Capítulo n°1

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Un adolescente de cabello rojo y raíces negras, con unos ojos caramelos brillantes se encontraba limpiando unas mesas de un elegante restaurante.
-McKenly- Lo llamó un hombre con canas y un elegante traje negro -, cuando termines con las mesas puedes irte. Ve por la puerta de atrás. Sabes que se cierra sola, ¿verdad?
Lo único que hizo el chico fue asentir con una sonrisa. Estaba tan cansado que ni siquiera podía articular palabra.
Cuando el hombre salió del lugar el adolescente se sentó en una silla de la mesa que estaba limpiando en ese momento.
-"Solo un par de mesas más y te irás a casa a dormir, Sora"- Pensó para sí mismo mientras se despeinaba el cabello rebelde y sedoso.
Sora McKenly tenía 16 años y en unos cuantos meses más cumpliría 17, y estaba en último año de preparatoria. Vivía con su abuela, sus padres y sus dos hermanos mayores. Él, sus hermanos y su padre trabajaban para pagar la renta del departamento, el tratamiento que su abuela debía hacer a causa de un cáncer que se le había despertado hace unos años, y la comida. Era muy poco probable que Sora pudiera continuar una carrera después de la preparatoria, ya que el dinero sólo alcanzaba para lo 100% necesario.
Inclusice debía usar ropa que sus hermanos habían usado antes, pero de todas formas le quedaba grande, debido a que él era más pequeño de lo que sus hermanos habían sido cuando habían tenido su edad.
La madre de Sora, Miyuki, era de origen japonés, pero tuvo que mudarse a un pueblo en el Reino Unido para estar junto a su marido. Todos sus hermanos, y él, tenían nombres japoneses, pero el apellido era de parte de su padre. El mayor de todos los hermanos se llamaba Nobu, tenía 23 años, cabello castaño obscuro, y ojos marrones; el del medio tenía 20, se llamaba Tora y tenía cabello negro y ojos caramelo como los suyos; por si parte, Sora era el menor, con 16 años. Desde los 13 se pintaba el cabello de rojo fuerte, pero desde hace dos o tres meses que no lo hacía y las raíces negras se notaban bastante.
Si no hubiera sido por su teléfono, que recibió una llamada justo a tiempo, Sora se hubiera quedado dormido toda la noche en esa mesa.
Se secó la baba que había perdido el corto periodo de tiempo que de había quedado dormido y atendió la llamada.
-¿Hello?
-¿Hermanito?- Preguntó una voz tranquila. Ese seguro era Nobu, siempre tan tranquilo y comprensivo.
Pero aparentemente alguie le arrebató el teléfono.
-¿Dónde mierda estás, Sora McKenly?- Y... ese era Tora, tan impulsivo y molesto como siempre.
-Trabajando, querido hermano. - Contestó el chico con la voz ronca. En verdad estaba cansado.
-Vuelve pronto, mamá y papá se están preocupando.
-Claro, claro.
Sora cortó la llamada sin nada de ganas de seguir limpiando, pero tenía que hacerlo para volver a su amada cama y dormir hasta mañana para ir a la escuela...
Eran exactamente las 23.05 cuando el pelirrojo salió del restaurante por la puerta trasera, asegurándose de que la puerta estuviera bien atascada.
Al llegar a su casa eran las 00.03. Sí su casa estaba lejos de su trabajo, pero le pagaban bien.
-¿Cómo estás? - preguntó una voz que prevenía desde la obscuridad de la sala.
Sora se sobresaltó, y encendió la luz con el corazón a punto de salírsele del pecho. Pero se tranquilizó al ver a su padre en un sofá individual.
-Papá, casi me matas de un infarto.
Su padre se levantó del sofá y se dirigió a su hijo. Cuando estuvo lo suficientemente cerca apoyó una mano en la frente del chico y lo miró preocupado.
-No me sorprendería que murieras de cansancio y no de un infarto.
Sora le sonrió cálidamente a su padre.
-Estoy bien, papi.
El hombre sonrió. Si el chico le decía "papi" era porque realmente estaba bien. Pero las ojeras se notaban bastante, y también el desgaste también. Temía que el chico llegara a enfermarse. Las notas de Sora en la escuela eran las mejores, y encima trabajaba. Cualquier explotador envidiaría al padre del joven, pero él sólo quería que su hijo estuviera bien y pudiera tener un gra futuro. Sólo que no podía descuidar a su madre, y no tenía el suficiente dinero.
-Me voy a dormir, mañana tengo que ir a la escuela.- Comentó Sora.
-Claro...
