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Suspiro, realmente estaba en una verdadera encrucijada, las cosas se estaban poniendo cada vez más complicadas, apretó los labios, si lo que había visto era cierto, ni siquiera él lo hubiese soportado, el estómago se le revolvió, no debía sentir empatía por el chico que dormía plácidamente en el sofá, sin embargo, algo en su interior le decía que se mantuviera alerta, el arca estaba alejada de todo, aquella ciudad olvidada por los dioses era su destino, en ese lugar no encontraría vida, solo un largo pasaje de desolación, optó por salir a caminar, necesitaba investigar más acerca de lo que estaba pasando en ese tiempo, ya que las memorias que guardaba Tim no eran suficientes. Camino por los largos pasillos del arca hasta que decidió abrir una puerta,  se encontró con un paisaje desértico, el aire era gélido, clara señal de que se acercaba el invierno en ese lugar, sus pasos se volvieron silenciosos, como si procurará no ser escuchado, mientras andaba se sumergió en sus recuerdos, esos que aún no eran despertados dentro del joven que yacía dormido en el arca.

Observó el cielo, ni siquiera la luna brillaba esa noche, todo lucía tan apagado, como si estuviese en un lugar tan lúgubre que ni la luz más intensa sobreviviría, detuvo sus pasos al encontrarse con unos cuantos cadáveres "frescos", estos posiblemente tenían alrededor de unas dos o tres semanas, su proceso de descomposición no era tan acelerado a causa del clima helado, se detuvo al percatarse de las ropas de estos, apretó los labios en una fina línea, esos uniformes los había visto a través de los ojos de Allen, debía salir de ahí, si esos buscadores estaban en ese lugar posiblemente algún exorcista podría estar cerca, sin contar a los sirvientes del conde.

Se alejó del lugar vuelto una sombra silenciosa, no deseaba ser visto por alguien más aparte de ese chico, se detuvo al escuchar voces, lo que más llamó su atención fue escuchar el nombre del niño de ojos plateados.

Yuu… ¿Por qué buscas tan desesperadamente a Allen? –

En esas palabras pudo distinguir algunas cosas, la principal fueron los celos, aquel chico tenía una lengua filosa.

No es de tu incumbencia –

Después de eso pudo sentir el silencio incómodo, cuando estaba a punto de retirarse del lugar dos voces más llamaron su atención.

Lavi, Allen es nuestro compañero, debemos encontrarlo –

Aquellas palabras resonaron vacías ante el noe que los espiaba.

Lenalee-san, usted no debería apoyar a un traidor, ¿acaso no recuerda lo que esos demonios le hicieron a Annita-sama? –

Dejo de escuchar aquella ridícula conversación, volvió a desaparecer entre las sombras, quizá volver a Edo en ese momento no era mala idea, abrió una puerta del arca, dio un vistazo por última vez antes de desaparecer.

Allen despertó desorientado, noto al golem dorado volando a su alrededor, aún sentía su cuerpo pesado, sin contar los zumbidos provenientes de sus oídos, la calma no llegaría a él hasta que todo terminara o pareciera en el intento.

Tim… Muéstrame la última grabación de la orden –

El golem dorado se posó en sus manos, pudo observar desde que lo apresaron hasta que salió de ahí, sin embargo, se percató de una silueta peculiar, alguien de la misma orden lo vigilaba y estaba seguro de que ese sujeto no era Link, suspiró, entre sueños vio algo descabellado, una inocencia con conciencia propia, de cierta forma era aterrador, sujeto su brazo izquierdo, al mismo tiempo que pensaba en todo lo ocurrido, hasta el momento la inocencia no había atacado a su portador a pesar de haber desertado, cerró los ojos tratando de mentalizarse, necesitaba dejar un mensaje para su maestro sin ser detectado, ¿Cómo hacerlo? Frunció levemente el ceño mientras pensaba, dejó de lado sus pensamientos al ver que alguien se adentraba a la sala de piano.

Has despertado –

El hombre misterioso habló con voz suave, Allen no le quitaba los ojos de encima.

¿Quién eres? No, más bien, ¿Cómo pudiste estar si todas las puertas están cerradas? –

Se le hacía conocido, pero ¿De donde? Si continuaba forzando sus pensamientos quizá la cabeza le terminaría estallando.

Soy quien creo esta habitación y la sombra que veías – 

Levantó la mirada, eso lo dejó helado, no podía ser, ¿Cómo había pasado? Estaba demasiado confundido, su estado de letargo no ayudaba.

Responderé tus preguntas más tarde… Hay exorcistas en este lugar –

Eso era, un exorcista de cabello azabache y mal genio se le vino a la mente, se levantó de golpe, lo que ocasionó que se mareara.

Aún no, necesito hacer llegar un mensaje –

Sin más salió de ahí bajo la atenta mirada del mayor, quien sólo suspiro y se limitó a seguirlo, capaz y el chico se metía en un tremendo lío.

Allen escribió dos notas, una para su maestro y otra para el exorcista malhumorado, abrió una puerta, no sabía si era mucha coincidencia o no, solo se vio frente a aquel que sería su mensajero, si es que lo convencía.

– ¿Moyashi? –

Allen hizo una seña de silencio, bajo la atenta mirada del samurai.

No tengo mucho tiempo… Esto ayudará con tus dudas, la otra entregársela a mi maestro –

Antes de que pudiera decirle una negativa salió de ahí, no sólo por eso, si no que había voces conocidas alrededor y por el momento no necesitaba ser descubierto, su viaje apenas comenzaba. Volvió a la sala de piano, aún seguía cansado, por lo que no tardó en volver a quedarse dormido, el estrés vivido en la orden lo tenía al borde de la locura, quizá no podría soportar otra vivencia similar.

Nea se sentó junto al menor, lo observó durante unos minutos antes de mover el arca hacia un lugar alejado, debía mantenerse lejos del conde y de las miradas curiosas, sobre todo de Apócrifo, esa inocencia realmente le causaría problemas. La melodía había cambiado a una mucho más suave y melancólica, aquel ser no iba a negar que extrañaba su vida, perdió tanto por tan poco, si tan solo pudiese retroceder el tiempo, la melodía terminó y con ello se hizo presente el silencio abrumador, colocó una manta sobre el joven albino, aquel chico portaba sus memorias, sin embargo, había algo en él que lograba perturbar su calma, se alejó de ahí en busca de algo con que distraerse.

En ese lugar no se escuchaban las tormentas, el tiempo era mucho más lento, aún así, se lograba sentir la desolación, el cielo se había oscurecido.

Mientras tanto Allen esperaba que Kanda le entregara la nota a su maestro, sin contar que esa sería la llave a nuevos aliados, los cuales permanecerian en silencio, y sólo aparecerían de ser necesarios.

La realidad detrás de la sombra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora