La sangre se iba esparciendo como la lluvia que caía del cielo. Los cuerpos deformes de todos los que un día juraron luchar contra ella. Ahora no quedaba nadie, excepto el. La vergüenza, la culpa, el odio y el dolor lo iban consumiendo poco a poco. De nada servía lamentarlo, cuando el mismo sabía las terribles consecuencias de no haber ganado la guerra. El mismo lo supo, pero aun así no dijo nada.
Ahora el remordimiento de perder se sentía dulce en sus labios llorosos. Grito lo más que pudo. Al fin y al cabo, solo era un adolescente de 16 años. Tal vez, la reina podría ser menos dura con él, y matarlo rápidamente... Sin embargo, algo en el ambiente no iba bien.
El olor a cadáver y metal oxidado se podía oler por todo el campo de batalla. Miro en derredor pero algo en él no lo dejaba tranquilo. Se levantó casi al mismo tiempo que el cielo se tornaba rojo y amarillo. Sorprendido pudo notar que no muy lejos de donde estaba, una silueta conocida lo miraba fijamente. Un escalofrió le recorrió todo su cuerpo.
Agarro su espada aun todavía de pie, y se puso en defensiva si ella lo atacaba. La mujer que yacía casi a algunos centímetros de él, solo sonrío.
-Parece que tu plan no salió como esperabas-Dijo la mujer riendo por lo bajo-Y ahora, ¿Qué hacemos contigo? –
-Déjame en paz, maldita-Pronuncio el joven con los ojos vidriosos-Has matado a todos, ¡Ya no queda NADIE!-
-¿Eso no era lo que tu querías?- Sonríe-Creyéndote el héroe cuando en realidad eres un asesino masivo, ¿Ves lo que provocaste? ¿Cuántas de estas personas tenían familia? ¿Cuántas de estas personas tenían otras que les esperaban en casa? Y tú, aquí echándome la culpa de todo, ¡Háyase visto mayor burla!-
-¡Cállate de una buena vez!-Se dirigió a ella decidido a que si tenía que morir, tenía que hacerlo con dignidad. La mujer solo siguió sonriendo de una manera horrible. Fue tarde cuando se dio cuenta que su cuerpo se había quedado detenido. Sintió un dolor terrible, ya que unos hombres ya lo habían sujetado de sus dos brazos y piernas.
-Te hare una propuesta que aceptaras, de lo contrario me temo que será peor-Comento la mujer viéndolo tranquilamente-Hagamos como que nada de esto paso, ni muertes, ni revolución, ni que ahora estamos hablando, con la condición que te entregues a nosotros, luego te ejecutáremos enfrente de todo el pueblo y reviviremos a todas las personas que hoy murieron por tu culpa, nadie recordara nada de ti, por lo que nadie saldrá herido.
La mirada del joven se oscureció, por un momento sus ojos granate como el color del piso se tornaron opacos. Un mechón nieve le cubrió su rostro impidiendo que la mujer pudiera verlo. Era cierto, a él nadie lo esperaba en casa a diferencia de los que habían muerto ese día. ¿Sería correcto aceptarlo? De lo contrario, seria ser egoísta con esas familias que quizás habían perdido a un padre, un hermano o un amigo.
De todas formas, sonaba aterrador. El miedo comenzó a hacer que dudara de la elección. Temía morir. Temía que nadie lo recordara. Temía...En verdad, que nadie lo amara.
"¿Caer en el olvido sería mejor? ¿Eso podría remediarlo todo?"
-¿Y qué pasa si no quiero hacerlo?- Dijo con voz débil y casi desgastada-
-Pues entraríamos en un tema muy interesante a mi parecer-Adquirió sin dejar de verlo-Por lo visto, estas dudando. Eso es bueno-
-En verdad, eres realmente mala-Susurro viendo el piso-Desde un principio sabias que iba a pasar esto, solo lo alargaste más, pero mi pregunta es la siguiente: ¿Por qué? ¿Qué quieres de mí?
-Nada en particular como ya te lo había dicho una vez-La mujer lo rodeo con su mano- Nada en particular -Repitió en su oído-Ya que no vas a aceptar, me parece justo que comience, ¿no?- Los ojos de joven se apartaron del piso para mirarla. No encontró en ellos piedad alguna. Fue cuando comenzó a gritar aunque se le acabara la voz. Su cuerpo se iba amoldando de otra manera, la voz que le gritaba ya no era suya sino un simple aullido. Uno quieto y a la vez desgarrador. Aunque de entre toda la oscuridad no aiga salida.
Él era el héroe de una tragedia. Un héroe sin nombre, ni color. Ya no había más espectadores en esa sala.
Solo el color granate que ambientaba el escenariodonde el único actor se hallaba llorando.
——
Despertó ya que un ruido lo trajo de vuelta a la realidad. Donde se encontraba no habían ventanas, mucho menos alguna muestra de luz. Cuando se paró se sintió aún más mareado, por ello se apoyó en una pared.
"¿Acaso ya estaba muerto?"
Miro sus sucias manos, pero no había nada. Con una rabia contenida golpeo la pared con su puño. Pudo notar que algo le estaba incomodando desde el momento que despertó. Giro su cabeza hacia atrás.
Ahí estaba, como si todo este tiempo hubiera estado ahí, solo que él no quería verlo, más bien no podía aceptarlo. Si bien es sabido por el mismo, cuando asistió a una clase en el orfanato, que los que tengan ese tipo de enfermedad o maldición.......
Se sentó en el suelo frio, recapacitando si lo que había decidido había, después de todo, sido lo correcto. Si valía la pena, seguir vivo cuando los demás estaban muertos, cuando había sido un total cobarde.
Solo tenía un único consuelo, él ahora estaba maldito para toda su vida. Se rio del mismo, de todo lo que estaba pasando, de que había sido un estúpido, de que ahora no había vuelta atrás: De que actuó egoístamente.
Había sido reducido a eso después de todo. Solo a un tonto pedazo de animal. Era lo que ella había dicho, que él se merecía lo que era justo, y así lo hizo. Lo transformo en un simple perro, pero no se contentó con eso, y es que si bien lo era, todavía seguía siendo humano.
Nadie lo recordaba. Desde luego que eso era lo que él no quería, pero hasta el mismo se sorprendió de la rapidez que su mente había desechado esa posibilidad. Poco a poco se acostumbró a aquello. La gente lo miraba con indiferencia.
De vez en cuando pasaba por la calle como un can o algunas veces como humano, pero daba igual lo que fuera que fuera, todos seguían su camino sin ni siquiera prestarle atención. Supo por algunas fuentes que los que habían muerto volvieron a la vida, de alguna manera le reconforto aquella noticia.
No le rendía cuentas a nadie, excepto con el mismo. El tiempo no pasaba para él. Seguía siendo un inservible niño de 16 años.
Un día cuando merodeaba por los basureros pudo escuchar el rumor que se agrandaba en la parte baja del reino. Donde estaban la mayoría de los esclavos. Las voces rezaban sin cesar:
"El héroe ha vuelto"
Un escalofrió le recorrió todo su cuerpo. La única idea que le cruzo en la mente cuando lo oyó fueron campanas de alarma más que de felicidad.
Solo había una salida, y él sabía claramente cuál era.
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Cuando las palabras sobran
FantasyRecopilación de distintas historias sin un fin definido.