El pelirrojo entró en la habitación que compartía con sus dos hermanos y cerró la puerta detrás de sí. Se dirigió directo a la cama y se metió a ella de un salto, se acomodó en ella y abrazó su almohada para caer en un profundo sueño.
A la mañana siguiente se levantó algo intranquilo; tenía examen de literatura, y si bien había estudiado para él, estaba bastante nervioso de que le hayan quedado en la cabeza los pedidos de los comensales, y no lo que había estudiado. Pero ni siquiera pudo releer el material para el examen, sólo pudo darse una ducha y correr a la escuela... ya era demasiado tarde.
-Casi llegas tarde, otra vez.- Comentó Carla, su mejor amiga.
Carla tenía 17 años, cabello rubio natural y ojos marrones casi negros. Era muy expresiva y siempre regañaba al pelirrojo por sobrecargarse con tanto trabajo.
-Sí... Pero no me regañes, por favor. Sólo por hoy.
-Ok, está bien. Pero sólo por esta vez.
Los dos adolescentes se dirigieron entre risas y comentarios hacia su salón de clases. Ya en él, Sora tiró su morral en un asiento, y Carla hizo lo mismo en un asiento al lado de su amigo. Eran los únicos en el salón, ya que todos estaban afuera. Los dos comenzaron a charlar mientras esperaban la hora de que la compana tocara y comenzaran las clases.
-¿Estudiaste para el examen?- Preguntó la rubia.
-Ajá, ¿y tú?
-Más o menos...
Carla inspeccionó el salón de clases, para ver si no había testigos. Estaban ellos solos. Se acercó a su amigo y le susurró:
-¿Qué te parece el profesor de literatura, Sory? Oí que es gay.- Con ese comentario le giñó el ojo al adolescente, quien la miró con una ceja elevada, algo molesto con el comentario.
Sora sabía perfectamente a qué quería llegar Carla. Desde que le había confesado hace un año que le gustaban los chicos, la chica estaba empedernida en conseguirle un novio. Pero meterse con el profesor de literatura ya era demasiado.
-No, Carly, tiene como 20 años más que yo...
-Ay, no exageres- Comentó ella ¿indignada?, pero de qué -, tal vez unas 15 o 17 años.
Los dos amigos de miraron y comenzaron a reír a carcajadas. Pero la campana los interrumpió, y con ella la entrada de todos sus compañeros y el profesor al final.
-Buenos días, alumnos- Saludó el hombre de cabello castaño claro y con algunos risos, poco definidos, pero podían verse. Sus ojos eran de un azul fuerte y electrizante, y tenía una seriedad que parecía inquebrantable -. Saquen una hoja y pluma, comenzaremos con el examen.
Se giró a la pizarra y escribió en ella "Examen Escrito de Literatura" SILENCIO. Mientras el hombre escribía, Carle giñó un ojo a Sora, el adolescente la miró indignado y volvió rápidamente su mirada a la pizarra.
Cuando la clase estaba terminando y todo contaban los segundos para salir al patio, el profesor Sticwars llamó a Sora a su escritorio.
-Es un placer para mi entregarle un perfecto 10, señor McKenly- Comentó el hombre con una sonrisa hermosa a ojos de Sora, ojalá siguiera sacandose muchos más dieces ese año, pensó -. Sé que el año apenas está empezando... pero, ¿ya decidió que carrera seguirá cuando este año termine?
Sora ladeó la cabeza un poco a un lado en señal de curiosidad.
-Lo cierto es que no...- Sora miró su examen y suspiró -, me gusta mucho la materia que usted imparte, profesor Sticwars.
-A mi me parece que usted, señor McKenly, estaría perfectamente genial en la Universidad principal del pueblo.- Comentó con cierta felicidad.
-Sí...- Sora desvío la mirada -Pero la cuota es demasiado alta.
Sticwars se quedó mirando al chico con tristeza.
-Oh, lo siento.
-Está bien- El pelirrojo sonrió y a Sticwars le pareció haberse perdido en la linda sonrisa -. Espero poder ganar una beca este año...- Sora se llevó una mano al cabello y lo revolvió un poco -, aunque no creo que sea en esa Universidad.
-Hmm...

A las ocho de la noche Jonh Sticwars había llegado a su casa. Tiró su maletín en el suelo después de cerrar la puerta y cayó rendido en el sofá.
-¿Papá, eres tú?- Preguntó una voz desde la cocina.
-¿Justin? ¿Estás aquí?
-No sé. ¿Tienes nariz?- Preguntó sarcástico el chico de cabello negro y risado como el de su padre, pero tenía ojos verdes como los de su madre fallecida hace varios años.
Jonh sonrió divertido ante el comentario de su hijo.
-Creo.- Contestó tocando su nariz.

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