3. Reglas.

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Darian se había perdido en sus pensamientos, Jean nomas la admiraba, nunca había visto a una mujer tan linda, era perfecta hacia sus ojos.

Pero rápido Jean la dejo de ver, el tenia que recordar su regla mayor y era no enamorarse.

Jean había tenido sus dificultades en su relación pasada por eso es que no quería enamorarse.

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Llegamos a mi casa, los guardias bajaron a abrirnos las puertas, ella se bajaba con miedo.

Camine alrededor del carro y le agarre la mano, era mi forma de ver si se sentía más segura.

J: no tengas miedo, no te lastimare.

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Suspire al ver su mano agarrar la mía. El me decía que no me iba a lastimar pero mi miedo ganaba.

Entramos para dentro era una casa muy hermosa, pero la casa estaba muy callada, lo único que estaba era un hombre con una mujer besándose.

J: Libardo

L: ah llegasteis

J: no les quiero ver la cara los dos fuera de a qui.

Fue cuando todo hacía sentido, Jean era el dueño, esto era nada más que una mafia. Y creo que ya se cual mafia.

Todo el tiempo me quedé en silencio, ni una palabra salía de mi boca. Me dirijo hacia un elevador, cual el
presionó el botón 3.

Su casa era demasiado grande que cualquiera se perdería. El piso donde entramos era su cuarto.

Jean me tomo la mano y me sentó en la cama, el se sentó en una silla.

J: debes entender que para estar a qui bien y muy
bien tratada ay reglas.

-No salir sin permiso
-Me satisfaceras cuando yo quiera
-Nada de meterte con nadie más
-Te pondrás lo que yo digo
-Nada de salir sin alguien acompañándote

Era una lista demasiado larga, pero una de sus reglas llamó mi atención.

J: nada de enamorarse.

D: ni que yo quisiera algo contigo, quiero que me dejes ir, yo no pienso seguir tus malditas reglas.

Se paro con furia su mano alrededor de mi cuello, levanto una ceja mientras una sonrisa se le formaba en la cara.

J: disculpe señorita pero usted que me dijo?

D: que no seguiré tus malditas reglas.

J: a qui mando yo no te comportes haci porque tendrás consecuencias, y no son nada buenas.

D: que vas a hacer golpearme?

J: no yo no le pego alas mujeres..

Su cara bajó hacia mi oreja susurró algo en mi oído que iso que un escalofrío bajara por mi espalda, mi piel se puso chinita, mientras suspiraba más rápido.

J: te are sufrir, y no de la forma que piensas, ojalá que puedas aguantarte lo que muy pronto te daré, tu escoge princesa puedes satisfercite, o nomas nunca poder terminar, no soy nada fácil cuando viene a sexo haci que piénsalo dos veces antes.

Sabía muy bien lo que me quería decir con eso.

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Los dos nomás mirándose fijos uno a otro, una sonrisa malvada formada en la cara de Jean.

Mientras Darían sabía que esto apenas comenzaba.

El rey de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora