Alexis #2

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Alexis González Ramírez

Cuando llegó mi cumpleaños numero 8, yo estaba muy feliz, ya que en todos mis otros cumpleaños me la pasaba muy bien; mi abuela siempre me hacía una comida y me hacía sentir el niño más feliz y querido de todo el mundo. Sabía bien que debido a su enfermedad, ella ya no podía hacer eso por mí, pero tenía la pequeña esperanza de que mis padres me hicieran algo, me regalaran algo o ya mínimo tan si quiera me felicitaran, pero no, nada de eso ocurrió.

Me levanté de la cama y muy feliz corrí a la sala para esperar a que mamá y papá se levantaran, algo que ocurrió a los pocos minutos, ellos estaban muy apurados alistándose y arreglando sus cosas para irse.

—Mami, papi —les hablé varias veces, pero ninguno me hacía caso—. Mami —toqué su pierna.

—¿Qué quieres, Alexis? —me preguntó mientras revisaba su bolso.

—¿Sabes qué día es hoy, mami? —sonreí feliz.

—Sí, día de ir a trabajar. No me molestes, Alexis.

—Pero mami...

—Alexis, dijo tu madre que no las molestes —dijo mi padre mientras salía de la habitación

—¿Tú sí sabes que día es hoy, papi?

—Jueves. Deja de ser tan enfadoso, Alexis.

—No soy enfadoso, papi, solo que...

—¡¡YA BASTA, ALEXIS!! —gritó mamá—. Ya nos vamos —tomó su bolso y abrió la puerta—. Quiero que la casa esté bien limpia cuando regresemos.

—Pero mamá...

No me hizo caso porque salió de la casa.

—Papá... —lo miré.

—Ya no seas tan molesto, Alexis —también se fue y cerró la puerta.

Me solté a llorar.

—Se olvidaron de mi cumpleaños —dije llorando y corrí a mi habitación. Agarré al peluche que estaba sobre mi cama, lo abracé y me acosté, pero sin dejar de llorar—. Te extraño tanto, abuelita —lloré hasta quedarme dormido.

Me despertó el sonido del teléfono de la casa sonar, así que me levanté de mi cama y fui a contestarlo.

—¿Quién habla? —pregunté.

—Soy yo, corazón, tu abuela

Sonreí feliz al escuchar eso.

—Llamo para desearle un feliz cumpleaños al niño más hermoso de todos.

—Ay, abuelita, muchas gracias.

—¿Qué te hicieron tus padres, mi amor?

Agaché la cabeza.

—Nada —respondí.

—¿Cómo que nada, mi amor?

—Pues se fueron a trabajar, abuelita —dije llorando.

—No llores, amor, a lo mejor cuando regresen te hacen algo muy especial.

—No creo, ni siquiera me felicitaron, se les olvidó mi cumpleaños —lloré más fuerte.

—No, mi niño, no llores. ¿Sabes qué? Iré allá contigo.

—No, abuelita, tú no te puedes mover mucho.

—Iré en sillas de ruedas y me acompañará mi enfermera.

—Pero no quiero que te pase nada malo, abuelita.

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⏰ Last updated: Jun 08 ⏰

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La infancia a veces duele...Where stories live. Discover now