Azul

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Advertencia de contenido

Sangre, heridas y muerte. Lee bajo tu respondabilidad.

Este capítulo está escrito bajo el concepto What If (Qué pasaría si), en el que exploro las posibilidades de una desición diferente o un suceso cambiado. Los hechos son de mi autoría.

Lo escribí como parte de los retos de Editorial_Daher.

Lo escribí como parte de los retos de Editorial_Daher

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—Todo lo que te ofrezco es la verdad, nada más.

Neo observó hacia las manos de Morfeo, en la que descansaban las dos píldoras, con cierta duda. Tras la larga, aunque vaga, explicación sobre lo que era la Matrix, lo que había sentido como una certeza se transformó en la duda.

Roja o azul, era su elección, pero ¿alguna era correcta? ¿Cómo podría renunciar a su vida sin ninguna garantía, sin indicios o sin una verdadera respuesta?

Todo eran acertijos y palabras a medias. Al igual que el resto de su vida, ninguna respuesta fuera de lo que él mismo conocía podía ser confiable. Nadie tenía una respuesta completa a sus preguntas, y estaba cansado de eso.

No estaba dispuesto a lanzarse al abismo en plena incertidumbre.

Tomó la pastilla azul entre sus dedos, observando a Morfeo con determinación, pero a través de sus lentes oscuros pudo percibir su decepción.

La puerta se abrió como siempre: de par en par y con fuerza para dejar entrar al capitán de la nave, sin embargo, la ausencia de una persona los dejó descolocados en sus lugares.

Por la puerta pudieron ver al hombre que habían estado buscando por mucho tiempo sentado todavía en el sillón, inconsciente por la píldora azul que borraría las últimas horas de información de su cerebro y que lo mantendría así por varias más. Habían congelado su código.

Trinity lo observó con un vacío en el corazón. Cerró los ojos con tristeza y decepción nuevamente. Estaba cansada de que todo se volviera a repetir. Una y otra vez, apoyaba a Morfeo en su búsqueda, pero nada parecía cambiar en relación a los anteriores, salvo la emoción que la embargaba.

—Apoc, Switch, llevenlo de regreso —ordenó Morfeo— Que nadie los vea.

Ambos obedecieron. Salieron de la habitación, pero no como las otras veces. Al estar a espaldas de Morfeo, giraron para observarlos a todos, en especial al capitán, con duda en sus miradas, antes de cargar entre ambos el cuerpo inconsciente de Thomas Anderson.

Cypher arrojó con decepción los visores que había estado configurando para sacar al elegido de turno, y observó a su capitán con reproche.

—Ya es la sexta vez, Morfeo.

—No habrá otro error.

—Eso dijo la última vez —reclamó, con las cejas enarcadas en busca de una explicación real.

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