Vendimia 1.3 (Hermione)

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Cuando llegó un búho con una carta, en su cumpleaños, que decía que ella, Hermione Granger, es una bruja; toda la familia lo tomó como una broma del tío Philip, no obstante, cuando llegó otras dos veces empezaron a tomárselo más en serio y solo cuando un mujer severa con aspecto estereotipado de bruja llegó a su casa como decía una carta y convirtió a una mesa en un conejo toda la familia Granger tuvieron que aceptar el hecho que existe la magia.

—¿Cómo puedo ignorar la ley de la conservación de la materia? —preguntó el tío Philip como buen físico que se burla de los dentistas y mimos cuando puede.

—Magia —respondió Minerva McGonagall como si soltara los hombros.

Ese día toda la familia Granger hicieron preguntas y la mayoría de las respuestas fue «la magia lo hizo». Nadie estaba contento son esas respuestas.

Claro, cuando Hermione se despertó al día siguiente pensó que todo fue un sueño, no se atrevió a preguntar a sus padres, pues la magia sigue siendo una locura no importa cuando se repita en su cabeza. Tuvieron que pasar unos días para sospechar que no fue un sueño y eso ayer cuando llegó un gigante de hombre por la noche tormentosa.

Ese hombre gigante se llama Hagrid y se quedó a dormir en el cuarto de invitados hasta que pasara la tormenta.

***

Hermione se despertó temprano aquella mañana. Aunque sabía que ya era de día, mantenía los ojos muy cerrados. Algo que niega y negará toda su vida es que es una dormilona, cuando disfruta dormir más que nada. Sí, le gusta leer libros que ninguna niña de once años debería o podría leer. Sí, le gusta ir a los circos para ver a los payasos. Sí, ve televisión pero solo para ver documentales (y payaso porque ama a los payasos aunque nunca lo admita). Hermione Granger sigue siendo una niña con sus pasiones y secretos.

«Ha sido un sueño —se dice con firmeza—. Soñé que un gigante llamado Hagrid vino a decirme que voy a ir a un colegio de magos. Cuando abra los ojos y baje a comer estaré comiendo una ensalada de fruta.» Este pensamiento sola la desanima más a no levantarse. ¿Quién la puede culpar? Toda niña, por muy madura que parezca, ha soñado con ser protagonista de un cuento de hadas. ¡Ser la princesa que besa al príncipe azul! ¡Hermione quería que su sueño invadiera la realidad para ser ella quién se salvará y robara el beso al príncipe azul!

«Esos sueños siguen siendo sueños.» Agarra su oso de peluche en un intento inutil de volver a su mundo onírico. En los sueños, ella puede hacer todo, lo que sea, desde ser una pirata que surca los cielos hasta una paloma que conquista el espacio: por algo le encanta dormir, ahí no tiene porque temer ser rechazada por ser lista y mandona (claro, ella niega lo último con firmeza que heredó de su madre), puede ser solo ella y no lo que la sociedad espera de ella. «Solo otro diez minutos, quiero ser una bruja que salva el mundo mágico.»

Se produce un súbito golpeteo y ella hace una pequeña mueca. «Y debe ser el tío Philip llamando a la puerta», piensa Hermione con aún con sueño por eso todavía no abre los ojos. «Había sido un sueño tan bonito...»

Toc. Toc. Toc. Tocan la puerta con la firmeza más propia de una madre.

—Está bien —rezonga Hermione no queriendo molestar a su mamá. Su tío solo se pone así por mamá—. Ya me levanto.

Ella abre la puerta y no se equivocó, el tío Philip fue quien tocaba. Él tiene una sonrisa que presagia buenas noticias. Su tío Philip es un hombre bajo, delgado y, al igual que ella, tiene el cabello tupido. En más de una ocasión, los han confundido con padre e hija respectivamente, algo que da gracia a toda la familia porque su tío es el hermano de la madre de Hermione. Y ese hombre ahora tiene un rostro que dice "he ganado el premio Nobel" o "me voy a casar" pero Hermione contra su instinto, que nunca escucha en realidad, cree que sucedió otra cosa.

MordidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora