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-📍📍𝘕𝘖 𝘌𝘟𝘐𝘚𝘛𝘐́𝘈 𝘌𝘓 𝘗𝘓𝘈𝘕 𝘋𝘌 𝘔𝘈𝘙𝘐𝘖 𝘠 𝘈𝘙𝘔𝘈𝘕𝘋𝘖 𝘔𝘌𝘕𝘋𝘖𝘡𝘈 𝘋𝘌 𝘊𝘖𝘕𝘘𝘜𝘐𝘚𝘛𝘈𝘙 𝘈 𝘉𝘌𝘛𝘛𝘠 📍📍

Armando llegó a la oficina más temprano de lo usual, sintiéndose extraño. ¿Estaba enamorado de Betty? ¿Cómo era posible? Ella, su asistente, la que siempre lo ayudaba con las finanzas y los problemas de la empresa. Pero sentía que se volvía loco por Betty. Su ternura, su dulzura y la atención que le brindaba lo tenían completamente confundido.

Betty entró en la oficina, despidiéndose de las chicas de Ecomoda.

—¡Adiós, muchachas! Nos vemos en el almuerzo —les dijo con una sonrisa antes de dirigirse a la oficina de Armando—. Buenos días, doctor Armando. Perdón por la tardanza. ¿Necesita algo?

—Sí, Beatriz. Por favor, tráeme los balances de los puntos de venta que Marcela me entregó ayer. —Sonrió—. Buenos días.

—Ahora mismo, doctor —dijo Betty, devolviendo la sonrisa—. Buenos días.

Se fue corriendo a su oficina, dejando a Armando inmerso en sus pensamientos. ¿Por qué se sentía así cada vez que Betty llegaba y le sonreía? Tal vez era su aroma a vainilla o esa ternura natural que ella irradiaba. Mil cosas rondaban por su mente cuando llegó Marcela.

—Hola, mi amor —dijo Marcela, dándole un beso en la mejilla—. Te estuve llamando pero no contestabas. ¿Con quién estabas? ¿Ya te soltaron?

—¡Qué artera eres! No comiences, Marcela, por favor. —dijo Armando, alterado por las acusaciones de su novia—. ¿No te cansas de hacerme falsas acusaciones?

—¡Ay, Armando! ¡De verdad estás insoportable! —exclamó Marcela, furiosa—. Me tienes cansada con tus mentiras. Sé que alguna mujer te está robando. ¡No me has tocado en dos semanas!

Marcela se fue de la oficina bastante molesta. Armando no había tenido relaciones con ella desde que empezó a darse cuenta de sus sentimientos por Betty.

—Doctor, ¿está bien? —preguntó Betty al salir de su oficina—. Lo veo un poco despalomado.

—No, Beatriz, son los mismos problemas con Marcela. —dijo Armando, pasando los dedos por su frente—. Esa mujer no me deja tranquilo. Siempre está con el cuento de que tengo otra amante. Y la verdad es que necesito una mujer como usted.

—¿Como yo, doctor? —Betty estaba confundida y nerviosa—. ¿Está borracho? No es bueno que esté tomando a esta hora de la oficina.

—No, Betty. No quiero esta relación con Marcela. Usted sabe que todo esto es por la empresa, por el maldito Daniel Valencia que quiere dividirla. —cerró la puerta con llave—. Necesito una mujer como usted. La deseo, la deseo mucho. ¿No me desea usted también?

—¿Está loco, doctor? ¿Me desea? —Betty soltó una risa nerviosa, aún sorprendida por las palabras de Armando.

Armando tomó a Betty de la mano y la llevó a la famosa cueva, la oficina donde ella solía refugiarse. Cerró la puerta detrás de ellos.

—Doctor, ¿qué le pasa? Doña Marcela podría venir en cualquier momento. —Betty intentó resistirse un poco, pero también sentía un deseo intenso por Armando. Él comenzó a besarla apasionadamente, y pronto la colocó sobre el escritorio, casi tirando todo lo que había encima. Betty rodeó sus piernas alrededor de las caderas de Armando, dejándose llevar por el momento. Sus manos bajaron hasta el pantalón de Armando, desabrochando su cinturón.

—Mi picarona —soltó Armando un suspiro—. No puedo más. Mejor vámonos a algún lugar ahora mismo. —Se acomodó la ropa y le dio un último beso a Betty—. Vámonos.

Betty también se arregló rápidamente. Armando tomó su maleta y salieron de la oficina.

—Patricia, si alguien llama, por favor, atiéndelo. Voy a salir con Beatriz a una cita con un proveedor que se nos olvidó —dijo Armando.

—¿Qué? —dijo Patricia, viéndolos con curiosidad—. ¿Qué pasa con ustedes?

—Nada, Patricia, solo vamos a resolver un asunto —dijo Armando mientras entraba al elevador con Betty. En el auto, Betty estaba nerviosa.

—Doctor, ¿a dónde vamos? —preguntó Betty, inquieta.

—Vamos a mi apartamento —dijo Armando, tomándola de la mejilla.

—¿Está loco? ¿Qué le pasa? Doña Marcela puede llegar en cualquier momento. —Betty estaba asustada—. Deje mi bebida, doctor.

—No te preocupes, Betty. Solo quiero pasar un rato contigo y demostrarte lo loca que me tienes. —siguió manejando hasta su apartamento. Al llegar, le habló al portero—. No le digas nada a nadie, ¿me escuchas? Marcela Valencia y Patricia Fernández tienen prohibido entrar a mi apartamento. Mira a esta mujer, ella es la única que puede entrar cuando quiera.

Tomó a Betty de la mano y la llevó directamente a su apartamento. Al entrar, comenzó a besarla nuevamente.

—Doctor, tengo miedo. Por favor, no siga —dijo Betty, con temor en sus ojos.

—Vea, Betty, yo te deseo más que nada. Por lo más sagrado que tengo, te voy a proteger. —dijo Armando mientras la llevaba a la cama. Comenzaron a desnudarse, y Armando exploró el cuerpo de Betty con sus manos. Su cuerpo no era como el de las modelos de antes, pero a Armando lo tenía completamente loco.


<3 vivan los novios
Dentro de ocio segunda parte 💕💕


𝑂𝑛𝑒 𝑠𝒉𝑜𝑡- 𝐴𝑟𝑚𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑦 𝐵𝑒𝑡𝑡𝑦  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora