Aclaración: va a tratar desde la tercera temporada.
¿Qué estaba haciendo ahí?¿cómo había llegado?¿en dónde estaba? Eran algunas de las muchas preguntas que me hacía, pero todas tenían la misma respuesta... ¿Qué es esto? un viaje...¿ Cómo llegué acá...
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Bailamos junto con Pamela al ritmo de las canciones enérgicas, me estaba gustando el ambiente del lugar.
─ Hola lindas ─ se escuchó una voz masculina detrás nuestro y luego sentí una mano apoyada en mi espalda ─ ¿quieren bailar?
Di vuelta la cabeza para verlo y era Simón.
─ No gracias, no me gustan los piratas ─ y antes de que respondiera ya me había alejado, Pamela también se soltó del agarre y se unió a Max.
─ Arranca el bautismo para los nuevitos ─dijo Pamela.
─ Si, bautizame todo, te lo pido ─ dijo eufóricamente Nacho mientras levantaba su remera.
Rama se opuso a lo que decía Nacho pensando en las chicas, pero Lleca lo calló.
─ ¿Cómo es el tema del bautismo?─ indagó.
─ Acá en mandalay protegemos los cuatro elementos de la naturaleza ─ explicó.
─ Aire, agua, tierra y fuego ─ enumeró Pamela.
─ Fuego, haceme lo que quieras ─ de nuevo Nacho intentaba sacarse la remera, ese chico estaba demasiado hormonal y los demás lo volvieron a detener.
─ Empezamos siempre por el agua ─ y con un grito de Max todos empezaron a tirarles con bombuchas de agua.
Y a pesar de que esperaba que no me mojaran, me llegaron un par de bombuchas al cuerpo. Los chicos ya no estaban tan contentos. El siguiente elemento era aire y con un ventilador empezaron a tirar plumas, seguidamente tiraron tierra desde la segunda planta. A todo esto yo estaba detrás de Pamela escondiendome para evitar todo eso, por su parte Lleca estaba debajo de una mesa.
Empezaron a atar con sogas las manos de los chicos.
─ De esta ya no puedo salvarte ─ me dijo Pamela, y muy a mi pesar un par de chicas vinieron a atarme.
─ Bueno, y ahora ¡fuego! ─ vociferaron todos al unísono.
─ Tienen que desatarse quemando las sogas ─ explicó la castaña.
─ Para, ¿y después? ─ indagó Lucas.
─ Después vemos.
Y empezaron a intentar quemar las sogas con unas velas que les habían dado, pero más que soltarse se estaban quemando, y yo no quería hacer eso.
─ Disculpá lindo, ¿tenés fuego? ─ le dediqué una mirada a Max, el cuál se acercó y con un encendedor liberó mis manos─ Gracias ─pronuncié pausadamente haciendo que me mirara los labios.
─ ¿Y porqué a ella la ayudan? ─ gritó Tacho.
─ Vos intentá soltarte y después reclamá ─ le respondió.
