Capitulo 4

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-Liam ¿Estas despierto?

Evan lo llamaba mientras golpeaba la puerta pausadamente con los nudillos. Cuando abrió los ojos, buscó el despertador con la miraba. Evan llamo de nuevo.

-¿Liam?

Cerró los ojos intentando ignorarlo, sin embargo los constantes golpes en su puerta le hacían imposible lograrlo.

-¿Mm? -murmuró Liam aun en la cama.

-Voy a salir, llegaré algo tarde. -exclamó Evan desde el otro lado del umbral.

-Mjm -tomó la almohada posicionándola encima de su cabeza.

-No...

-Quemes la casa. -interrumpió Liam. -Ya se, Evan.

-De acuerdo holgazán nos vemos.

(---)

Durmió un par de horas mas hasta que el crujido de sus tripas le fue imposible de ignorar, desganadamente se levantó de la cama y se dirigió a la cocina. Tomó un par de cosas que había en la despensa y rápidamente se preparo un sándwich. Le dio un mordisco y se recostó en el mueble de la sala.

Al fondo pudo escuchar su celular sonar. Giró la cabeza hacía la habitación dudando si debía o no ir, pero luego de un par de segundos decidió ponerse de pie y caminar hacía allá.

Observó la pantalla y pese a su renuencia optó por atender.

-¿Quien es? -dijo con voz ronca.

Podía sentir como su rostro palidecía al distinguir la voz del otro lado de la linea, tornando su expresión en preocupación pura.

-¿Que quieres? -exclamó temiendo sonar nervioso.

-Cuando descubra donde carajos estas, date por muerto. -dijo para luego finalizar la llamada.

Aquellas palabras volvían a su memoria, los repetidos golpes y la sonrisa burlona le formaban un nudo en la garganta.

Liam descendió el teléfono consternado por esas abrumadoras y directas palabras. Cubrió su rostro con ambas manos ahogando un grito. La preocupación en su pecho era palpable. Sabía que su hermano corría peligro y no iba a permitir que le sucediera algo a Evan. Caminó de una manera eufórica e abrupta hacía el armario y sacó una maleta que yacía dentro de esta, con prisa guardó sus pertenencias y luego de finalizar salió de la habitación, dio una última mirada a su alrededor para luego partir en torno a su antigua casa.

Una vez afuera del conjunto residencial, sacó el celular de sus pantalones, marcó un par de números y esperó.

-Mike.

-Maldición Liam ¿Dónde carajos estas?

-Voy camino a...
-Antes de poder culminar interrumpió Mike.

-Diablos Liam que demonios. -vociferó.

-Callate y escuchame, tengo un jodido problema y necesito que me ayudes. -resoplo Liam.

-De acuerdo, nos vemos hoy a las ocho, y quiero tu jodido trasero aquí a esa hora.

-De acuerdo. -finalizó Liam colgando.

Avanzó varías calles más y luego de algunos minutos tomó un taxi. Le indicó la dirección al taxista que hizo un asentimiento y se puso en marcha.

Abrió la puerta y se encontró en una habitación lúgubre, sin rastros de vida alguna. Tal y como la había dejado al salir aquella tarde. Se sentía total y completamente desolado en un lugar al que no sentía pertenecer. Pero -y aunque no lo quisiera- esa era su triste realidad. Desolación, tristeza y una sola acompañante: La droga, la que tanto anhelaba y necesitaba a su lado como un requisito de vida. Debía hacerlo, debía drogarse para olvidar todos los problemas que se avecinaban a su alrededor como un torbellino lleno de ira y desgracia.

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⏰ Última actualización: May 02, 2015 ⏰

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