— Vámonos. — Dijo Erika cuando notó que di el ultimo sorbo a mi café. Nuestra conversación duró alrededor de una hora, me habló de los lugares mas frecuentados por los objetivos y también me brindo la ubicación exacta de la sede encubierta preparada para esta misión. Las bases ya estaban establecidas, solo faltaba dar el comienzo a la operación, y lo mejor es que lo haga hoy mismo. — Claro. — Dije rápidamente y me puse de pie junto a ella, dejamos las tazas de lado y salimos del apartamento, vivía en un tercer piso, por lo que no era necesario que usásemos el ascensor. — ¿En verdad? — exclamo de pronto Erika, subiendo sigilosamente los tres escalones que acabábamos de bajar, arrastrándome con ella, ocultándonos un poco y levantando la voz. — No sabía que tenias tanto interés en el orfanato, pero será difícil que te unas como voluntaria... Creo que la única forma de ayudar sería donando un par de juguetes o víveres... — Cuando termino, pude entender el por que de sus repentinas palabras, las escaleras estaban construidas en forma de U, de tal forma que a si mirabas lo que había mas allá de la barandilla entre las escalera, podrías observar los pisos inferiores, y al percatarme, pude ver a un hombre joven, sentado en los últimos escalones del segundo piso con algunos papeles su regazo, coincidía con la descripción anterior de Erika, así que supuse que era Alex, el portero, y pude confirmarlo porque cuando escuchó de lo que hablábamos levanto ligeramente la cabeza, demostrando el interés en la conversación, pero sin llegar a verse entrometido. Cuando notamos su interés, volvimos a bajar los escalones, tomándonos tiempo en cada uno de ellos para dejar que nos oyera claramente. — ¿Tu crees? Me hacia mucha ilusión pasar el rato con los niños... — Respondí actuando como la persona mas lamentable del mundo. Deteniéndome en seco. — ¿Pero a quien dejaría las donaciones? Tu sabes que no hay muchas personas de fiar, y el lugar es un poco lejano... no me da tiempo a ir...— Ya encontraremos a alguien, no te preocupes. — Dijo mientras acariciaba suavemente mi espalda, haciendo el ademan de consolarme. Y empezamos a bajar nuevamente, pasando de largo, por el lado del portero. — Pero cambiemos de tema... Ya solucionaremos eso mas tarde, te lo aseguro. Encontraré a alguien de fiar, conozco a un par de personas en el orfanato que quizá puedan ayudarte, pero creo que sea rápido...— lentamente dejó de hablar, pudimos notar que el portero volvía a mirarnos y cuando eso pasó, ella sonrió guiñando un ojo, pude entender su indirecta y actúe como si trastabillara con algo y cayera, haciendo todo lo mas dramático posible, por un segundo estaba segura de que terminaría tendida en el suelo, pero el portero me sostuvo tan rápido como pudo, tirando todo lo que sostenía.— Oh Dios mío! ¡Eliza estas bien! — Dramatizó Erika. —Muchas gracias señor Alex... — No se preocupe señorita Erika. — Contestó rápidamente. — Por otro lado, ¿Se encuentra bien señorita? — Preguntó examinándome con la mirada. — Estoy bien, muchas gracias. — Dije sonando lamentable. Sostuve un poco mas una de sus manos y lo mire a los ojos fingiendo estar asustada. Pude notar como Erika escondió una sonrisa, y fingió atender una llamada, retirándose mientras hacia gestos con las manos.— Me alegra. — suspiró Alex aliviado y me ayudo a reincorporarme. — No hace mucho que limpiaron esta zona, lo mas probable es que siga un poco resbalosa. Debí colocar un cartel. Lo lamento. — Se disculpo desviando la mirada. — En verdad estoy bien, no se preocupe. — sonreí levemente y me incline a recoger algunos de los documentos que él dejó caer al atraparme. Mientras lo hacía pude ver una pluma, se notaba bien cuidada, pero al caer, la punta se había estropeado, parecía parte de una colección, perfecto. — Es esta una pluma muy bonita... — me levanté y le tendí los papeles que reuní. — ¿Es muy importante para usted? Lamento mucho que se halla dañado por mi culpa. — soné lo más lamentable posible y examiné el boli mas de cerca.— Es un viejo regalo... pero no se preocupe. — sonrió amargamente y trató de que se la devolviera. — Nono, nada de eso, conozco a alguien que puede repararla, deje que me la quede un par de días y la devolveré como nueva, se lo aseguro, será mi forma de agradecerle por los problemas. — juré rápidamente. — Mi nombre es Eliza, vivo en el apartamento 308, mi amiga y yo tenemos algo de prisa ahora, me está esperando afuera, pero le prometo que para mañana tendrá su pluma devuelta, gracias por todo, adiós!! — me marché sin darle tiempo a contestar y me llevé la pluma conmigo, anteriormente Erika mencionó que es algo que él lleva consigo todo el tiempo, por lo que la llevaré ahora mismo a la sede encubierta para que la reparen, le agreguen un par de micrófonos y si es posible una pequeña cámara espía. Pasé el resto del día con Erika, compramos mas libros y algo de ropa, no nos pudimos distraer demasiado pues al final del día tendríamos que dar un reporte de todos nuestros actos. Erika era alguien alegre, sus rizados cabellos pelirrojos le daban cierto toque original, era algo baja, casi de mi misma estatura, le llevaba como máximo unos siete centímetros. Casi al caer la noche visitamos la sede oculta. Era una pequeña casa, algo rustica, a simple vista parecía el tipo de casa en la que viven las abuelitas de los cuentos de hadas, pero para poder entrar al jardín delantero, debías tocar cierto lado de la cerca, un pequeño rincón escondido cerca al cerrojo en el que se encontraba el lector de huellas digitales, después de que pasáramos por ese primer control, debíamos pararnos justo en frente de la mirilla de la puerta, allí se escondía un pequeño sensor de reconocimiento facial, y solo después de ello, pudimos girar la manija de la puerta. En cuanto entré no vi nada fuera de lo común, todo hacía parecer que aquella era una casa normal, algunos muebles, la pequeña sala de estar y las puertas a lo que suponía que era la cocina. — Es bueno verlas señoritas. — pudimos escuchar el saludo y vimos que el televisor de la pequeña sala estaba encendido. — Las esperábamos, pero desafortunadamente, por ordenes de la señora Fletcher, no podemos permitir su ingreso al ala subterránea, espero lo comprendan. Sin embargo, podrán ingresar en cuanto den el segundo reporte de la misión. — Entiendo. Sin embargo tengo un par de cosas que hacer. — saqué la pluma de la pequeña bolsa en la que la coloque antes y se la mostré por la cámara — Tengo esto, planeaba repararlo y agregarle un par de micrófonos...— Entendemos señorita. — interrumpió. — Haga el favor de colocarlo dentro del buzón que esta a su izquierda. — señaló y pude ver que al lado de la puerta había una pintura que sobresalía ligeramente, al tirar un poco del marco, se pudo ver un agujero y una pequeña planchita horizontal dentro. Coloque cuidadosamente la pluma y devolví el cuadro a su lugar. — No tarden, quiero que la entreguen mañana, déjenla dentro de un sobre en el correo del edificio donde me quedo. — ordené secamente y me di la vuelta. — La señorita Erika deberá quedarse. — mencionó.— Comprendo. — la mire e incline ligeramente la cabeza, a modo de despedida. Salí rápidamente y empecé a caminar de vuelta al minidepartamento. Mi madre nunca interfirió con que yo acceda a una de las sedes del gremio, debe estar nerviosa. En mis misiones anteriores, entré a la habitación oculta mucho antes de conocer al objetivo y no tuve que escribir de ello en el reporte pues se consideraba algo insignificante. Por mas que lo piense siempre siento que hay algo raro con el objetivo, nunca se me puso tantos vigilantes. Puedo sentir que alrededor hay un mínimo de cinco personas siguiéndome, y cuando examine las habitaciones, pude ver que habían cámaras ocultas entre algunos focos y adornos. No demostré que las había encontrado, pero supongo que ella sabe que no puede mantenerlo escondido de mi por mucho tiempo. Es como si ella temiera de que yo descubriera que hay algo mas que una misión.
ESTÁS LEYENDO
Balas perdidas
Teen FictionEloise es una de las mejores agentes del gremio Fletcher, su madre le confió una de las misiones más importantes hasta ese momento, destruir al clan Brown. Principalmente acercándose al amigo del sucesor del clan, Leonardo Miller. Pero no todo sale...