Mi respiración acelerada y sin casi poder respirar, era algo común lo que sentía esta noche, era mi primera guardia en el hospital "San José" uno de los más importantes de la región.
Ser una enfermera recién graduada no es tan sencillo como pensaba o más bien como la universidad y la preparatoria me hacían creer.
Al sonar las 00:00am comencé mi recorrido, primero por la sala de quemados sección adultos. Camine hacia allí y los pacientes dormían plácidamente, esa era una buena señal ya que si ellos dormían significaba que no tendría mucho trabajo esta noche.
Cerré la puerta de la habitación con mucho cuidado y continúe el recorrido, el ambiente de aquel hospital era tan sombrío, y lo que más me daba un miedo espeluznante era que el aire que recorría mi rostro era tan frio como lo era un aire sacado de una película de miedo. Aleje eso de mi mente, tratando de recordar lo que mi profesor de medicina, el señor Augusto Miranda decía "La muerte es la forma y la circunstancia en la que el alma es liberada, es donde busca la paz que en vida no tuvo aquella persona. Pero tiene sus contras, ya que si el alma no consigue ser liberada y queda atrapada a este mundo, puede llegar a haber muchos problemas para los vivos" bueno esas palabras no me ayudaron mucho mas bien hicieron que me diera más miedo, porque que mejor lugar para que las almas se queden, que un vejo hospital.
Un fuerte ruido en la habitación 4K hizo que reaccionara, me acerque silenciosamente y los pacientes todos mujeres habían estado haciendo una pequeña fiesta.
- Muy bien señoras, la fiesta se terminó – dije apagando las luces de la habitación y mandando a todas a dormir.
- Pero señorita, es el cumpleaños de Irma y estábamos celebrando – intervino una de ellas.
- A ver ¿Quién es la afortunada? – pregunté. No soy de aquellas enfermeras amargadas que no dejan que sus pacientes tengan una sana fiesta de cumpleaños.
- Yo – dijo una señora de unos 28 años con el semblante muy triste.
- Felicidades, no todos tienen el gran honor de cumplir años esta noche – trate de animarla, pero creo que fue inútil, yo no sirvo como psicóloga – bueno señoras yo termino de hacer mi recorrido y cuando vuelva, las luces se apagan.... ¿entendido?
- Si – dijeron todas.
Cerré la puerta, para que si otra enfermera llegara no las viera, en fin, seguí con mi recorrido, y todo estuvo normal, planta baja, sin problemas, 1° piso, en orden a excepción de la fiesta que en si solo es una reunión de hospital, 2° piso, tranquilo, tocaba el tercer piso la sala de niños.
Recorrí cada habitación y era tan lindo ver a los retoños dormir sin ningún problema aunque me daba tristeza que ellos estén aislado, sea por las razones que sean.
Mientras pensaba retirarme para ya dar fin a mis pisos de turno, vi a una pequeña que se dirigía a la sala forense, la cual estaba prohibido para los niños, fui rápidamente a alcanzarla. Y ahí estaba ella mirando la puerta, era una pequeña de unos 7 años, con una bata blanca y un lindo oso de peluche, su rostro era muy pálido pero a la vez estaba lleno de cicatrices.
- Hey amiguita ¿qué haces aquí? ¿sabes que no son horas para estar rondando por estos lugares? – le pregunte. Pero la pequeña no me respondía nada, seguía mirando aquella puerta.
- ¿Linda? ¿me oyes? – volví a preguntar, pero nada, seguía sin obtener respuesta - ¿Cómo te llamas? – seguí con mis preguntas.
Esta vez volteo a verme, y sonrió, comenzó a caminar por el pasillo y yo la seguía, no sé porque lo hacía, debería decirle << muy bien ya es tarde vete a la cama ahora>> pero yo sé que no soy capaz de hacerlo.
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No digas mi nombre.
HorrorElla sigue aquí, ella jamas se fue, ella necesita ser liberada, ella me sigue. ella... ella... ella.