04

6 1 0
                                    

Entramos al lugar y nos sentamos en las sillas en donde solíamos sentarnos, para nuestra sorpresa Agnes seguía trabajando aquí, ella nos atendía cuando éramos niños o, ustedes entenderán.

Al lado nuestro había un señor con el cuál cinco estaba hablando.

— Sabe señor, mis hermanos y yo solíamos venir aquí cuando éramos niños, nos atascabamos de donas hasta vomitar.— Dijo cinco sin preocupación alguna.

El seños se le quedó viendo asintiendo lentamente.

— Lo siento, el fregadero se tapó,¿Qué ordenarán?.— Llegó agnes de atrás de la tienda.

— Una dona de chocolate.— Respondió el señor en seguida.

— ¿Y a los chicos les traigo un vaso de leche?.—

— El chico quiere café.— Dijo sonriendo mostrando los dientes.— Negro.

— Yo quiero un capuccino. Por favor.— Sonreí, a lo que agnes se me quedo viendo, supongo que me reconoció.

— Enseguida.—

Veía al señor mirándonos raro, al final el pagó por nosotros y se fue.

Unos minutos después, minutos en donde cinco y yo estuvimos mirándonos mucho  sin decir una sola palabra, entran unos señores con armas.

— No se tardaron mucho.— Murmura cinco luego de voltearme a ver.

— Vamos chico, terminemos con esto rápido, no quiero llegar a mi casa con la conciencia sucia de qué mate a un niño.—

Cinco y yo nos miramos por unos segundos, un miedo en mi se fue y me recordó o los viejos tiempos en dónde el y yo hacíamos todo juntos en las misiones

El sabía lo qué yo estaba pensando y digo...

— Oye, Tranquilo.—

— No vas a llegar a casa.— Dice y se teletransporta a otro lado golpeando o matando al primer hombre.

Al instante intento golpear a uno, pero son más rápidos que yo y me tumban al suelo.

Ya basta de contenerte Delaney, tu papá no te entreno 24 horas seguidas para nada.

Golpeo al mismo hombre que me tumbó, al instante dejándolo inconciente.

Luego al segundo.

Tercero.

Cuarto.

Y ya estaba muy cansada cómo para seguir. Sólo cerré mis ojos menos de un segundo y detuve el tiempo.

— Termina ésto,¿Quieres cinco?.—

— Claro,señora.—

—¿Me ves cara de señora?.—

— Apuesto a qué cuando crescas tendrás canas.—Dijo matando al último hombre.

Solo salí de allí, con el siguiéndome.

— ¿No me dirás quiénes eran ellos?.— El tiempo vuelve a la realidad.

—El mundo se acaba en 10 días, y no tengo la más mínima idea de como evitarlo.— Me dice esto, mientras se quita el chip que tenía en su brazo.

—¿Qué?.— Quedo inmovilizada, viendo como él se acerca a mi y me trata de explicar.

— Una especie de empresa sabe qué estoy intentando evitar el fin del mundo y vienen por mi.— Suspira muy fuerte.— Necesito tu ayuda ,ahora más que nada tenemos que estar unidos.—

— Siempre hemos estado unidos,cinco, jamás te dejaría solo.— Digo rompiendo más el espacio que había entre él y yo

— Y te agradezco.— Mira mis ojos por última vez antes de voltearse y emprender su camino.

Pure love. | C. HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora