Capítulo 8.

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No podía quedarse quieto por más de dos minutos. Giró muchas veces entre sus sábanas; a pesar de que tenía calor y que de su frente resbalaba sudor como si estuviera bajo el sol durante una tarde de verano, todo lo que alcanzaba a tocar se sentía demasiado frío. Las cosas a su alrededor se veían borrosas y él se sentía atrapado en una pesadilla.

Te dije que te ibas a arrepentir —escuchó la voz de su hermano en la cercanía—. Te lo advertí. ¿Recuerdas, hermanito?

—¿Q-qué...?

Te lo advertí —repitió Hyun Jae.

La voz del mayor se escuchaba como un eco dentro de su cabeza. Hyun Jin estaba desesperado a esas alturas, sólo deseaba abrir los ojos, levantarse y tomar un poco de aire... Pero parecía que moverse con incomodidad, escuchar a su gemelo y esperar a que su mal sueño terminara era lo único que podía hacer en esos momentos.

Durante la mañana siguiente, Seung Min intercambió unos cuantos mensajes con Hyun Jin. No supo cómo lo logró, pero a la hora del almuerzo encontró valor suficiente para confesarle que echaba de menos su compañía y tenerlo sentado a la misma mesa que los demás, aunque al mismo tiempo comprendía que debía hacer su trabajo en equipo con Tae Hyun. No tenía ni idea de cómo reaccionaría el más alto tras leer aquello. Sin embargo, cuando le respondió que podían verse un rato ese misma tarde si él estaba de acuerdo, una alegría indescriptible invadió su corazón y aceptó de inmediato. ¡Tres segundos antes de que su teléfono se quedara sin batería!

Guardó el aparato en su mochila, decidido a conectar su cargador más tarde, tal vez en la biblioteca. Alzó la vista y alcanzó a reconocer a su amigo Bang Chan en un pasillo cercano. Cargando dos cajas pesadas llenas de decoraciones, se veía ocupado y también con el estrés un poco por encima de lo común, por lo que Seung Min prefirió no molestarlo y sólo esperar a que llegara cuando pudiera.

A Chan siempre le pareció una gran estupidez que la universidad le pidiera a los alumnos con más tiempo en la institución organizar una fiesta de bienvenida. No podía verlo como una oportunidad de recibir un ciclo escolar recién iniciado con nuevos amigos, sino sólo como una excusa para que todos se descontrolaran un rato.

Lo peor de pertenecer –involuntariamente– al comité organizador del evento eran las responsabilidades que caían sobre él. Intentaba hacerse cargo de lo más sencillo, pero tampoco podía negarse a ayudar a otros compañeros cuando éstos se lo pedían con amabilidad.

—Estoy cansado —se quejó el pelinegro tras un largo rato, por fin sentándose a almorzar con sus amigos—. No puedo creer que todavía quedan cuatro días de sufrimiento antes de la fiesta.

—Qué exagerado eres —comentó Mina entre suaves risas al momento de sentarse junto a él y darle una mordida a una manzana roja.

La castaña también era parte del comité y, a diferencia de Chan, ella estaba muy emocionada con todo lo que estuviera relacionado a la organización. Miró a sus amigos y les sonrió como si quisiera transmitirles confianza. Separó sus labios y trató de hablar, pero no tuvo éxito.

—A nadie —habló Seung Min antes de que la chica pudiera preguntar ese "¿A quién llevarán a la fiesta?" que claramente moría por abandonar su boca.

—Oh, vamos —suspiró—. ¿Ni siquiera piensas en Hyun Jin? Estoy segura de que le encantaría ir contigo.

—Mina, no es un baile, es una fiesta —explicó con calma—. Las personas van a ese tipo de cosas con sus amigos. ¡O sea, en grupo!

—Tiene razón —lo apoyó Chan—. Cuando uno quiere tener una cita, hay lugares que son mucho mejores que una fiesta.

Derrotada, la castaña hizo un pucherito y continuó con su almuerzo. No le parecía mal que la fiesta se llenara con grupos de amigos, pero también creía que era romántico que alguien llevara a su pareja a divertirse.

—Oigan, ¿supieron acerca de los cortes de electricidad? —Preguntó Yeon Jun mientras revolvía la yema de un huevo frito en el tazón de su arroz blanco—. Esta mañana un profesor nos dijo que se necesita probar algo para la fiesta de bienvenida, así que habrá unos cuantos cortes a partir de estas horas, aunque serán breves.

—Ah, sí, nos comentaron algo parecido —contestó Mina.

Seung Min no pudo evitar preocuparse por Hyun Jin al escuchar eso. ¿También él estaba enterado de lo que decían sus amigos?

Aún recordaba lo que el pelinegro le había confesado y las palabras que había soltado en aquella ocasión. "Quedé traumado. Hoy en día, cada vez que nos quedamos sin electricidad, me pongo a temblar".

—Perdón, tengo que irme —Seung Min se levantó rápidamente—. Se me olvidó que... Ahmm... —No pudo encontrar una buena excusa, pero aun así se colgó su mochila y comenzó a alejarse de la mesa—. Les explicaré todo después.

El castaño corrió hacia el interior de la universidad y empezó a buscar a Hyun Jin. Creyó que estaría en la biblioteca, trabajando con Tae Hyun, pero no encontró a ninguno de los dos chicos ahí. Frunció el ceño y salió para seguir con su búsqueda sin haber recuperado el aliento.

Cuando lo vio a lo lejos, cerrando su casillero, gritó su nombre con la esperanza de llamar su atención:

—¡Hyun Jin!

El pelinegro volteó a verlo y le sonrió débilmente. Aliviado, Seung Min se acercó y sostuvo las manos ajenas entre las propias con delicadeza.

—¿Estabas buscándome?

—Sí, como loco —se atrevió a bromear sólo porque ya se sentía mucho más relajado al estar cerca de Hyun Jin—. ¿Qué hacías?

—Nada interesante. Tae Hyun y yo decidimos terminar un poco más temprano hoy porque vamos muy bien con nuestro trabajo, así que él se fue con su novio, yo vine a guardar unas cuantas cosas en mi casillero y ya —se encogió de hombros—. ¿Y tú? Pensé que nos veríamos hasta después de clases —miró sus manos unidas—. ¿Me extrañabas tanto que no pudiste esperar más?

Seung Min alzó una ceja, pero luego se dio cuenta de que seguía sujetando las manos del pelinegro, por lo que las soltó al instante.

—Perdón.

—No, descuida, no me molesta —volvió a rozar sus dedos con los de Seung Min—. De hecho, es todo lo contrario. Me gusta —dijo antes de acercar al castaño más hacia su cuerpo con un solo estirón.

—Hyun Jin... —Seung Min por poco perdía su voz.

—Seung Min...

Su mirada se había perdido ya en la sonrisa encantadora del contrario y su corazón estaba latiendo como si fuera a salirse de su pecho en cualquier momento. Hyun Jin no dejaba de acercarse más hacia su rostro y él estaba bien con ello, considerando la idea de sólo dejar caer sus párpados y permitir que un beso entre ellos se hiciera real.

Pero algo no estaba del todo bien...

Un fuerte sonido y los gritos sorprendidos de varios alumnos los hicieron apartarse de manera súbita. Con un vistazo a su alrededor, se dieron cuenta de que el primer corte de electricidad había ocurrido.

—¡Por eso estaba buscándote! —Pareció reaccionar el más bajo—. Tenía que decirte que... ¿Estás bien?

Hyun Jin se veía bastante normal. Estaba sonriendo, lo cual era fácil de notar a pesar de que los pasillos se habían oscurecido.

—No deberíamos detenernos —aseguró, devolviéndole su atención al contrario—. Sabemos que los dos queremos esto. Siendo sincero, opino que la ausencia de luz de alguna manera sólo nos ayuda a mejorar el ambiente —se acercó una vez más, pero Seung Min dio un paso hacia atrás.

Se le quedó viendo al más alto por unos cuantos segundos y por fin entendió todo. Fue tan evidente en tan poco tiempo que incluso se sintió como un idiota por no haberlo notado antes. Con el ceño fruncido y la sensación de que su sangre hervía, habló muy seriamente:

—Hyun Jae, ¿en dónde está Hyun Jin?

—¿Qué?

—Te cortaste el cabello y lo pintaste de negro, tú no eres Hyun Jin. ¡Dime en dónde está! ¡Dímelo ahora mismo!

Continuará.

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Ya nos estamos acercando al final de este fanfic.

El lugar de Hwang Hyun Jin [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora