CAPÍTULO 3. QUÉ NARICES

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A Leon le despertaron los rayos del sol

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A Leon le despertaron los rayos del sol.

Cuando llegó ayer a la casa de su primo no se dio cuenta, pero ahora que lo pensaba, la casa de Roy no tenía cortinas. «¿Qué idiota no tiene cortinas?», pensó. Leon se tapó la cabeza con la almohada y gruñó un par de palabrotas. ¿Qué hora era? Amodorrado, buscó su móvil por entre las sábanas y volvió a maldecir. Las siete de la mañana. Las putas siete de la mañana. ¿Cuándo había sido la última vez que se había levantado a esas horas? Joder, ni lo recordaba.

Leon no tenía un buen despertar. Solo era simpático y optimista a partir de las doce del mediodía.

Soltando un último taco en voz baja, Leon se levantó y abrió la puerta, dispuesto a cantarle las cuarenta al cabronazo de su primo. Sin embargo... no se escuchaba nada. El apartamento parecía estar vacío.

—¿Roy? —preguntó. Se dirigió hacia la habitación de su primo y entró sin llamar. No había nadie. La cama, hecha a la perfección. «Qué raro...»—. ¿Roy? ¿Estás por aquí?

Nada.

Leon salió de la habitación y caminó rumbo a la cocina. No podía ser. ¿Su primo entraba tan temprano a trabajar?

—Pues sí que tienes un trabajo de mierda, sí.

Bueno, no había mal que por bien no llegara. Leon tenía la casa sola para él, así que podría terminar de instalarse y tocar un poco la guitarra. Además, tenía mucho trabajo que hacer. Audiciones, encontrar un nuevo grupo al que poder unirse. Nueva York era una ciudad llena de posibilidades y Leon estaba deseando explorarlas todas.

Estaba a punto de salir de la cocina cuando se fijó en la nota que había sobre la mesa. La caligrafía de su primo siempre había sido perfecta. Muy redondeada, pequeña y en cursiva.

«Lo siento, Leon. Me ha surgido algo importante y tengo que marcharme. No te metas en problemas en mi ausencia».

Leon chasqueó la lengua. Qué poco confiaba en él. ¿Meterse en problemas? ¡Pero si era muy buen chaval! Nunca se había metido en ningún problema. No muy grave, al menos. Estaba ese incidente con el único policía que patrullaba las calles de su pueblo natal, pero...

Rapsodia |PAUSADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora