- esta cosa está podrida.-
Varios años habían transcurrido desde que dejó de ser un carcelero, y durante esos varios años, no hizo absolutamente nada.
¿Que esperabas?, Se canso de la vida de antagonista que había tomado, además, su cometido ya había sido cumplido, las razas estaban en una paz que aunque tensa, era una paz, y de hecho era una paz mejor que la que nunca habían tenido.
Madara era un shinobi, uno de los pocos dignos de ser llamado como tal, no por su enorme poder ni su inteligencia, los shinobis debían de estar preparados para cualquier situación en cualquier momento y por cualquier motivo, un shinobi debía saber lo básico de cada cosa para poder sobrevivir solo durante una misión o durante su regreso, durante algún problema o durante el camino a un punto solicitado.
Y el, como el buen partidario de los shinobis que era, llevo lo "básico" a un punto amaestrado, cada ámbito, cada acción, cada objeto, cada tarea, eran llevados con delicadeza, como un maestro en los ámbitos que era, tuvo cierto rechazo al fallo, por eso, cuando vio que una de las manzanas estaba podrida, en lugar de echarle la culpa a los gusanos, decidió talar toda la hilera de árboles y plantarlos de nuevo, y si no funcionaba, madara era capaz de culpar la tierra donde había sembrado, y eso no era bueno para las placas tectónicas, ni en lo más mínimo.
Le gustaba su vida, era tranquila, se dio cuenta de los problemas que había tenido y decidió abandonar toda lucha, abandonar todo rencor, abandonar su pasado shinobi, y usar lo que sabía y lo que podía hacer para crearse su propio lugar donde descansar, siempre escucho de Hashirama que todos necesitaban un lugar así, pero nunca lo escucho, ni una sola vez, algo que Hashirama recalcó una y otra vez, todos necesitaron un punto donde nadie los molestará, donde nadie los culpara, donde nadie les echara en cara lo que habían hecho, no importaba lo que fuese, mientras estuvieses Agusto en ese lugar, funcionaba; podía ser tu casa, la casa de un amigo, el parque, el bosque, una cueva tranquila, una casa de campo, tal vez tú lugar no era un lugar y si una persona, tal vez lo único que necesitabas era un objeto, una mascota, o lo que te hiciese feliz.
Madara nunca había escuchado, pero ahora que lo estaba haciendo, comenzaba a darse cuenta que Hashirama tenía razón, y una vez más había sido superado por el.
¿Su lugar feliz?
El sabía cuál era, un lugar donde el mandaba, un lugar lleno de perfección, donde el pudiese usar todo lo que aprendió durante su vida, dónde sintiese que todo lo que hizo fuese para algo.
El solo, avanzo a través de todas las edades que los humanos habían pasado, creo sus propias herramientas, sembró su propia comida, recogió su propia agua y la purifico, creo su propio hogar, entreno sus habilidades sin molestias, todo en un sistema que día por día revisa una y otra vez, arreglando cada falla, actualizando cada artefacto, cambiando cada pequeño engranaje que este en una mala posición, limpiando cualquier señal de oxidación.
Madara estaba bien como estaba, vivía en un lugar rodeado de cultivos, que llegaron a tal punto que eran tantos, que se dio cuenta de que el no podría utilizarlos todos.
Decidió probar a tener mascotas, pero no le funcionaba con simples perros o gatos, y de hecho esto fue obvio cuando madara se paró sosteniendo una enorme cubeta llena de agua, observando a lo lejos con una pequeña sonrisa.
El prefería otro tipo de mascotas, mascotas más exóticas cómo dirían los humanos normales; frente a el, en un punto con cultivos un poco aplastados, un enorme rinoceronte negro olfateaba al nuevo tigre siberiano que madara acababa de traer ayer, no viéndolo como una amenaza muy grande, pero aún así manteniendo una guardia alta que se demostró cuando el tigre meneo un poco su cola haciendo al rinoceronte dar un paso atrás.
ESTÁS LEYENDO
"fuerzas a tener en cuenta" qhps madara caía en dxd
Fanfictionen su búsqueda de paz, se olvidó de la razón del por que estaba aquí. en realidad no lo olvido, pero le dolía recordarlo, el hecho de recordar esa razón le hizo darse cuenta que lentamente comenzaba a fallar su promesa, la promesa que le hizo a su...