Capítulo III

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"ALGO DE PAZ".

"¿Cómo empieza una guerra?"

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"¿Cómo empieza una guerra?"

─ ¡Salgan de la vía! ─ Vociferó el conductor ─ hola policía...

─ No señor espere ─ corrí hacia él.

─ No se ortive porfavor, es por la gente esto ─ rogó Mar.

─ ¿Y mi gente? ¿Y mis pasajeros qué?─ preguntó retóricamente el hombre con el teléfono pegado a su oreja.

"Todo empieza con una diferencia de criterios, unos piensan una cosa... otros piensan otra. Pero después algunos quieren imponer su criterio y empiezan las discusiones..."

─ El pueblo necesita el tren, por favor entienda ─ le suplicamos con Mar.

─ ¿Y eso a mi que me interesa? Yo hago mi trabajo y listo, así que borrega vos tomatela ─ Me empujó.

─ La tocás y te curto─ saltó Simón al mismo tiempo que Luca y Mar se colocaban en frente de mí.

─ Gracias, pero no hace falta que me defiendan─ dije esquivandolos y mirando a los ojos al hombre ─ señor, agradecería que no volviera a hacer eso ─ realmente odiaba a las personas agresivas como él.

─ Bueno, bueno, póngase en el lugar de la gente por favor ─ se metió en la conversación Vale.

─ ¿Y en mi lugar quién se pone pendeja? ─ Mi disgusto aumentaba con cada palabra que decía.

─ Señor, por favor deje de referirse a nosotros de esa manera ─ secamente me le acerqué, al mismo tiempo que Tacho reaccionaba y se le acercaba bruscamente al tipo.

" En un momento se deja de razonar y comienzan los enfrentamientos, solo resta tener a mano algo con lo que imponer un criterio a la fuerza y no hace falta más ya se desató la guerra"

Los policías que había llamado el hombre se acercaron, armados y el grito de guerra no se tardó en escuchar de parte de los pueblerinos y de los demás chicos.

" Y una vez en guerra solo se puede desear algo de paz"

La violencia era una de las cosas que más odiaba, los comentarios agresivos aumentaban, se acumulaba cada vez más y más ira de parte de los que iban a ser reprimidos, un lugar que hace instantes era alegría pura ahora era un campo de batalla inevitable. O casi inevitable el grito de Esperanza y Tina los detuvo por unos segundos y al ver que no se detendrían la primera pidió un segundo y empezó a dialogar con los policías y el conductor en voz baja.

─ Se comprometen a hacerle llegar la queja a los superiores ─ anunció Hope.

─ Pero vos sos más ingenua revoque─ habló Maia.

─ a ver camuflada, ¿preferís que nos agarremos todos a las piñas? ─ cuestionó Esperanza.

─ Podemos incendiar el tren─ Gritó Pedro y ante tal respuesta afirmativa silbé lo más fuerte que pude.

amor - Casi ángeles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora