Capítulo 15

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Desde aquel suceso ocurrido en la mansión Wang, todo había vuelto a la normalidad en la vida de Zhan. El Señor Wang tal como lo había prometido, se encargó por sus propios medios solucionar el escándalo mediático que se había formado en torno al nombre del pelinegro dentro de la red, en el cual también su único hijo se veía involucrado directamente.

Siendo franco había dudado un poco de la palabra del señor Wang en esos momentos, sin embargo este le había demostrado que efectivamente este era un hombre de palabra, haciéndose todo tal cual era su voluntad gracias al estatus y poder que este poseía.

Era un poco aterrador ver como todos los artículos que hablaban sobre él y Yibo, los comentarios y amenazas de odio contra su persona y ese bendito vídeo que se había viralizado por todo el internet que lo puso en la mira del ojo público por unas horas, al cabo de un día incluso menos, desaparecieron y fueron borrados del mapa.

Tal como si nunca hubiera pasado absolutamente nada.

A partir de ello sus días habían transcurrido normalmente sin algún tipo contrariedad, sintiéndose demasiado tranquilo y relajado. No iba a quejarse por eso.

Luego de que fueran desalojados de la casa de los señores Wang, Zhan y su grupo de amigos decidieron por unanimidad no volver a hablar nunca más de ese tema, por supuesto esto a petición del mismo Zhan, ya que habían literalmente arriesgado todos su pellejo, con el peligro de incluso casi ir a la cárcel sino fuera porque el padre de Yibo decidió por obra y gracia de los cielos, no hacer nada y dejarlos ir sin más.

Estuvieron demasiado cerca. Mucho.

Sin contar el pequeño número que Xuan Lu hizo con Bai Lu.

Dios.

Era una suerte que la prometida de Yibo no se haya pronunciado con alguna demanda contra su amiga en estos días.

Habían corrido con demasiada suerte ese día, y no sabía si sentirse afortunado o inquieto.

— Zhan, ¿podrías ayudarme comprando algunos ingredientes para las tartas? Ya se agotaron — comentó el señor Li regresando de la bodega

— Enseguida voy!

El pelinegro dejó su delantal a un lado tomando el dinero que el anciano le había dejado en el mostrador para las compras, salió de la cafetería aprovechando que aún no habían muchos clientes.

En las afueras del local un elegante auto negro se encontraba aparcado al otro lado de la calle, observando cada uno de los movimientos del joven barista a la distancia, sus ocupantes adentro no perdían de vista ninguno de sus pasos, especialmente uno de ellos.

— Síganlo.

Rápidamente el vehículo encendió sus motores comenzando a seguir al muchacho sin este darse cuenta realmente de lo que estaba sucediendo a su alrededor.

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— Deben estar jodiéndome... Sí, eso debe ser — Yibo se sentía contrariado, apenas había llegado a su apartamento después de tres largas y aburridas horas de clases para encontrarse con todas y cada una de sus pertenencias afuera del lujoso condominio donde vivía.

Su armario con toda su ropa costosa, el enorme espejo de cuerpo completo en la que gustaba admirarse completamente desnudo en ocasiones, la gran cama king size en la que disfrutaba descansar y acurrucarse después de un largo día, su cómodo sofá que había adquirido en una glamorosa subasta en Miami, sus máquinas para hacer ejercicio estaban allí.

¡Incluso su colección de cascos firmados por sus ídolos del motocross!

Eso ya era maldad pura.

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2022 ⏰

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