras sangrientas de por medio, habían trapos sucios guardados bajo las mangas, y eso no lo iba a permitir; ya había vivido lo suficiente durante la guerra contra Noxus, como para poder acabar con tonterías como esas. Ambos seguían siendo clanes de asesinos escondidos bajo la tapadera de dojos de entrenamiento, pero a decir verdad, para los Jhomen Tethi, esa tapadera les hacía felices; poder entrenar a tantos jóvenes y verlos valerse por sí mismos era ciertamente reconfortante, pero mentiría si dijera que no esperaba con ansias las misiones secretas que le llegaban por parte de su madre. Akali no se había molestado en preguntar quién o quienes las contrataban, pero ciertamente le daba igual, ella acababa con seres miserables, contrabandistas, pedófilos, políticos corruptos...así que eso era suficiente información. Lo que la inquietaba y la conducía a molestar abiertamente a sus rivales de trabajo, eran las personas para las que los otros trabajaban, si bien ella podía decirse que se encontraba en la lado "bueno" de la historia, Zed, Kayn y su séquito de delincuentes eran la parte mala de ese trabajo. Aquellos a los que la ninja intentaba erradicar, eran los protegidos de la "Orden de la sombra", por lo que no tendría ningún tipo de piedad con ellos, aunque lo único que pudiera hacer abiertamente sea fastidiarlos en su tapadera.

De esa manera, había acabado completamente en cubierto en las puertas de la orden, spray en mano, con los auriculares con el rap a tope y una sonrisa tenebrosa bajo su cubrebocas. Después de revisar que no había nadie vigilando la enorme puerta, Akali trepó la misma cayendo en el patio principal; pudo observar el gran ego del jefe de la orden, pues en medio del enorme jardín, se encontraba una enorme estatua del maestro de las sombras. La joven, le daría más tarde un bonito atendimiento a esta para recordarle a sus compañeros, quienes eran y donde merecían estar.

Tras escabullirse dentro del edificio, la azabache comenzó a dibujar un enorme dragón en tonos violáceos y dorados a lo largo de toda la entrada principal. En una sola hora había culminado toda una obra de arte que de seguro enfurecerían al creído de Kayn y a su más creído maestro; solo faltaba una cosa, darle un toque moderno a la estatua. Este pensamiento se quedó en eso, pues un kunai rozó su ceja izquierda cuando la muchacha se había dispuesto a apretar el aerosol con pintura roja que tenía en la mano. De un salto, se sumió en las sombras, pero otro kunai dio de lleno en la pared que tenía en su espalda.

–¿Pensabas que te saldrías con la tuya lagartija?--comentó contundente una voz que reconocería en cualquier parte. –Eso es lo que estoy haciendo– comentó la ninja mientras saltaba el muro y huía de las armas que estaban siendo arrojadas hacia su persona desde diferentes puntos de la oscuridad.

A toda velocidad, Akali consiguió escabullirse entre los callejones poco alumbrados que acostumbraba a recorrer camino a sus clases, pero lo que no se esperaba era encontrarse de sopetón con un pelinegro con mirada amenazante y guadaña en mano. Kayn esprintó sin dudarlo, barriendo los pies de la ninja con su arma, pero la jóven fue más rápida, de un salto se subió en esta y corrió hacia su contrario, golpeándole con el pie y derrumbándole en el proceso, momento en el que aprovechó para escapar; pero nada sería tan fácil, en el momento en el que intentó trepar el muro frente a sí, nuevamente fue envestida por el muchacho, haciéndola caer del mismo. Con un rápido movimiento, Akali sacó un kunai de su bolsillo y cortó la cara de su contrario, logrando sacar un sonoro quejido de este junto a algunas maldiciones hacia su persona; aprovechando el bug, la ninja tiró una bomba de humo y huyó del escenario sin mirar atrás, sin embargo, este suceso sería repetido a lo largo de toda la noche. Kayn persiguiendo a la azabache y esta huyendo a lo largo de la ciudad intentando perderle la pista.

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