Prologo

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                Bronx, Nueva York

                            2021

Recargado en aquella vieja farola que iluminaba tenuemente su rostro, aquel chico de aspecto un tanto desaliñado dio una última calada al cigarro que sostenía entre sus dedos para tirarlo y pisarlo con la suela de su bota negra. Metió sus manos en los bolsillos de su sudadera negra y respiro profundamente, veía cómo la gente entraba y salía del local de dos pisos color gris frente a él, con aquel letrero característico del mismo donde se podía leer "BORDEAUX" en letras color rojo neón, era uno de los clubs nocturnos más concurridos de aquel barrio pero no era el más concurrido por ser uno de los más lujosos y exclusivos de la zona sino más bien por su peculiar forma de entretenimiento.

Paso la mano por su largo cabello castaño y con desicion comenzó a caminar a la entrada de aquel lugar justo donde una esbelta pelirroja que se encontraba inmersa en su celular, lo esperaba recargada en la pared cerca de la puerta negra de entrada, sin alzar la mirada la chica le reprocho su tardanza:

—Llegas tarde.

— Mi auto se averió— contesto con despreocupación el castaño.

La pelirroja alzo la mirada de su celular para centrarla en unos intensos ojos verde oliva los cuales reflejaban la tristeza y lo cansado que se encontraba el chico.

Lo contemplo durante unos instantes antes de responder

« ¡Pero qué pinta tiene este chico! bueno su atractivo no es opacado del todo » pensó la pelirroja.

—Era de esperarse, esa chatarra no duraría demasiado —escupió.

El chico frunció el ceño y estaba a punto de decir algo cuando la pelirroja se acerca a él invadiendo su espacio personal, de tal modo que sus labios se encontraron a milímetros de distancia. Inmediatamente el chico retrocede poniendo distancia entre ambos.

—¿Qué estás haciendo?

—Me aseguro que tu retardo de verdad sea por tu chatarra y no por uno de esos bares de los cuales no sales. Sabes las reglas. —Respondió la pelirroja.

Se acercó una vez más al castaño.

—Por cierto hueles particularmente bien hoy. ¿La ocasión especial lo amerita? — Agrego con sarcasmo la pelirroja mientras se aleja del chico.

—Déjate de estupideces y acabemos con esto—contesto tajante el castaño.

Con una sonrisa burlona, dando media vuelta la pelirroja comenzó a caminar a la entrada donde se encontraba un hombre alto y fornido con quien intercambió algunas palabras. Mientras el castaño se mantenía recargado en la pared gris unos pasos detrás de la pelirroja, con la mirada perdida.

Se preguntaba si esto que estaba por hacer realmente era lo correcto. «Pero que importaba lo correcto ahora» se decía así mismo.

La pelirroja deja de hablar con el guardia, da media vuelta y se acerca al chico, cuando esta frente a el aclara su garganta llamando su atención, le hace una seña con la cabe indicando que pueden entrar.

Al ingresar al local la música, el olor a alcohol y sudor les dio la bienvenida. Por dentro era más grande de lo que aparentaba, mientras caminaba detrás de la pelirroja, el chico observaba como algunos bailaban demasiado pegados, unos sentados en las pequeñas mesas que se encontraban en el lugar, otros más estaban en el piso de arriba recargados en el barandal de vidrio y otros preferían estar sentados tomando algo en la barra.

Mientras caminan son interceptados por un chico rapado que inmediatamente se acerca a la chica.

—Señorita Elena, tenemos un problema

Elena hace una mueca de disgusto.

—Tengo que solucionar esto. Creo que ya te sabes el camino.

Sin esperar una respuesta ella da media vuelta seguida del chico rapado comenzó a caminar en dirección opuesta a la que se dirigía anteriormente perdiéndose entre la multitud.

Sin más el chico comenzó a caminar abriéndose paso entre la gente que estaba dispersa por el lugar. Se encamino por un pequeño pasillo tenuemente iluminado que daba al baño, y al final del mismo estaba aquella puerta negra donde se dirigía. El pasillo estaba casi vacío salvo por algunas personas que se dirigían al mismo lugar que él. Conforme caminaba el sonido de la música y los murmullos disminuyeron un poco.

Justo unos pasos antes de llegar a la puerta negra al final del pasillo, es interceptado por un pelinegro rizado, quien le bloquea el paso.

—¿Estás seguro de hacer esto?, ¿Sabes qué día es hoy?— inquirió — la jaula— agrego mirando al castaño con preocupación.

El castaño le dedico una mirada inexpresiva.

—Lo sé. ¿Por qué crees que estoy aquí?

—¿Por qué haces esto?—quiso saber el rizado.

— Sabes perfectamente bien porque.

—¿Por qué de esta forma? Porque no se lo dejas a la...

— ¿La policía? Esos hijos de puta no harán nada para ellos no hay más culpable que yo — le interrumpió el castaño exasperado.

—Si así fuera ¿Cómo es que en este momento estas acá y no en la cárcel?

El castaño se tensa.

— Eso mimo me pregunto—Respondió con la mirada perdida.

—Y dime ¿esto es algo que ella hubiera querido que hicieras? ¿¡Ella hubiera querido ver cómo te muelen a golpes!?—exclama el rizado.

Sintió una punzada en el pecho cuando la recordó. Una de las cosas que más odiaba el castaño era precisamente eso que le hablaran de ella. Es algo que aún es muy difícil y doloroso para él.

Exaltado el castaño se acercó al rizado tomándolo por su playera

—¡Cierra la maldita boca!

En eso fueron interrumpidos por un hombre canoso que se acercó a ellos. Lo que provoco que Carvent soltara al rizado.

—Carvent. Es tu turno— le dijo al castaño.

Sin esperar respuesta alguna, el hombre se retiró del lugar, el chico de risos le dio una larga mirada a Carvent antes dar media vuelta y caminar a donde se dirigía anteriormente Carvent.

A pesar de que el no estuviera de acuerdo en lo que estaba por hacer su amigo el no iba a dejarlo solo.

Mientras tanto Carvent se quedó inmóvil en el mismo lugar viendo a su amigo caminar, metió su mano al bolsillo derecho de su pantalón de donde saco una cadena de plata con un dije en forma de cruz del mismo material.

—Esto es por ti, por mí, por nosotros. — susurro.

Paso su pulgar derecho por el dije de una cruz plateada que sostenía en su mano derecha.

Sabía que hoy se derramaría sangre.

Una vida se perdería y no, no sería la de él.

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