"Todas las coronas esconden un escándalo."
El príncipe Nikolás Stalvioshky de Rottembürg se va a casar, pero no con la mujer que ama.
Odette Delacost, su mejor amiga, ha decidido marcharse del palacio cuando el anuncio ha sido efectuado.
Ambos tenía...
Notas: Bienvenidas a esta nueva version de La Única. A continuación podrán leer una serie de breves capítulos donde se narrarán los acontecimientos previos a la historia que ustedes ya conocieron en el fanfic. Les recuerdo que desde ahora los personajes son totalmente míos, habrá cambios drásticos en muchos de ellos, así que no se esperen a encontrarse con los mismos del fanfic. Desde ahora esta historia es y será completamente mía. Subiré poco a poco las introducciones y luego podrán leer los capítulos que conocen ya editados. Desde ya, espero que disfruten esta historia. Y gracias por leerme y darle una oportunidad.
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10 AÑOS ANTES DE LOS HECHOS
Cuando tenía catorce años, varios chicos de la misma edad que yo, provenientes del Distrito del Sol, postulamos a un trabajo en el palacio. Era la oportunidad para sacar a nuestras familias adelante.
Todos los años cientos de niños y niñas de toda Rottembürg postulaban a un puesto de trabajo en el palacio. Y de esos cientos, quedaban solo unos pocos.
Era un secreto a voces que esta selección como tal era estratégica. Los mejores trabajos se los llevaban los niños que tenían fuerza o agilidad, y a las mujeres las elegían por el talento.
Quienes sabían cocinar, tocar un instrumento, conocían de hiervas, eran buenos con los números o tenían fuerza y rapidez mental, eran los primeros en quedar clasificados.
En mi familia no existía una pobreza extrema como en otros distritos. Había cocineros, ingenieros y músicos. Mis dos hermanos mayores habían postulado al cumplir catorce, pero ninguno quedó seleccionado. Julian porque falló en uno de los exámenes de matemáticas, y Matt, que era muy bueno en deportes, se fracturó el tobillo en una de las pruebas de agilidad y rapidez en la que había clasificado para ser soldado.
Julian quería ser asesor financiero de la corte y Matt quería entrar a la armada. En ambos casos los dos puestos eran de los mejores pagados, y, por supuesto, había pocos cupos.
Las esperanzas quedaban puestas en mí, y, aunque eran cordiales, no eran honestas. Yo era buena en el piano y los artistas de la corte estaban bien catalogados y poseían distinción máxima por ser parte de la filarmónica real. Pero no cualquiera obtenía un lugar.
