Capítulo 17: Recurso de casación

300 24 5
                                    

La noticia de lo que Rick y Tara se habían visto obligados a hacer en su huida se mantuvo en un círculo muy unido, para alivio de Rick. No le sorprendió demasiado: Tara, a pesar de su locuacidad, no era de las que cotillean, y sin duda comprendía la gravedad de lo que habían hecho.

Rick tenía la sensación de que se lo había contado a Michonne sólo para que Rick se viera obligado a hablar con alguien de ello, porque a la mañana siguiente, su amiga ya estaba abajo cuando él entró en la cocina para empezar a desayunar. El apetitoso chasquido del tocino cocinándose llenaba el aire, y una olla de avena burbujeaba al lado en la estufa. El estómago de Rick emitió un gruñido casi violento que sintió hasta la garganta, recordándole que no había comido en casi un día. Después de haber llegado a casa la noche anterior, se dio cuenta de que no podía digerirlo.

"¿Cuál es la ocasión?" preguntó Rick, acercándose para plantar un beso en la parte superior de la cabeza de Judith, que estaba sentada en el mostrador con un libro para colorear.

Michonne le dirigió una mirada que le decía que no hiciera preguntas estúpidas. "Hablé con Tara".

"Mm", gruñó Rick, esquivando sus ojos curiosos en favor de estudiar intensamente la interpretación de Judith de un pato púrpura y azul. Se preguntó si ella llegaría a ver uno de verdad en su vida: cada vez más, los animales parecían volver al redil, los pájaros se reunían en los campos y las ardillas subían y bajaban de los árboles. "Me lo imaginaba. Pero no hacía falta que me hicieras el desayuno".

"Nos estoy haciendo el desayuno porque aún tienes tocino y Anne se terminó el nuestro ayer. Esto", dijo, señalando la estufa, "es por razones puramente egoístas". La amistosa burla hizo que los hombros de Rick se relajaran. 

"Bueno, si ese es el caso", dijo Rick con una pequeña sonrisa, observando con el estómago revuelto cómo su amiga volcaba la carne chisporroteante en un plato, y se le hacía la boca agua. Golpeó el borde del libro de Judith. "¿Qué te parece si pasas eso a la mesa, guisante de olor?"

Desde fuera, podía parecer un desayuno familiar desenfadado, con Judith devorando con avidez su comida para poder volver a colorear y Rick y Michonne sentados juntos en la barra, compartiendo plato. La realidad no era tan hogareña.

"¿Está bien Tara?"

Michonne tarareó un asentimiento. "Está bien. Un poco conmocionada, pero Rosita prefiere morir antes que dejar que se culpe a sí misma. Tiene gente con la que hablar. Ro, Maggie, Jesús. Hay una mujer en la Colina llamada Annie que solía ser una consejera de trauma - la agenda de la pobre mujer está casi llena, pero está haciendo mucho bien."

"Seguro", dijo Rick alrededor de un bocado de tocino.

"Podría preguntarle si se hace un tiempo para verte", ofreció Michonne, y Rick se tensó de inmediato. "No seas así, Rick. Y no te atrevas a intentar decirme que no la necesitas".

"Yo no he dicho eso".

"Sé que ella estaría más que feliz de hablar contigo. Ella solía vivir en el Santuario, fue una de las que se mudó casi inmediatamente. Está agradecida por lo que hiciste, por lo que todos hicieron durante la guerra. Ella solía pasar todo el día haciendo trabajos sin sentido- limpiando armas y contando municiones. Ahora está haciendo un bien a la gente, marcando la diferencia. Ayudando". Ella apretó la mano de Rick. "Tú hiciste eso".

"Lo hicimos", corrigió Rick, "y estoy bien. De verdad".

"Tara me contó cómo lo hicisteis. Lo que tuviste que hacer. Como con... con los reclamantes".

Rick se removió en su asiento, con el sudor punzando en la línea del cabello. Odiaba pensar en esa noche, en lo que podría haber pasado, en lo que casi pasó. En Carl, en el suelo...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 04, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

To Shadows We Are Slaves. (Negan y Rick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora