C A P Í T U L O 4

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—Estás preciosa, hija

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—Estás preciosa, hija.

Bajé la mirada hacia mis tentáculos, de un color azul claro reluciente después de haber estado acicalándome durante lo que me pareció un ciclo lunar al completo. Sentía el cuerpo más ligero de lo normal a excepción de la cabeza, donde reposaba la corona que entre mis amigas, la madre de Liko y la mía habían creado.

—La corona ha quedado impresionante. —Exterioricé el pensamiento con un tono de voz bajo y suave.

Una Nana más joven se acercó por la espalda y retocó el lugar donde yacía la corona con sus dedos suaves pero firmes. —Las perlas han sido un acierto total. Hace que el dorado de tus ojos brille incluso más.

Como para confirmarlo, se dio la vuelta hasta tenerme en frente, y con sus manos agarrando mis codos, se alejó para observarme con perspectiva. Tenía una sonrisa cargada de orgullo y sus ojos, abiertos y emocionados, lo confirmaban. Ella también se había puesto un par de joyas para la ocasión. Parecía muy contenta por llevarlas. Al fin y al cabo, no todos los días se celebraba la unión más esperada por el nido de cecaelias. Pude relajar el ceño que sin querer había fruncido antes de que madre sospechase que algo no iba bien. Sonreí antes de apartar la mirada. La oscuridad era menos opaca fuera de la cueva donde me encontraba. Con todos los preparativos que podía ver desde dentro, todos tan brillantes y de aspecto majestuoso, parecía que incluso algún que otro rayo de luz había alcanzado nuestras profundidades.

Luz...cada día la sentía más y más lejana. ¿Podré verla después de unirme a un ser del fondo del océano?

—Anna. —Salí de mis pensamientos cuando mi madre me llamó, pero solo busqué su mirada. —Quiero que sepas que estoy muy feliz de que decidieses unirte a Liko.

Asentí sin añadir nada más. Sin embargo, ella no había terminado.

—Esa...relación que tenías con ese tritón no iba a acabar bien. Para ninguno de los dos. Soy consciente de que tomará tiempo hasta que lo veas con la misma claridad que yo y el resto del nido, pero tú unión de hoy ayudará, ya lo verás.

Quería a mi madre, y ese había sido y sería mi mayor debilidad, pues estaba condenada a sentirme atada emocionalmente a la criatura más cruel que había conocido. Ella pensaba que había cedido a unirme con Liko por la presión que todos los miembros del nido habían ejercido sobre mí, por sus humillaciones y sus amenazas constantes; pero la verdad estaba muy lejos de eso. Y es que si hoy llevaba esa corona, si hoy me unía con un hombre mientras que el otro, el que amaba, se mantenía escondido para no ser capturado por los de mi especie; era por mi madre. Había cedido por ella, y aún así, cada una de sus palabras se clavaron en mi pecho de una manera que solo ella era capaz. Lo peor de todo es que sabía el poder que tenía sobre mí, lo muy en deuda que me sentía con ella.

La odiaba. Me odiaba por seguir queriéndola, a pesar de todo.

Tuve que controlar los temblores de mis manos antes de hablar, pues Nana seguía esperando una reacción. —Estaba siendo una cabezota. Ni siquiera era para tanto.

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⏰ Última actualización: Oct 23, 2022 ⏰

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