01 | El sirviente del Mal

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J A E M I N

"Mi querido príncipe siempre estaré aquí, tu sirviente fiel yo soy, hermanos de corazón, vine al mundo para darte total protección, mi vida por ti daré y el tirano seré yo."

Meses después.

Hagan pasó para su majestad, el Rey Na Renjun.

Renjun se sentó en el trono mientras miraba a todos los presentes una manera tan despectiva que Jaemin sentía pena por ellos de cierta manera, suspiró y se posó a lado de su hermano mientras lo miraba de reojo, solo esperaba a que este asintiera para empezar. — El Rey no tiene mucho tiempo, así que se les pide tener sus ideas claras y poner el tema a tratar en voz de todos desde este momento.

El caballero Rojo inclinó suavemente su cabeza adelantándose a los demás para pedir la palabra. — Su majestad, creo fielmente que debemos  estar preparados para la escasez, las lluvias terminarán pronto y no queremos que se repita lo del año pasado, reinos vecinos y yo pedimos de favor su comprensión y apoyo para acelerar la cosecha, nos veremos en serios problemas económicos y...

— Bla, bla, bla... — Renjun movía infantilmente su diestra, abriéndola y cerrándola como si fuera una boca para después ponerse a reír por si solo, los tienes presentes se miraban confundidos, no creían la actitud del joven rey.— mmh, esto solo me da sueño, arrodíllense ante mi.

Los presentes no entendían que pasaba, Jaemin que solo estaba de pie, soltó un corto suspiro lleno de vergüenza y chasqueó los dedos. — El Rey dijo, arrodíllate, arrodíllense.

Cuando el caballero rojo puso ambas rodillas en el suelo Renjun lo sujetó del cabello para poderle ver la cara con atención, y después sonrió de una manera tan dulce antes de lanzar su cabeza contra el suelo dejándolo ahí. — Créanme que me importa poco todo eso, ¡Jaemin!.  — El mencionado elevó la vista.— Jaemin ¿tenemos comida para hoy?

Jaemin suspiró, ya sabía de que se trataba.
— Tenemos para los próximos años incluso, mi rey.

Renjun sonrió y con la punta del zapato golpeó el cuerpo en el suelo. — ¿Lo ves? Ni el dinero, ni la cosecha son problema por ahora, guardias porfavor llévenselo y háganse cargo. Un tipo como él solo causa pánico entre la gente, no puedo permitir cosas de ese tipo... pero sin su cabeza no podrá hablar ¿verdad Jaeminnie?

Su hermano sentía las náuseas acumularse y el sudor en frío correr por su nuca por el miedo de contradecirlo, odiaba presenciar ese tipo de cosas, lo odiaba de verdad. Pero no era nadie para oponerse. — Es cierto, mi rey.

— ¡Pero su majestad!

Renjun desinteresado miró el reloj de la habitación. — Vaya, es hora ya de merendar.

Dos de los caballeros reales sujetaban al pobre del tipo rojo, no lo dejaron hablar y lo arrastraron fuera del palacio rumbo a la guillotina del pueblo, que justamente Renjun había pedido poner tan solo una semana después de la muerte de su padre.

Pidió a todos los demás irse para quedarse a solas con su hermano.

— Renjun...

— No Jaemin, no te conviene aconsejarme en este momento.

Jaemin negó parándose detrás de su hermano mientras colocaba ambas manos por sus hombros dándoles un suave apretón. — Ya lo sabes, yo jamás iré en contra de tus órdenes. Si algún día el mundo se pone en contra de los dos yo seguiría protegiéndote, mantente tranquilo.

Renjun sonrió y tomó la diestra de su hermano para restregarla por su mejilla. — Te amo.

El más alto susurró un bajito "yo también te amo".
Cuantas cosas habían pasado ya desde que Renjun tomó la corona, lo recuerda justo como si fuera ayer cuando su hermano temblaba mientras la corona era colocada en sus cabellos dorados para cambiar drásticamente de expresión y sonreír ampliamente a todos los presentes, parecía como si fuera otra persona parada frente al trono y no el dulce príncipe Renjun.
Pero de ese dulce príncipe quedaba muy poco (sino es que nada) ya que todos los mandatos proclamados hasta el momento iban en contra de la moral de Jaemin y de los consejos que este le había dado, su hermano no dudaba dos veces cuando se trataba de degollar a alguien, a propias palabras del joven rey eso era algo "atractivo de ver" pero Jaemin no podía evitar vomitar cada que sucedía.

Renjun era un precioso demonio.

— ¿Jaemin?, por favor ve con Kun y dile que prepare a Josephine para ir a dar un paseo por los campos del norte. También puedes llevar a uno de los otros caballos si gustas acompañarme.

— Oh no, no, no te preocupes mi Rey. Tengo un par de asuntos que atender, pero lo esperaré para cenar juntos como siempre.

Renjun asintió quitándose los finos guantes de seda que traía puestos y abandonó la habitación con una gran sonrisa.

((...))

Jaemin caminaba por las afueras del reino mientras pensaba en voz alta, solía hacerlo cuando se sentía agobiado por las tareas reales, era algo terapéutico de cierto modo.

— Vamos Jaemin tú sabes que si dejan de dar apoyo al horfanato la gente se enfadara con Ren, tienes que decírselo, ¡tienes que decírselo! Tú puedes, tú puedes.

— Si, yo creo que tú puedes.

Jaemin cayó al suelo con su corazón latiendo al mil por minuto mientras el chico recargado en uno de los pinos del sendero se reía. — Perdón, no creía que te asustaría tanto. — Se encaminó hasta el rubio y le extendió la mano, Jae la tomó y con firmeza se levantó del suelo sacudiendo la tierra en sus pantalones.

— No pasa nada, pero en serio juro que casi me matas.

— Hey, hey, no puedo ir a la cárcel tan pronto.

El chico de linda sonrisa levantó ambas manos en una forma de decir "me rindo" y Jaemin sonrió mientras hacía su cabello largo hacia atrás. — ¿Quien eres?

— Oh lo siento, casi te mato y no siquiera me presente contigo. Soy Lee Donghyuck.

— Príncipe del reino verde, vaya. — Jaemin al momento hizo una reverencia con una de sus manos en el pecho. — No todos los días un príncipe aparece por la pineda más solitaria de la región y sin guardias que lo respalden.

El chico de cabello negro rodó los ojos y suspiró. — Ahg ni siquiera lo menciones, mamá me matara cuando sepa que volví a salir sin su permiso. Oye pero antes ¿tú eres...?

— Na Jaemin, consejero real de su alteza Ren.

Los ojos ajenos se abrieron como platos. — ¿¡El hermano del rey Na!?, Dios pero, nunca imaginé que uno de los dos príncipes del reino dorado sería así de atractivo.

Jaemin sintió sus mejillas cambiar a un tono más rojizo pero fue experto en disimularlo. — No es la gran cosa, príncipe Lee.

— Bueno, allá tú ¿que tanto hablabas?

— Me gusta hablarme a mi mismo cuando estoy solo.

— Ohhh, te entiendo, bueno ¿te molestaría si te pido que platiques conmigo por un rato? Me gusta tu voz.

— ¿Ah si?

Así, simplemente a primera vista, Jaemin se enamoró.

Servant of Evil | RENMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora