Destino

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Este capítulo se basa en información dada en el juego Enter the Matrix, sin embargo, los hechos son de mi autoría.

Este capítulo se basa en información dada en el juego Enter the Matrix, sin embargo, los hechos son de mi autoría

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La ciudad de Zion solía estar llena de bullicios. La voces de personas y el ruido de máquinas que reverberaban en el espacio metálico del área residencial estaban ausentes en la noche, donde un silencio absoluto reinaba. Las luces guía de las pasarelas metálicas hacían las veces de estrellas en el domo reforzado cuando la luz principal que simulaba el sol se apagaba.

En la oscuridad de la noche, Trinity salió descalza de su pequeño cubículo tratando de hacer el menor ruido posible. El eco de la caverna resultaba intimidante, y en él se maximizaron sus pasos y el traqueteo del elevador que la llevaría hasta su destino.

Dentro de la caja metálica, dejó su pequeña bolsa en el suelo y se ató el cabello que ya llegaba a sus hombros en una coleta sencilla para que no le incomodara. Se cambió la camisa a una sin mangas pese al frío y se ajustó las botas militares cuando las puertas ya empezaban a abrirse, y recogió sus pertenencias con prisa y cautela esperando que nadie la viera.

Pese a haber avanzado hasta llegar al construct en el programa de entrenamiento, había algo de sus inicios de lo que no quería desprenderse, y eso era el esfuerzo físico. No estaba dispuesta a que un programa lo hiciera todo por ella y dejar de ser humana con ello. Lo que el operador ingresaba en su mente solo servía dentro de Matrix, pero el mundo real también estaba lleno de amenazas.

La sala de entrenamiento físico estaba disponible en todo momento para los oficiales, y en horarios limitados para los reclutas, y solo para aquellos que iniciaban su preparación, pero ninguno de los dos grupos mostraba tanto interés en el entrenamiento como deberían.

La mayoría de aspirantes esperaban entrar a la tripulación de una de las nueve naves con la esperanza de liberar más mentes de la eslcavitud, y ella no era diferente, sin embargo, las vacantes, que dependían de cada nave y capitán, eran pocas, y aquellos que no lograban ingresar a un equipo, debían quedarse en Zion para resguardar la ciudad de los posibles ataques de las máquinas. Eran sus cuerpos en la realidad los que sufrirían los ataques si no estaban preparados.

Empezó su rutina diaria corriendo alrededor de la sala hasta quedarse sin aliento tras varios minutos, pero decidió continuar. El cansancio se había vuelto una de sus sensaciones favoritas después de un año fuera de Matrix. Saber que su verdadero cuerpo y ser se movían en libertad le daba cierta satisfacción que jamás había sentido. Los latidos de su corazón retumbaban en sus oídos, dejando claro que estaba más que viva.

—Pensé que habías dejado esto, querida hermana.

Trinity paró a la mitad de una dominada para ver hacia el lugar de donde venía la voz de su amigo más cercano. Ghost la observaba con reclamo en sus pequeños ojos oscuros, apoyado en el marco metálico de la pesada puerta con una sonrisa de burla.

—¿Tú volviste a asustar a la gente, hermanito?

—En diez minutos encienden las luces, no deberías estar aquí.

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