OO3 ── foolishly hypnotized

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German !
Buenos Aires

Siete y media de la tarde, probablemente la mejor y peor hora del día. La mejor por el atardecer que pintaba el cielo de colores, la peor porque me hacía replantearme cada segundo de mi existencia.

Hacia dos horas me estaba replanteando que hacer con mi vida. Carre y Lara me habían invitado a una fiesta de bienvenida que le habían organizado a una tal Celeste —de la no sabía absolutamente nada— y por más de que quiera mucho a la pareja, no sabía que pingó hacer.

Media hora antes de que me llegará un mensaje por parte de Carre haciéndome acordar que estaba más que invitado a la supuesta reunión, había discutido con Camila, mi ex, lo que me habia sacado hasta las pocas ganas de vivir que manejaba —que por cierto no eran muchas—.

Capaz se preguntarán (o no) porque mierda sigo hablando con ella si es mi ex, bueno, ni yo sé bien la razón. Lo único que sé es que había despertado de la siesta con más de veinte mensajes de la colorada en los cuales me hacia saber que estaba absolutamente enojada conmigo por haberle devuelto el follow a una tal Marina, que resultaba ser su amiga. ¿Le tendría que haber dado bola? No, pero era difícil no hacerlo cuando la oji-marrón se había encargado de estallarme el celular con mensajes —para nada amigables— preguntándome muchas cosas, y punteandome también, obvio.

Cómo si no hubiera sido suficiente con haber estado con la mayoría de mis (no tan) amigos cuando cortamos, pensé.

Era increíble como pasaba el tiempo y yo, por más de no haber sido el culpable de nuestra separación, no me la podía sacar de la cabeza. A veces pensaba que la colorada era el amor de mi vida, después llegaban Rodrigo o Tutu a darme un par de cachetazos y se me pasaba, pero más allá de ello, la presencia de la oji-marrón no salía de mi cabeza. Y era frustrante, muy frustrante.

Así que esa era mi situación, una pequeña lucha interna por no saber que hacer. Tenia dos opciones; uno, quedarme encerrado comiéndome la cabeza por culpa de mi ex, o dos, aprovechar, salir y conocer gente nueva.

— ¿Qué decís Miel, me quedo o me voy?— le pregunté a la gata, quien dejó de bañarse a si misma para mirarme por una fracción de segundo.— Ah, te chupo un huevo. Que amor.

Un maullido por parte del animal hizo que la volviera a mirar, dejando de cebarme el último mate que me quedaba antes de tener que cargar el termo por tercera vez en el día.

— ¿Salgo, no?

Otro maullido retumbó en mis oídos, lo que rápidamente tome como un sí. Di un largo suspiro, tomando el último mate antes de comenzar a dirigirme al baño para pegarme una ducha, pues esa misma mañana me la habia pasado entrenando y no pintaba para nada caer con olor a culo, por mas de que no conociera a la festejada ni a los invitados de la fiesta.

Media hora después ya estaba listo y dirigiendome al bar, no sin antes despedirme de la gata, por supuesto. Al llegar, no pude evitar sorprenderme levemente al ver que el lugar no estaba ni siquiera cerca a lo que me imaginaba o a lo que me habían dicho mis amigos cuando les había preguntado por la ubicación. Repase con la mirada la cantidad de personas, que suponía no pasaba más de los veintitantos invitados, tratando de encontrar a las únicas dos personas que creía conocer. Hasta que una voz, que por cierto reconocía bastante bien, hizo que diera media vuelta.

— ¡Gordi, viniste!— exclamaron detrás de mi.— Ro y Tutu estaban por apostar a que no venías.

— Y... Casi, pero me auto obligue a socializar un poco.

english love affair. unicornio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora