Otro día más.
Vuelta a la rutina.
La verdad que nunca me ha costado el hecho de levantarme pronto para ir a un lugar que no me apetece ir y ver a profesores a los que no iría a ver ni, aunque me pagasen, me pregunto a veces porque lo hago y me replanteo en dejarlo..., pero luego recuerdo que soy pobre y se me quitan esas ideas de la cabeza, pero no las ganas.
Venimos de un puente bastante inusual, estos días he conocido a familia que ni sabía que existía, a tías que me cogían de las mejillas y tiraban de ellas como si me las quisiesen arrancar mientras decían:
"Hay que grande estas..." o "hace cuanto que no te veo...", incluso "la última vez que te vi medias medio metro...", si, esos comentarios, los típicos que te quitan las ganas de vivir y que te dan ganas de contestar:
"Sí María Luisa, como puedes ver he crecido, enhorabuena por descubrir el ciclo de la vida y sé qué hace mucho que no te veo Antonieta, si no recordaría la cara de vieja de Cleopatra que me llevas", pero no, eso no lo puedo decir, solo pensar, porque si dijésemos todo lo que pensamos nadie nos miraría de la misma forma y eso no me lo podéis negar.
Bueno, con todo esto y mi cara de culo por las mañanas me pongo en marcha al instituto, todo empezó mal desde el momento en el que subí al autobús y no tenía recargada la tarjeta de transporte, cuando mire al autobusero vi que estaba negando con la cabeza y me pidió amablemente que me bajase, ese señor lleva viéndome más de cuatro años coger el maldito autobús, pero no, no podía subir, tampoco me enfade, al fin y al cabo es su trabajo, por lo que decidí que la mejor manera para no amargarme mientras iba al instituto, era el simple hecho de poner música, la mejor idea que se me pudo ocurrir, fue lo mejor que me pasó en todo el día.
Sí, soy de ese tipo de personas que irían por el camino más largo solo por escuchar más canciones, me evade de la gente y de la realidad, pero esa felicidad instantánea se esfumo en cuanto vi la cima del edificio, que la verdad era muy grande.
El instituto tenía tres plantas, se dividía en dos alas bastantes grandes, mientras que en el ala derecha de la primera planta se encontraban cosas como el teatro o la sala de audiovisuales, entre otras salas comunes, utilizadas para el comedor, la biblioteca, los clubs, los talleres (de cocina, ajedrez, ayuda...), en la otra ala se encontraban otras cosas como la dirección, los despachos y conserjería, estos tenían su propio comedor, con su respectiva cocina.
En las demás plantas se encontraban las clases, las cuales eran bastante grandes y amplias, estas estaban intercaladas con aulas de informática y proyección en ambas alas, incluyendo salas de música y arte. Además, fuera de este edificio se encuentran las tres pistas al aire libre, la piscina climatizada, los dos pabellones cubiertos con gimnasios y...
Podéis pensar así...
Más bien os he hecho pensar de esa manera, pero ten cuidado en quien confías, hasta la sal parece azúcar.
Ojalá y lo que os acabo decir fuera verdad, pero no, el edificio tiene un pabellón y de milagro, no hace falta decir que el gimnasio es inexistente, a parte, la biblioteca y el aula de música son normalitas y el comedor no es muy grande, las aulas de informática y proyección son escasas, hay como dos o tres en todo el edificio, aunque hay que decir que el edificio es grandecito, la verdad, si lo ves desde un punto objetivo, el instituto no esta tan mal, pero comparado a la otra descripción que os he hecho, esto es una mierda.
Después de este gran comienzo de día, entro a mi clase y ya están todos allí, algunos me saludan, muchos están ya en el quinto sueño, otros me miran como si quisieran que los sacasen de ahí, los restantes me recriminan con gestos, y mofándose al llegar tarde o sin más me lo dicen, la verdad no es novedad el hecho que no llegue puntual y ya es costumbre, por lo mismo que ya es normal que se mofen, por eso no es que se sorprendan mucho, es más, si llego pronto me preguntan que me pasa y me empiezan a tomar la fiebre poniendo caras dramáticas, en realidad me lo paso bien con ellos.
