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Despertó en una destruida habitación perteneciente al área médica, le dolía todo, el ataque del akuma nivel cuatro lo había dejado sin energía, observó el techo, al mismo tiempo que estiraba su mano en busca de tratar de alcanzarlo, un completo imposible en su miserable estado, cerró los ojos, sentía que todo estaba volviéndose más pesado y abrumador, con pereza se levantó de la cama, no podía seguir estando en ese lugar, lograba sentirse más enfermo de lo que estaba, el golpe de realidad llegó al ver al hombre que lo supervisaba, irónicamente lo sentía peor que un dolor de cabeza, quizás en ese momento prefería estar peleando con un Noe a tener que lidiar con los altos mandos de la orden.

Camino a paso tranquilo, siempre seguido por aquel custodiador, era un prisionero sin esposas, sin embargo, la carga sobre sus hombros iba incrementando a medida que pasaba el tiempo, aquel monstruoso apetito que tenía se había ido casi por completo, su mirada estaba casi igual o más vacía que cuando perdió a Mana, los informes que tenía que llenar eran cada vez más ridículos, sobre todo cuando no sabía a ciencia cierta qué estaba pasando realmente, se sentía como un experimento al que tenían que observar todo el día, lo cual no era de su agrado. Ya ni siquiera sus compañeros se le acercaban, sólo podía sentir su mirada llena de lástima a excepción de Kanda, realmente no sabía que tenía ese sujeto en mente, lograba ser indescifrable.

Así pasaron los días, siempre siguiendo la misma rutina agotadora, viendo aquella sombra en todos los cristales, no lograba entender su actitud, parecía que en algunas ocasiones lograba escuchar lo que decía, tampoco comprendía el apego de Tim hacia aquel ser inanimado, suspiro, si continuaba buscando respuestas su mente terminaría colapsando. Aquel día lluvioso parecía ser prometedor, aunque algo le decía que huyera de ese lugar, llevaba un par de semanas incómodo, el sentirse observado era normal, pero esta vez había algo mucho más profundo. El día de cambio de sede se hizo presente, con una maleta pequeña en mano llegó hasta el embarcadero, donde zarpó junto a sus compañeros, el viaje fue silencioso, a pesar de que algunos se acercaron a charlar él logró poner una barrera invisible, su mente yacía perdida en alguna parte del vasto mar, apretó los labios, haciendo que estos estuviesen en una fina línea, podía sentir que prácticamente estaba siendo llevado al matadero.

Sus gemas plateadas observaron el cielo, estaba próximo a llover. Se adentro al que sería su nuevo "hogar", más bien lo sentía como una enorme prisión, las cadenas invisibles que rodeaban su cuerpo eran una carga, se sentía demasiado perdido, tomó rumbo a su nueva habitación, la cual era similar a la anterior, la tormenta se desató, por un instante las luces se fueron, dando una apariencia de desolación y abandono, con un ambiente lúgubre, recargo su espalda contra la pared, buscaba un deje de esperanza entre tanta oscuridad, la cual abrazaba sus sentidos, unos cuantos toques a su puerta lo hicieron ponerse en guardia, la voz de Link lo desconcertó, ¿Qué esperaba? Si lo consideraban algo que no era, podía sentir que entre tanto enredó había algo que no le comentaron, una pieza que no encajaba por completo con la situación que se estaba dando.

En cuanto abrió la puerta la luz volvió, se pudo percatar de que no sólo estaba su supervisor, sino que también el inspector Lvellie, junto a los cuervos, de los cuales no sabía de su mera existencia, salió de ahí, podía sentir sus intensas miradas sobre su nuca, si estas fueran dardos posiblemente ya tendría un hueco en el cráneo, se detuvo en una sala alejada de todo el ajetreo del lugar, no le quedó de otra más que adentrarse y acatar órdenes, lo que menos necesitaba en ese momento eran problemas. Un interrogatorio más a la lista, respondió lo mismo que en las ocasiones pasadas, nunca dijo más de lo que sabía, por alguna extraña razón sentía que debía proteger lo que vivió al lado de su padre adoptivo, eso lo llevó a terminar en una celda, encadenado como animal, una sonrisa irónica apareció en sus labios, muy en el fondo sentía que algo así podría llegar a ocurrir.

La realidad detrás de la sombra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora