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Días después...
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Jimin se subió la autobús con una disimulada sonrisa en su rostro, pagó su pasaje y de inmediato el chofer le tendió aquel boleto color rojo, lo tomó y caminó hasta sentarse en uno de los asientos de hasta atrás, llevó su mochila a su regazo y miró su boleto.

Frunció su ceño cuando terminó de sumar y maldijo en su mente.

No sumaba 21.

Lamió su labio inferior e intentó relajarse. De todas formas Jungkook lo besaría.

Cuando se acercaba a la esquina donde se bajaba, se puso de pie y timbró, bajando una cuadra después y cruzando con cuidado la calle hacia la universidad.

—¡Amor!

Escuchó y se dio la vuelta, mirando cómo el rizado caminaba hacia él. Jimin sonrió con emoción y dio unos pequeños saltitos en su lugar, esperando a Jungkook. Cuando éste estuvo frente a él, no lo pensó dos veces y se acercó a abrazarlo por el cuello, siendo sostenido por la cintura por el mayor.

—Me dijiste amor —susurró suavemente Jimin.

—Si te incomoda o molesta, dime, ¿está bien?

Jimin frunció el ceño.

—¿Por qué me incomodaría? —preguntó y se alejó un poco —No lo hace, me gusta mucho.

—Qué bueno, porque así te voy a decir muchas veces, ¿mh?

El menor asintió feliz y sacó del bolsillo trasero de su pantalón el boleto, levantándolo y siendo tomado por Jungkook.

—No sumó veintiuno —susurró e hizo un puchero con sus labios —últimamente no he tenido mucha suerte, no sé por qué.

—Sería mucha coincidencia, ¿no crees?

—Sí. Igual me vas a besar, ¿verdad?

Jeon sonrió y asintió felizmente— Ven acá, bebé.

Así que Jimin sin pensarlo dos veces acercó su rostro al del rizado y juntaron sus labios en un beso suave.

Un beso lento, un beso tan bonito.

Ni siquiera podían creer lo hermoso que era besar los labios del otro, era algo increíble, la sensación de besarse era tan irreal y no encontraban las palabras correctas para describirlo. Era simplemente precioso, era adictivo, era sólo... lo más bonito que podían experimentar.

Los labios de Jimin eran suaves, eran gruesos y Jungkook no podía dejar de besarlos, de morderlos y lamerlos delicadamente, disfrutando tanto su sabor, ese sabor que tanto le gustaba.

Los labios de Jungkook eran suaves al igual que los de Jimin pero a diferencia de que eran más delgados. Jimin los amaba demasiado, amaba sentirlos moviéndose contra los suyos, amaba cuando tomaba su labio inferior y lo jalaba suavemente, sin hacerle daño, sin lastimarlo, sólo haciéndolo sentir bien.

Como tenía que ser.

—Buenos días.

La voz de Taehyung se escuchó, haciéndolos separar, sin embargo sólo Jungkook volteó a mirarlo asintiendo con la cabeza en forma de saludo, Jimin dejó sus labios en la suave mejilla del rizado, respirando también el olor a menta que tenía. Las manos del mayor en ningún momento dejaron de rodear la delgada cintura de Jimin y éste tampoco dejó de abrazarlo por el cuello.

Simplemente no querían soltarse. Nunca.

—Perdón por interrumpirlos, pero ya abrieron los salones y saben que el maestro de química es muy puntual —continuó hablando Tae, mirándolos — Jimin, ¿me estás escuchando? —preguntó cuando notó que su amigo no dejaba de dar besitos en la mejilla del rizado.

Jungkook se separó un poco y miró al pequeño, quien frunció el ceño y lo miró de vuelta.

—¿Qué pasó? —preguntó, volteando a su lado, donde se encontraba Taehyung fulminándolo con la mirada.

—¿Escuchaste lo que dije?

Jimin se calló.

¿Había dicho algo?

Jungkook mordió su labio inferior para evitar soltar una carcajada y abrazó con más fuerza al menor.

Kim suspiró y rodó los ojos.

—Minnie —dijo a manera de reproche y volvió a suspirar— ya me voy, ahí se ven —fue lo último que dijo antes de darse la vuelta y caminar hacia las escaleras del edificio, dejando a la pareja ahí.

—¿Qué había dicho? —preguntó Jimin aún confundido, mirando al pelinegro, quien sonreía.

—Que ya habían abierto los salones y que ya nos fuéramos porque el profe llega temprano, —dijo y llevó una de sus manos al rostro del menor, acariciando su mejilla ―así que vámonos, amor.

Se separaron y sus manos fueron entrelazadas con fuerza pero a la vez con delicadeza. Y así caminaron hacia su salón, con el pequeño boleto de autobús guardando en la bolsa de la chaqueta de Jeon.

¿Ya cuántos boletos tenía guardados? No tenía idea, pero en definitiva eran bastantes.

Y amaba cuando llegaba la noche y abría su cartera, mirando el montón de boletos que Jimin le había dado desde aquel primer día.

Y los iba a guardar para siempre, estaba seguro de ello.

21 ִֶָ 𖥻 𝗸ook𝗺inDonde viven las historias. Descúbrelo ahora