Echo un vistazo y cruzo la clase, suspiro de manera dramática y me siento al final, en mi sitio, con mi mejor amiga al lado mirándome expectante, como no sé a qué se debe tanta expectación, me giro frunciéndole el ceño.
- ¿Qué? – le digo en el tono frio que acostumbro a tener por las mañanas juntado con mi mala ostia, mi cara y mis pocas ganas de vivir.
- De verdad hija tan maja como siempre – Me contesta a lo que la miro con obviedad y cansancio. – No sé nada de ti desde que empezó el puente y no puedes decir que no te hablé. – Sentenció cruzándose de brazos, en un intento fallido de frialdad, es demasiado mona y cariñosa para eso.
Pues es verdad, sí que me habló, pero no le conteste, ¿no os pasa que veis un mensaje y dices "luego contesto" y de repente han pasado diez días?, pues sí, me pasa mucho y esta vez no iba a ser la excepción.
- Ups, problemas técnicos, se me paso. – Dije fingiendo una falsa inocencia, haciendo un puchero, probablemente me iba a contestar con un comentario irónico, pero le interrumpió la silueta del profesor de tecnología en la puerta.
Cuando el profesor entro, hizo que la clase se sumergiera en un silencio profundo, alguien la había cagado, había pasado algo, todos lo sabíamos conforme se iba moviendo por la clase, esa cara ya nos la conocíamos demasiado bien, y como no era raro de esperar pasó, el parte colectivo.
**********
- ¡Emily! – Gritaron desde la puerta – que has hecho ya, y no me digas que... - La corté antes de que siguiera, la conozco demasiado bien para saber que va a empezar a hacer acusaciones cuanto menos extrañas.
- No mamá, no he roto un ordenador, no he quemado un contenedor, no he pinchado las ruedas del coche de un profesor, por mucho que me apeteciese y no, no he pensado que la mejor forma de matar el tiempo es usar como diana a un compañero, aunque con alguno me apeteciese hacerlo, - mi madre rodo los ojos, estaba acostumbrada a mis contestaciones cuando ella se ponía a divagar sobre las cosas - solo que parece ser que alguien en el instituto, concretamente una persona de nuestra clase, le está haciendo la vida imposible a la hija del director y al haber amenazado a los profesores pues... ¡PUMM! toma parte – La verdad que nuestra clase no tenía la mejor fama, pero tampoco estaba tan mal y había gente muy inteligente y buena que no se merecía eso, ya que seré una borde de mierda pero también buena persona, se pueden ser las dos cosas a la vez.
- A vale, si es solo eso, estoy más tranquila. – Contesto más calmada, hasta yo pude notar como se le habían relajado hasta los pelos de la cabeza.
Vi el alivio en sus ojos, solo con pensar en las burradas que podía haberse imaginado me echaría a reír, pero quiero ser buena hija, muchas veces es muy dramática, tanto que pienso si en realidad esta encerrada en un cuerpo más mayor, siendo más joven, supongo que por eso se lleva tan bien con Sam, bueno, en verdad con cualquier adolescente.
Después de comer, al ver que el transcurso de este día no iba a mejorar, decidí quedarme en mi habitación y no salir para nada, excepto para cenar, lo primero es alimentarse bien.
Pero eso sí, al fin le conteste a Sam, esta se emocionó y me llamó, por lo que pasamos horas y horas en llamada, haciendo la tarea, hablando de cotilleos y divagando para saber que le podían haber hecho a la hija del director para haber llegado hasta este punto, y pensando quien había podido ser, yo no pondría la mano en el fuego por nadie, pero yo creo que mi clase no ha hecho nada, aunque haya gente un poco capulla, no veo capaz de hacer algo tan malo ni siquiera los más chulos, seguimos hablando hasta quedarnos dormidas.

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¿Perdonar?
RomanceEmily maduro de repente y en contra de su voluntad, tiene un pasado doloroso para ella, y que vuelva no le va a hacer ningún bien, va a tener que volver a hacer frente a algunas situaciones que creía que tenía olvidadas. ¿Qué pasara cuando su pasado...