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Así pues ella siguió torturándolo todos los días para así saciar su sed de venganza, lo que ella no sabía era que en el fondo lo disfrutaba, el verlo así, sometido e inofensivo le hacía sentir satisfacción de sentir poder de manipularlo a su antojo, más que venganza era placer. Un día apagó en él un cigarrillo tal y como él lo hizo en ella alguna vez, luego llegó un punto en el que ella dejó de alimentarlo por varios días al punto de casi matarlo, pero ella sabía perfectamente que eso no era una opción, mordía su cuerpo frenéticamente alegando que eso a él le gustaba, le hacía cortes superficiales en la piel con un cuchillo y luego le arrojaba alcohol antiséptico, arrancó cada una de sus uñas, ella ya estaba harta de sus suplicas y decidió mutilar su lengua "Total no tienes nada bueno que decir cariño", otros días tomaba un bate y lo golpeaba brutalmente aparte que lo penetraba violentamente cada noche sin falta, aunque habían noches en las que ella no podía dormir por la pesadillas constantes causadas por él, entonces ella bajaba al sótano a medianoche y lo golpeaba fuertemente hasta que sus nudillos sangraban, aparte del psicoterror que él ya no soportaba, lo volvía loco, peor que lo que él hizo con ella cuando ella era la víctima...

switch rolesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora