Día 5: Enfermo de amor

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—No...No me cayó mal la comida—Dijo Bakugo hablando por teléfono.

Bakugo había devuelto el estómago por tercera vez esa tarde. Él había ido a comer a un restaurante de dudosa procedencia, comiendo el peor ramen de su vida, estaba frío, los fideos estaban mal cocinados, y sobre condimentados, sin mencionar que el alga no estaba bien cortada y el huevo estaba sobrecosido. Dios jamás volvería a ir a ese lugar. Pero era el único restaurante que le quedaba de paso, sabía que esa noche Uraraka no llegaría por tener un rondín nocturno, ya le había mencionado con anterioridad.

—Deberías ir al doctor —menciono Uraraka por la otra línea.

Llevaban saliendo un par de años y los últimos seis meses decidieron vivir juntos por fin. Ambos ya eran una pareja de héroes profesionales y podían pagar un cómodo departamento.

—No voy a ir, me siento bien—mintió Bakugo para no preocupar a la castaña.

—De acuerdo, descansa y por la mañana vamos al doctor.

—Tengo que trabajar—Bakugo dijo colgando el teléfono para no recibir más regaños por parte de su novia.

La amaba pero de vez en cuando se comportaba de una manera que no la entendía, era demasiado sobreprotectora con él.

A la mañana siguiente Uraraka llegó antes de que Bakugo saliera a trabajar. Bakugo se veía un poco mejor, tomaba un suero color azul, él decía que era para reponer fuerzas.

—¿Seguro que no quieres que te lleve al doctor?

—Si—dijo para después salir corriendo nuevamente al baño.

Uraraka estaba preocupada, no entendía cómo es que su novio estaba tan mal del estómago. Le pasó una toalla limpia después de que sacará su cabeza del inodoro.

—Demandare a esa maldita vieja—Dijo Bakugo limpiándose la boca.

—Si sabes que ese restaurante nunca tiene clientes es por algo—Uraraka menciono sonando su espalda.

—Debí suponerlo—Bakugo comenzó a lavarse los dientes para después ir a la habitación y cambiarse de ropa.

—No, iremos al doctor, y tú descansarás, esa comida te hizo mucho daño.

—Lo que me hizo vomitar ahora fue el olor del almuerzo, estoy bien.

—Tú no estás bien.

Uraraka era temible cuando quería, estaba delante de él con los brazos cruzados, y un ceño fruncido. Realmente no se sentía bien y si tenía que ir al doctor, así que por primera vez en su vida cedió.

Pero no había nada malo con Bakugo, todos los exámenes estaban perfectos, la comida no había sido el problema, solo le dieron algunos sueros para reponer sales minerales y un medicamento para el dolor de estómago.

Bakugo esa tarde durmió como si fuese un oso, se sentía muy cansado, por su condición, al despertar ya podía retener un poco más la comida. Y los días siguientes se sentía demasiado cansado por las tardes, era como si no hubiese dormido en toda la noche.

No sabía que estaba pasando realmente con él, y los estudios no arrojaban nada fuera de lo común. Era muy extraño. Más extraño fue cuando un día...sus botas no le quedaban, observo sus pies y estaban demasiado hinchados.

—Qué demonios—Grito haciendo que Uraraka saliera a la puerta.

—¿Qué ocurre?—Pregunto Uraraka algo asombrada.

—¿Ya viste como tengo los pies?—La castaña no había prestado atención en ese detalle.

—¿Estas...reteniendo líquidos?

Kacchako Week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora