#01- Estando sola (encuentras compañía)

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El ruido de la vida escolar a veces puede ser un poco abrumador, con tantas situaciones a las cuales adaptarte es muy difícil acoplarte a lo que los demás piden de ti.
(T/N) no es exactamente introvertida, ni tampoco se puede decir decir que sufres en esta vida como otros, realmente la vida en el hogar es muy tranquila y el colegio no es más que una extensión de eso mismo, si no fuera porque en momentos se siente extremadamente irrelevante cómo si su voz fuera tan aguda que fuera físicamente imposible escucharle en un lugar con un montón de adolescentes gritando y generando más y más ruido, peor aun cuando tenía que ser nueva, extranjera e ingresada en medio del año escolar.

En este preciso momento el salón intentaba elegir que hacer para la feria cultural, y parecía que sus ojos se habían iluminado tan pronto como la maestra lo trajo a colación; ¡De verdad que a.a trabajar en cualquier cosa cultural! Y aunque la gente no siempre escuché su opinión sobre las cosas, exponer es algo que siempre parece captar la atención hasta del más distraído, pero como las cosas no siempre son perfectas, no importaba que tan alto levantara la mano, parecía invisible a los ojos de la opinión pública

Varios compañeros propusieron distintas ideas que iban desde muestras deportivas hasta esas típicas exposiciones de ciencia que al parecer suceden en todos los colegios alrededor del mundo, y no era que hubiera un deseo de desacreditar las ideas dadas pero en el fondo la chica de cabello (T/C) podia jurar que lo que fuera que estuviera maquinando era superior, más inmersivo y especialmente más divertido.

La mano de la chica seguía aún bien levantada, y a este punto se preguntaba si es que estaba alucinando estar presente, pues no solo la maestra no le daba la palabra sino que ninguno de sus compañeros hacia un comentario (para bien o para mal) . ¿Será que el universo quería decirle que la idea era una reverenda bobada y mejor se callara? Es probable, pero no había nada que perder y había mucho que ganar.
El acto milagroso de la profesora dándole la palabra finalmente llegó, y muy emocionada se levantó del asiento casi haciendo que los cuadernos sobre este de cayeran

-¡manejemos un concurso de talentos! ¡Que cada salón presente algo distinto y se lo muestre al público! Eso tomaría un montón de sus ideas como danza, música, dibujo, ¡lo que se imaginen! Aparte sería una oportunidad para que todos los salones se- -

Las ya bastante emotivas palabras se vieron interrumpidas por el estremecedor sonido del timbre, y parecía que nadie había quedado intrigado por la propuesta, pues en sus pequeños grupos empezaron a salir como si ninguna palabra hubiera estado siendo pronunciada. Hasta en un punto se escuchó a un grupito susurrar para si mismos lo tonta que resultaba la idea y que 'parecia demasiado trabajo'.

Derrotada, la joven solo volvió a tirarse a su puesto, agachando la cabeza contra el pupitre y soltando un casi cómico suspiro. La profesora, quien a pesar de todo y a veces ser distraída y olvidar la presencia de nuestra protagonista, se acercó para dar una sonrisa dulce

-Es una buena idea la que tienes ahí, deberías escribirla y proponerla a alguien de un cargo más alto que yo- dijo con una voz extremadamente dulce-Lamento que los demás no se hayan quedado para escuchar, pero puedes tomarla como una idea propia y no del grupo, desarrollarla por tu cuenta y quedarte con el credito-

