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Los días y las semanas pasaron rápido, y Seungwan aún estaba estancada y perdida en aquellos sentimientos que la golpeaban fuertemente. Cada vez, con más emociones.
Al terminar la última clase del día, se acercó a felicitar y halagar a la causante de sus insomnios.
—¡Gran proyecto el de hoy, Joohyun unnie!— dijo la menor riendo nerviosa.
—Supongo, gracias Seungwan.— respondió cortés pero seca la pelinegra mientras acomodaba su falda —Aunque me gustó más el tema de Yerim.— y encogió sus hombros ligeramente.
La menor le dedicó una de las más tiernas sonrisas de todas, mientras sus ojos notablemente brillosos la miraban como lo más maravilloso del mundo.
Sin embargo, Joohyun no lo notaba.
No le importaba.
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