<< Punto de vista de Matt >>
Después de dejar las compras en casa me dirigí al hospital, hacia un frío de los mil demonios, y estaba nevando, pero debía ir, ésta vez no era una visita; tengo que hablar con mi doctor para decirle que no quiero las quimioterapias.
Se que no me van a curar y sólo son para prolongar lo inevitable y mientras tanto iré perdiendo el cabello y fuerza día tras día.
Así que no quiero eso, quiero poder vivir mi vida por completo. O lo que queda de ella.
- Veo que hoy no traes guitarra, ¿Acaso no te quieren en tu casa? - Preguntó mi recepcionista favorita ignorando sus obligaciones como siempre -
— Oh vamos Ame, ¿Acaso no te da gusto verme por aquí?
— Hmmmm bueno ya estás aquí y ni modos de que te corra, adelante.
— ¡Gracias Ame! Y por cierto deberías atender ese teléfono.
— Nah, pueden esperar un poco más — Siguió limando sus uñas con una cara de fastidio —
— Un día te van a correr por hacer eso.
Me dirigí hacia el área de neurología, no voy a mentir, tenía bastante miedo de lo que me iba a decir el doctor Myers, su secretaria me recibió cortésmente y me invitó a pasar hacia su oficina.
— ¿Gusta pasar señor Harrison?
— ¿Puedo hacerle un truco de magia? — Sonreí y lleve una de mis manos a mi nuca esperando no incomodar —
Quería calmar un poco mis nervios, ella siguió sonriendo y asintió sutilmente.
Me preparaba para hacer mi acto cuando el doctor Myers abrió la puerta y me dijo:
— Pasa Matt te estaba esperando.
Su voz era muy gruesa y su tono de voz bastante intimidante, debo admitir que eso acrecentó mi miedo pero no iba a dejar que me afectara demasiado.
— Lo siento — Me disculpe aún sonriente y ella me contestó de igual forma —
— Suerte — agitó su mano —
Hice caso al doctor Myers y pase a su oficina cerrando la puerta tras hacerlo.
— Toma asiento por favor.mm
— Gracias, quería hablar con usted sobre... — movia mi pierna intentando calmar mi nerviosismo —
— ¿Sobre tu enfermedad?
— pregunto tajantemente —Él era un señor bastante mayor, de mal humor y también bastante cercano a mi padre, podría decir que es de confianza, lo irónico es que cuando iba a casa a cenar jamás esperé terminar siendo atendido por él.
— Si...
— ¿Y qué querías decirme?
— cruzó sus manos y se recargo en su escritorio esperando mi respuesta —
ESTÁS LEYENDO
Fragmentados
Ficção AdolescenteEl amor es una carrera contra el tiempo y más cuando debes ocultar una enfermedad terminal. Quiza no debí haberme involucrado contigo, pero realmente me enamore. Espero poder tener tiempo suficiente para decirtelo.