Con ese último comentario tomó sus cosas y se fue del salón, claramente necesitando un tiempo para alejarse de tener que estar hablando y escuchando s un montón de muchachos hormonales por 8 horas al día. (T/N) por otro lado seguía sintiéndose simplemente derrotada, y aunque reconociera que no era el fin del mundo, eso de sentirte tan pequeña en un mundo tan enorme ya empezaba a cansar. Ahora mismo cualquier pensamiento destructivo tenis que desaparecer para proceder s salir del salón rápido, pues por alguna razón los prefectos odiaban ver estudiantes en los salones cuando era hora del recreo (tal vez pensaban que sucedían cosas ilicitas dentro de los salones, o las parejitas se reunían a hacer cosas que no deberían estar haciendo) y fue así como rápidamente tomó su comida y se fue a pasar otro recreo en soledad.
Cada día la muchacha migraba a un nuevo lugar de la escuela para no interrumpir a nadie, a veces sentandose en una esquina en medio del parque pero ya había llegado el punto de que las picaduras de mosquito eran insoportables, otros días quedandose en las escaleras que daban al tercer piso pero honestamente no había nada peor que tener que soportar la estampida de personas subiendo y bajando todo el tiempo, y tristemente el santuario de la gente solitaria conocido como biblioteca estaba cerrado casi todos los días de la semana, hasta se corría el rumor de que empezaría a ser un salón bodega porque no solo nadie entraba sino que los libros ya estaban todos obsoletos (hasta algunos aún nombraban a Yugoslavia como un país, algo honestamente hilarante).
Esas migraciones constantes llevaron a una caminata sin rumbo, conociendo más lugares de la escuela con los que aún no estaba familiarizada del todo o que directamente nadie dijo que existían cuando la chica empezó a estudiar aquí: pasó junto a los laboratorios de física y química, que se veían tentadores cómo un espacio de paz pero ambos estaban cerrados con llave, y luego se topó con un salón de idiomas el cual aparte de cerrado, tenía cortinas totalmente negras, por lo que ya era de suponer que estaba en desuso desde hace rato.
Dándole una mordida a su sandwich antes de rendirse por encontrar un lugar y proceder a solo sentarte en el pasto y ser comida por insectos (hasta sonaba tentador a estas alturas), la joven escuchaó a la distancia una puerta cerrarse de golpe y alguien quejarse en el proceso, aunque no parecía un quejido de algo serio como un accidente sino uno de esos quejidos que suceden por una caída tonta en medio de la lluvia, no podía evitar que la curiosidad le ganara en una situación así. Viendo de lado mientras continuaba con el camino a recorrer, finalmente se encontró de frente con un lugar considerablemente grande que nunca había visto y que nadie le había mencionado anteriormente, dónde se podía leer en una descuidada placa de metal en toda la puerta

"Salón de música"

-Ni sabía que había de estos acá- susurró para si misma justo antes de ir a tocar la puerta, acto interrumpido por el hecho de que esta tenía el cerrojo oxidado. Con ojos curiosos se acercó para ver qué había adentro, esperando la obviedad de ver múltiples instrumentos musicales, pero era realmente un salón vacío con aislamiento de sonido en las paredes y unos 4 instrumentos en el fondo. Aún no se notaba la presencia de nadie, pero sorprendentemente el salón estaba muy bien cuidado, no habían rastros de polvo y los pocos implementos parecían nuevos o al menos bien mantenidos. Era un espacio perfecto a decir verdad y con menos temor que antes abriste más la puerta, recibiendo como respuesta un horrible chillido como resultado de la falta de mantenimiento y oxido, y fue ese mismo sonido horrible que captó la atención de una voz sin cuerpo que estaba tras las cortinas del lugar

-Si sos uno de los prefectos no vayai a reportarme, un reporte más y me llevan a la escuela militar- parecía casi implorar la voz, al punto en que la chica solo soltó una risa burlona por lo ridículo de la situación.
-¡No te riai! Es que necesitaba un rato solo po...dame cinco minutos y ya mismito me voy de aquí- agregó con algo de tristeza, pero expresendose de una manera que era fácil interpretar como cómica

-No voy a reportarte, no te preocupes- respondió con seguridad pero aún entre risas la chica -solo buscaba un sitio para estar sola- agregó mientras tomaba la última mordida de su sandwich. La respuesta dada fueron unos segundos de silencio hasta que las cortinas se abrieron, tras ellas había un muchacho de unos 14 o 15 años, grandes lentes redondos enmarcando su rostro y un cabello rubio casi amarillo. En el suelo a su lado había una guitarra eléctrica que, por correlación, se concluía que era de el

-Podi quedarte, nadie va a venir aquí creo yo- respondió con poca asertividad pero lo suficiente para que una sonrisa creciera en el rostro de su contraria, segura de que ya podía tener un espacio de paz

-¡pero será el único día! Sería muy sospechoso que dos personas estén acá todo el tiempo y pues...sos una mina y yo un cabro, creo que no da-

Escuchar ese comentario hizo que la sonrisa de la chica se fue apagando hasta totalmente desaparecer, sabiendo que nuevamente se quedaba sin un lugar para estar, ya parecia decepcionada con el simple acto de vivir

-ah, no hay problema entonces, mejor me voy para no...molestar más, una disculpa- dijo con una incomodidad muy notable -dejare cerrado para que no venga nadie mas, chaíto-

Con eso, procedió a dejar cerrada la puerta y volver por el camino por el que había llegado.

Pertenecer Cuando No Perteneces // Walala X Tú // Los Pulentos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora