prólogo

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- puedo sacarte de aquí, si eso deseas.-

Koneko abrió sus ojos de golpe cuando una voz resonó, sus ojos rápidamente girando a sus alrededores, buscando la procedencia.

No la encontró.

Lo único que pudo ver fueron los barrotes de su celda y su "cama", no era una cama, más bien era solo el soporte donde descansaría el colchón afelpado y cómodo.

Sus ojos miraron al suelo, apretando sus manos.

¿Comenzaba a volverse loca igual que su hermana?, No, no quería eso.

- puedo sacarte de aquí, solamente si me lo pides amablemente.-

Está vez, escucho perfectamente.

Se giro de golpe mirando hacia la pared, no encontrando nada en absoluto pero aún así, sintiéndose extrañada, sintiendo la presión sobre ella, la presión de alguien mirándola, alguien fuerte.

- puedo destruir a estos bastardos que te encerraron aquí sin que tú seas capaz de objetar nada.-

Una mano reposo en su hombro, y su cuerpo volvió a girarse.

Nada, de nuevo.

- o simplemente, sacarte de aquí, y llevarte a un lugar seguro.-

Un par de pasos que comenzaron detrás de ella, y se movieron hasta su lado derecho, está vez incapaz de moverse, aunque consiguió ver de reojo una sombra demasiado oscura para ser verdad.

-....q...quién...-

-¿Quién soy?.- la voz resonó de nuevo, sus pelos se erizaron cuando la persona a un lado suyo pareció desvanecerse y aparecer de nuevo a su lado izquierdo.

El aroma dulce golpeó su nariz, y una respiración hizo que el pelo de su cuello se erizara aún más, pero era incapaz de girar la cabeza.

-...mi nombre, bueno, algunos me llamaron...-

La figura se movió, y lo supo cuando la respiración paso de un costado de su cuello a la parte superior de su cabeza, haciendo que su figura de por sí pequeña se encogiera aún más, sintiendo que quería llorar del miedo.

- me llamaban behemoth.-

Dos manos enguantadas se asomaron desde los costados, asomándose a su vista, y con delicadeza, la mano derecha limpiando una lágrima perdida de la pequeña.

- el último titán vivo.- esa voz volvió a hablar, está vez la mano izquierda envolviendose alrededor de los hombros de la pequeña y pegándola a su cuerpo, haciendo que la pequeña sintiera un poco de las dimensiones del ser.

- aunque tú puedes llamarme por mi nombre.

- MADARA UCHIHA.-

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-¡SILENCIO AHI ADENTRO!.-

El demonio fuera de la puerta grito molesto al escuchar la voz de la niña nekomata que habían encarcelado hace tiempo, una voz, algo usual desde las últimos días, pero aún así continuaba molestándolo.

Su puño golpeó la celda haciendo a la pequeña callar, y se alejo del frente, continuando con su patrulla.

Cuando el guardia desapareció, koneko miro detrás de ella con una pequeña sonrisa, mirando algo, a alguien.

Un hombre de 1.86, joven como de 17 años, de piel bronceada y con ojos serios que miraban a la celda con algo de molestia.

Koneko miro con una pequeña sonrisa a madara el cual se paró de forma intimidante frente a ella.

"fuerzas a tener en cuenta" qhps madara caía en dxdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora