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I

2010
Washington D.C

—Nina hija ya llegue....

La señora no acabo de hablar por la impresión de la escena que presenciaban sus ojos.

Era su hija llorando y el cadáver de su novio que yacía muerto en su cama.

La adolescente se avalanzo hacia su madre para poder abrazarla y sollozar en su hombro.

—Está bien, tranquila mi niña. Ya... Ya no llores —quizo tranquilizar a su hija.

—No entiendo como pasó esto mamá, solamente m-murió de repente —dijo la muy asustada adolescente.

La mamá se quedó pensativa ante tal atrocidad. Separó despacio a su hija y la llevó a la cocina para darle un poco de agua.

—Quedate aquí, iré a hacer una llamada —le indicó a su hija.

Nina no respondió, sólo se quedó allí.

—Podrían mandar una ambulancia y una patrulla a esta dirección —dio la dirección, la señora se le notaba nerviosa—. Gracias —colgó y a paso lento fue a hecharle un vistazo a su hija. Después de verla regresó hacia el teléfono y volvió a marcar—. ¿Hola? ¿Delia?

—¿Si? ¿Qué es lo que pasa Margaret? Te oyes algo nerviosa.

—Tienes que llevarte a mi hija al internado —dijo Margaret echa una bola de nervios.

—¿Por qué? ¿Qué pasó?

—Su poder... Ya se desarrolló—. Y con esto último termino la llamada.

Margaret se quedó ahí, pensativa, nerviosa, hasta que el sonido del timbre la sacó de sus pensamientos y le dio un buen susto.

Se dirigió a paso apresurado a la puerta, al abrirla se dejaron ver dos hombres vestidos de negro, y una mujer mayor de cabello rojo y esponjado, entraron sin pedir permiso y se dirigieron hacia la cocina donde la adolescente se encontraba.

—Nina, querida —le habló su mamá —. Ellos son de un colegio en Nueva Orleans y vienen por ti para llevarte.

—Mucho gusto Nina soy Delia —se presentó la pelirroja.

Nina parecía no tener expresiones cuando levantó la mirada hacia las dos mujeres frente a ella.

Los dos hombres ingresaron a la cocina y le hablaron a Delia.

—Murió por un ataque al corazón, y todo dentro de él explotó —dijo uno de los hombres.

Delia volteo a ver a la muchacha que yacía sentada en uno de los bancos de la barra desayunadora. La niña se hallaba muy asustada y triste por la muerte de su novio.

—Nina, querida —le habló la pelirroja

Nina levantó la mirada hacia ella, escuchándola.

—¿Sabes por qué venimos? —la adolescente negó—. Venimos para poder ayudarte a controlar tus poderes, debemos llevarte con nosotros.

—¿Poderes? —dijo Nina en un tono burlón y sarcástico.

—Si, poderes —dijo Delia —. Eres una bruja, para tu suerte, tu mamá nos llamó a tiempo te llevaremos a un colegio/internado para brujas y brujos jóvenes que aún no saben cómo controlarlos —miró a la joven bruja esperando que dijera algo, como no lo hizo volvió a hablar —. También da gracias al universo por que mi sobrino Harry es el director de ese colegio y te guiará de la mejor manera.

Nina se levantó y dijo:

—Muy bien, iré por mis cosas —antes de que diera un paso el timbre de la casa sonó.