Amelia |Regulus Black.

Tres: Fiesta de compromiso.

[ Agosto, 1977 ]

No importó cuanto renegara, lo inevitable sucedió pues su familia llegó al número 12 de Grimmauld Place donde gracias al hermoso piano sonando junto a las copas chocándose entre sí supieron que la fiesta había iniciado.

—Quiero que te comportes, Amelia.—Cécile empezó a murmurar fingiendo una sonrisa.—Si te atreves avergonzarnos frente a estas personas, estarás en graves problemas señorita.

La menor se soltó de las garras de su madre y se dispuso a quedarse inmóvil en una de las esquinas de la preciosa casa.

—Así que tú eres la prometida de Regulus.—Una mujer de enmarañados cabellos de acercó asustándola.

—¿Regulus?—Ladeo su cabeza.

—Que chiquilla tan tonta, te vas a casar y ni siquiera sabes el nombre de tu futuro esposo.

Amelia negó, ni siquiera quería casarse en primer lugar, pero esa mujer le daba el suficiente miedo como para decir una sola palabra.

—M-Mis padres me han comprometido... Yo no sé nada.

—Si, ya me di cuenta.—La miró con amargura pero rápidamente sonrió.—Pues te lo presento.

Se acercó a ella colocándose atrás para tener mejor acceso a su odio.

—¿Ves al grupo de ancianos de allá?—Le susurro.—Entre ellos esta Regulus.

Amelia sintió su estómago revolverse, ¿La iban a casar con alguien que le doblaba, no, triplicaba la edad?

—Regulus es un desalmado, tuvo 2 esposas antes que tú.—Continuó.—¿Sabes que les ocurrió?

—¿S-Se divorciaron?—Habló esperando lo mejor.

—Ambas se negaron acostarse con el en su noche de bodas y las hechizo, les lanzó un ¡Avada Kedavra! Y estiraron la pata.—Se burló al ver a la rubia temblar del miedo y al borde del llanto.

—¡Bellatrix!—Un joven de semblante serio llamó a la mujer.

—Arcturus... Solo le estaba hablando a la pequeña Amelia sobre su futuro esposo, ya sabes.—Se acercó a alborotarle el cabello.—Para que sepa en lo que se mete.

—Metete en tus asuntos y déjala en paz.—Gruñó volviendo a peinar sus rizos.

La rubia miraba a la nada, perdida y con ganas de salir corriendo.

—Oye... ¿Qué sucede?—Se acercó preocupado.—¿No estas feliz por casarte con...?

—¡Tienes que ayudarme!—Tomo al joven por los hombros.—Dicen que Regulus es un ser maligno y que me va hechizar.

—¿Eso te han dicho de Regulus?—Frunció el ceño tratando de evitar reírse en su cara, sería descortés.

—¿Lo conoces?—Rápidamente lo soltó.

—Si... Lo conozco bastante bien.

"Porque yo soy Regulus" Quería decir pero las palabras no salieron de su boca, no pudo con el hermoso rostro atemorizado de la fémina frente a él, ¿Estaría mal bromear un rato?

—Regulus no es tan malo como te han di-

—Voy a huir si hace falta.—Ignoro sus palabras caminando por las escaleras sin saber con exactitud a dónde ir.

—¡Espera!—El Black corrió atrás de ella.—¿Como que vas a huir?

Finalmente sintieron la brisa de la azotea, Amelia camino hacia el borde mirando la distancia con el suelo.

—Me escuchaste bien, dile a ese anciano psicópata que busque a otra esposa, ¡Amelia Padgett no es propiedad de nadie!

—Sabes que no hay una salida aquí, ¿Verdad? Si saltas mueres.

—¿Entonces? ¿Que recomiendas?—Se volteo hacia el.

—Qué te quedes quieta un minuto y hables conmigo.—Sugirió.

Finalmente se dio por vencida y de acercó a él cruzándose de brazos para cuidarse del frío.

—Así que... Arcturus.—Recordó el nombre por el cual había sido llamado por aquella mujer.—Debo suponer que también eres un Black.

—Estás en lo correcto.—Sonrió para ella tratando de calmarla.—Dime, ¿Realmente prefieres lanzarte de esta altura antes que casarte?

—Oh no, claro que me encantaría casarme... Pero no con alguien como Regulus, es un desalmado.—Un inocente puchero se asomó en sus labios.

Regulus no pudo evitar sentir su corazón acelerado, si de por si ya le ponían nervioso verla en el periódico, teniéndola en frente era mil veces mejor.

—No entristezcas, quizás te sorprendas cuando lo conozcas y deje de parecerte tan malo.—Llevo su mano al rostro de su contraria haciendo que levantara su mirada.

—Tu eres bueno, Arcturus.—Lo miró con cariño.—¿Estás seguro de que eres familiar de Regulus?

—Muy, muy seguro.

Ambos rieron, sintiéndose culpable Amelia también sintió su corazón latir acelerado haciéndola sentir más curiosa ante aquel buen joven que tenía en frente.