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El toque suave en mi espalda me hacer murmurar. Suspiro de satisfacción cuando siguen bajando y luego suben hasta mi nuca, siento como la aprietan con suavidad pero sigo sintiendo la presión del dedo pulgar en el centro de mi nuca.

—No se supone que debes tomarte el medicamento— la vocecita grave hace que mi cuerpo se estremezca.

—Uhum— murmuro soñolienta.

Unos besos comienzan hacer acto de presencia, lo cálido y suave que se sienten es agradable.

— ¿Se puede saber porque aún no te giras para mí?— no digo absolutamente nada. Me quedo allí sintiendo el toque de sus labios en mi piel un rato más hasta que siento los labios gruesos besar mi mejilla y luego tocar ligeramente mis labios.

—Buenos días— murmuro abriendo ahora si mis ojos, observando a Lauren acostada a mi lado.

—Buenos días ¿Cómo está mi novia?— dejo escapar una risita y niego.

—Hasta donde sé, yo no he escuchado la proposición de tu parte— me remuevo en la cama y siento como mi miembro se roza con las telas de la cama. Me sobresalto y miro hacia abajo para verme desnuda.

—Te desvestí porque necesita aplicar la crema y según te apretaban también el bóxer— alza su ceja y se sienta en la cama.

— ¿Y porque tú también estas desnuda?— pregunto ahora con mi cuerpo de lado mirando hacia ella.

—Porque quería sentir tu cuerpo con el mío— le resta importancia acercándose más a mí.

Siento el toque de sus dedos en mis mejillas y luego un beso en mis labios.

—Tu cuerpo caliente se siente refrescante.

Me recuesta en la cama y se posa encima de mí, no siento su peso sobre mi cuerpo, pero la suavidad con la que me está tratando en este momento es agradable.

Sus besos bajan a mi cuello, luego suben al lóbulo y lo muerde para besar luego mis clavículas.

—Seré suave— sus palabras hacen que mis ojos se abran. Sonríe de lado y ataca mis labios con rapidez. Mis manos van a su cuello y la abrazo sintiendo la calidez de su pecho junto al mío. —Tus medicamentos— murmura separándose. Ella se acomoda encima de mis muslos, puedo ver su pene erecto casi cerca del mío cuando toma las pastillas y las saca del blíster, me las pasa con un vaso de agua y observa cada uno de mis movimientos.

—Gracias— paso el vaso de agua y ella lo deja en la mesita.

—Lo que mi mujer desee — sonríe de medio lado y niego.

—Aun no soy nada tuyo— ella sonríe mostrando sus dientes antes de dejarse caer en mi cuerpo.

—Cariño, eres mía— niego sintiendo sus labios sobre los míos. —Claro que sí, no puedes negar que tú también me deseas.

—No puedes obligarme a estar contigo— alza su ceja.

—Estas en mi cama, te despertaste a mitad de la noche y sigues a mi lado ¿Estas segura que no quiere estar aquí?

Evito seguir hablando y nos enfrascamos en un beso suave pero necesitado. Es pausado pero su lengua batallando con la mía es siente maravilloso.

Su miembro se roza con el mío, aunque duele un poco cuando esta erecto, prefiero sentir el placer y enfocarme en ellos antes del dolor y el malestar que acarrea una patada en las bolas por tu caballo.


Horas despues...


La Cabalgata (Camren Doble G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora